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El espectro de las FARC

Por Juan Gabriel Tokatlian *

Periódicamente surgen rumores acerca del inminente despliegue militar y diplomático de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, en la Argentina. Por lo general, las evidencias de que se dispone son defectuosas y discutibles.
La eventual incursión de las FARC en territorio argentino es dudosa en circunstancias como las actuales, en las que la política del presidente Alvaro Uribe ha forzado a las FARC a replegarse territorialmente, a limitar su capacidad de enfrentamiento en grandes unidades, a reducir su capacidad de extracción de recursos financieros y a perder espacios de aceptación política en y fuera de Colombia. Además de improbable, tal incursión implicaría el colosal fracaso de la política colombiana de Estados Unidos.
La presencia, influencia y control estadounidense dentro y en torno a Colombia es elocuente por su magnitud y única en el continente por su significado.
Ciertos datos confirman lo dicho.
Primero, a través de las bases de Soto Cano en Honduras; Manta en Ecuador, Reina Beatriz en Aruba, Hato Rey en Curaçao y Comalapa en El Salvador y del sistema de radares (3 fijos en Perú, 3 fijos en Colombia y 11 móviles y secretos que operan en 6 países del área andina y caribeños), EE.UU. vigila los desplazamientos de drogas, armas y criminales desde y hacia Colombia.
Segundo, el Comando Sur ha entrenado en EE.UU., entre 1999 y 2003, a 29.441 (2476 en 1999, 1241 en 2000, 6300 en 2001, 6477 en 2002 y 12.947 en 2003) militares colombianos, con lo que se espera acrecentar su mayor capacidad de combate e inteligencia.
Tercero, Estados Unidos tiene hoy en Colombia la segunda embajada más grande del mundo, después de Irak, y brinda todo tipo de sofisticada asistencia tecnológica en materia de comunicación, rastreo e identificación de los actores armados en el país.
Cuarto, Colombia es el primer receptor de ayuda (militar y policial) estadounidense en Latinoamérica y el cuarto en el mundo (después de Israel, Egipto e Irak). Sólo entre 1998 y 2004, el país recibió aproximadamente U$S 3635 millones de dólares; todo el cual ha pretendido reforzar la lucha antidrogas y anti-insurgente.
Quinto, el Congreso estadounidense ha autorizado la estancia de hasta 800 militares y 600 contratistas privados en Colombia; condición que coloca al país andino en la nación sudamericana con más injerencia directa estadounidense.
Si ciertas iniciativas del presidente Uribe están funcionando y Estados Unidos tiene tal nivel de gravitación en Colombia, ¿cómo sería posible que con tanta facilidad llegaran las FARC a la Argentina? Las especulaciones al respecto obedecen, quizás, a razones de otro orden: a objetivos corporativos ligados al papel ascendente del Comando Sur en la política latinoamericana de Estados Unidos; al intento por borrar las fronteras entre defensa externa y seguridad interna en el plano de Sudamérica, para involucrar a las fuerzas armadas en tareas domésticas; a la intención de enfatizar el peligro omnipresente del terrorismo transnacional que supuestamente, se ha camuflado en la región a través de las FARC. Estas y otras razones explicarían mejor la recurrente aparición del espectro de las FARC en la Argentina. Ese fantasma, además, distrae y suplanta el necesario debate sobre lo que sí es real y urgente en América latina: la dimensión de los problemas socioeconómicos que la afectan.

* Director de la carrera de Relaciones Internacionales, Universidad de San Andrés.

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