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Tabaco

Es posible afirmar que, en muchos casos, publicitar un producto hace que sus ventas aumenten. Es un hecho que “el fumar es perjudicial para la salud”, y no sólo porque lo diga una ley. No me parece pertinente enumerar las consecuencias que acarrea la adicción a la nicotina. Los que no fuman lo saben y los fumadores o ex fumadores lo sabemos más todavía.

Está probado empíricamente que la prohibición de ciertas sustancias que alteran la percepción de la realidad no sólo no disminuye el consumo, sino que, por el contrario, lo promueve.

El tabaco altera la percepción de la realidad. Ya no como un alucinógeno, como el psylocibe o el LSD, sino al menos haciéndole creer al adicto al tabaco que “necesita fumar”. Esto “es” una alteración de la realidad, ya que el organismo no “necesita” fumar, sólo es una necesidad aparente, producto de la misma adicción que la nicotina genera en el cuerpo.

Tomando como premisas los cuatro puntos anteriores, propongo algunas preguntas para que se haga el lector.

¿Cómo es posible que aún se permita la publicidad de algo que te hace adicto, disminuye la calidad de vida y, en muchos casos, es posible que termine llevándote a una muerte lenta, por asfixia, por cáncer, etcétera?

Si alguien quisiera demandar a las tabacaleras, ¿no sería también razonable demandar al Estado, el cual no cumple con su deber de cuidar el bienestar de los ciudadanos al permitir que se publicite la venta de tabaco?

¿Será que la recaudación de los impuestos que genera la venta de cigarrillos es una prioridad frente a la lógica que indica que nada que haga mal a la salud debería promoverse?

En estos momentos, está en debate la despenalización de ciertas drogas para consumo personal. ¿Usted se imagina una publicidad de porros en la cual aparece un pibe recolgado diciendo que los “porritos Andrés” son ideales para sentarse en un parque a mirar a las palomas comer el pan que la gente les tira?

Yo creo que no debería prohibirse el consumo de tabaco, así como tampoco el de la mayor parte de los alcaloides, pero sí me parecería absurdo, en cambio, que se permitiera su publicidad como sí se permite la de los cigarrillos.

Pero como estamos acostumbrados a ella, la fuerza de la costumbre nos hace adictos a la anormalidad y a nadie le llama la atención que la adicción a la nicotina sea publicitada.

Alejo Rossi

D.N.I. Nº 25.835.240

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