CONTRATAPA

Oportunidad

 Por Antonio Dal Masetto

Ahora que todos los políticos se van a ir a su casa y quedarán tantos cargos disponibles llegó la oportunidad de probar fortuna en ese territorio. Corro a visitarlo al licenciado Almayer, que dirige un Instituto de Formación Política.
–Bienvenido a la mejor carrera del momento –me dice–. El curso completo se compone de seis módulos orientados a desplegar los principales aspectos y herramientas de la administración y la gestión política. En cada uno se trabaja con una metodología teórico-práctica, se realizan ejercicios, análisis de casos, dramatizaciones, discusiones en grupo y aprendizaje directo con el instructor. Los módulos son: 1) Trapecista y equilibrista. 2) Ecuyère. 3) Domador. 4) Tragasables, tragafuego y contorsionista. 5) Clown. 6) Transformista. Puede inscribirse en uno, varios o la totalidad de los módulos, aunque el de Transformista deben cursarlo todos los aspirantes, es indispensable para obtener el certificado de asistencia. Acompáñeme que le muestro.
Pasamos al salón donde se dicta el primer módulo. Hay trapecios y sogas tendidas. Media docena de alumnos vuelan y hacen equilibrio dirigidos por un instructor. Mientras observamos Almayer canturrea:
–Vueltas y vueltas en el aire, con soltura y con donaire, siempre bien equilibrado, siempre cayendo parado, hábil en la cuerda floja, ni se arruga ni se sonroja.
Pasamos al espacio del módulo dos. Una pista circular con obstáculos, un caballo blanco, una señora de tutú rosa parada sobre el lomo con los brazos abiertos.
–No me importan los obstáculos que me pongan por delante, sobre la bestia seguiré, osada y elegante –canturrea Almayer–. Pensado especialmente para la rama femenina.
Pasamos al tres. El instructor hace restallar el látigo, un león viejo mantiene la boca abierta y los alumnos meten y sacan la cabeza. Algunos están vendados.
–Para templar la audacia y fortalecer la temeridad.
–Veo que hay varios un poco masticados –comento.
–El león es buenazo, pero a veces se cansa de tener la boca abierta y se le desploma la mandíbula superior. Lo importante es que cuando el alumno mete la cabeza lo haga con dignidad. Tengamos en cuenta que en el futuro, cuando ocupe su cargo, siempre habrá miles de ojos observándolo.
Número cuatro. Un alumno trata de desanudarse los brazos y las piernas. Otro se apaga los bigotes chamuscados. Otro intenta tragarse una espada.
–Ondule, ondule el esófago –lo guía el instructor.
–Es fundamental tener el estómago adiestrado. En esta carrera hay que estar listo para tragarse cualquier cosa –explica Almayer.
Número cinco. Dos payasos se tiran tortas a la cara, se dan cachetadas muy sonoras y se persiguen con enormes garrotes falsos.
–El detalle amable. Es importante ganarse la simpatía de todos. No olvide que en cada adulto siempre hay un niño. Ríase un poco y aplauda, sea generoso, están haciendo su aprendizaje, estimúlelos.
Número seis.
–Este es el obligatorio. Observe con cuidado, vaya acumulando experiencia.
El instructor despliega unas telas de colores delante de su cuerpo, gira y se transforma en un monje zen trazando un jardín alrededor de una roca. Vuelve a girar entre las telas y se convierte en Caperucita Roja, llevando su canastita, y el lobo acechándola. Otro juego de telas y aparece Tarzán con la mona Chita sobre el hombro. Nuevo giro y es Jorge Newbery en su avión. –¿El avión es la mona Chita, el lobo y la roca? ¿O la mona Chita es Caperucita y el monje? ¿O Tarzán es Jorge Newbery, la roca y la canastita? –pregunto.
–Ya lo sabrá cuando avance en el curso. No tenga duda de que en lo que acaba de presenciar está el éxito de su futuro en el mundo de la política. ¿Lo convencí?
–Absolutamente.

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