DEPORTES › LA RELACION ENTRE MESSI Y SABELLA

Borrón y cuenta nueva

 Por Sebastián Fest

Desde Río de Janeiro

Aprovechar lo mejor de Lionel Messi y neutralizar lo peor de la gran estrella del fútbol no es misión para cualquiera, aunque todo indica que sí lo era para Alejandro Sabella. En los meses previos al Mundial, la tensión entre dos ideas de Argentina era patente. Messi quería jugar un 4-3-3 netamente ofensivo con él, Angel Di María, Sergio Agüero y Gonzalo Higuaín, conocidos como “los cuatro fantásticos”. Sabella buscaba equilibrio, temeroso de lo que pudiera pasar con el equipo ante rivales de más poder que los de la primera fase. En el medio, Javier Mascherano como puente entre ambos. Al final no fue el 4-3-3 que quería Messi, tampoco el 5-3-2 que propuso Sabella. Eso sí: la Argentina que llegó a la final se parece mucho más a la idea del seleccionador que a los reclamos de la estrella.

“Hay dos cosas que a mí en el fútbol en general me molestan. Una es que el equipo contrario me llegue fácil a mis defensores, y la otra es que cuando yo tenga la pelota no pueda dañar al rival”, dijo el seleccionador argentino a la agencia alemana dpa semanas antes del comienzo de Brasil 2014. “Así que en ese equilibrio están las cosas que me desvelan”, añadió el entrenador de 59 años, que se despierta con frecuencia en medio de la noche angustiado por cuestiones tácticas. Lo mismo le sucedía cuando dirigía a Estudiantes, también cuando fue ayudante de Daniel Passarella en Francia ‘98.

Desde el perfil bajo, Sabella terminó sorprendiendo: su equipo no fue la máquina de hacer goles que se perfilaba, pero cuenta con una sólida defensa que dejó en el olvido el flan que era la zaga. Aunque no lo parezca a primera vista, Sabella arriesga si cree que es necesario. Lo demostró con la lista final de 23 jugadores, al dejar fuera a Ever Banega, talentoso y díscolo mediocampista, para poner en su lugar a Lucas Biglia. Messi es íntimo amigo de Banega, y según los medios argentinos no tomó a bien el cambio.

El 15 de junio en el Maracaná llegó la otra sorpresa desagradable para Messi: Sabella decidió salir con una línea de cinco ante Bosnia y situar a Maxi Rodríguez en el mediocampo en lugar de Fernando Gago, al que el “10” favoreció siempre como “socio”. En el entretiempo temblaron los cimientos de Argentina, que había jugado unos primeros 45 minutos asombrosamente planos. Gago ingresó en el segundo tiempo, Argentina mejoró algo y Messi salió tras el partido a hablar con llamativa claridad: “Así es como tenemos que seguir, como en el segundo tiempo”.

Sabella admitió “errores” de su parte, pero siguió dándole vueltas a un equipo que no funcionaba, y entre octavos y cuartos tomó decisiones clave: Gago dejó la titularidad, Biglia se convirtió en el oxígeno que necesita Mascherano y Enzo Pérez, lesionado Di María, se consolidó en el mediocampo.

Martín Demichelis, que sabe lo que es sufrir por errores graves en partidos importantes, se convirtió en hombre vital en el centro de la defensa, mientras en el arco se consolidaba Sergio Romero. ¿El resultado? Escasos ocho goles a favor, pero apenas tres en contra. ¿Llevaron esos cambios a que Messi se enemistara con Sabella? Al astro del Barcelona le gusta ganar tanto como a su técnico, que en su época de jugador fue “10” y zurdo –reconvertido–, puntos de contacto con el astro del Barcelona. Y si Messi es criticado, Sabella –que tiene previsto dejar la Selección tras el Mundial– lo defiende. Lo hizo ante un periodista que, después del 1-0 sobre Bélgica en cuartos, sostuvo que Messi no había “jugado tan bien”.

“Messi jugó un gran partido. El fútbol no es sólo hacer goles, es tener la pelota, juntar rivales para dársela al compañero, cada pelota de él es una esperanza para nosotros y una situación comprometida y peligrosa para el rival.” Un rato después, ya en la concentración argentina en el complejo de Cidade do Galo, en las afueras de Belo Horizonte, Sabella y Messi se dieron un emocionado abrazo con más intensidad que palabras. Cuatro días más tarde Holanda quedaba atrás. Con Alemania como rival en la final, ya no hay más espacios para tensiones entre la estrella y el técnico. Cada uno sabe la parte de razón que tuvo.

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Imagen: AFP
 
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