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Para correr, la Fórmula 1 sigue la pista del dinero

Comienza el Campeonato Mundial 2004, en el que los diez equipos de la categoría gastarán más de 2000 millones de dólares. No hay favorito a la vista.

 Por Pablo Vignone

Si la Fórmula 1 es un ejercicio comercial que mueve cientos de millones por año, a cada campeonato que pasa los resultados imitan cada vez más la salud de los balances. Existe un creciente paralelismo entre el dinero que los equipos disponen para gastar en una campaña y la ocupación final que logran en la Copa de Constructores, y el torneo 2004 que comienza este sábado a la noche en Melbourne está destinado a confirmar la tendencia, aunque sea el más abierto en mucho tiempo y ningún analista se anime a dar por cierto un pronóstico.
En medio de una recesiva situación económica mundial, los 10 equipos de Fórmula 1 consiguieron casi 2000 millones de dólares para gastar en el 2003 y se presume que se gastarán otro tanto, o más, este año. El presidente de la Federación Internacional, Max Mosley, lleva adelante una campaña para reducir los costos, pero en aras de la competencia, cada euro (o dólar) que pueda escarbarse se usa en lo que sea.
En este torneo entrará en vigencia la regla del motor único –uno que deberá recorrer los 700 kilómetros de cada fin de semana de Grand Prix– impuesta para disminuir costos. Probándolos, algunos equipos, como Williams o BAR, anunciaron haber recorrido más de 20.000 kilómetros en las pruebas del invierno europeo: a 1200 dólares promedio el costo por kilómetro, cada escudería ya gastó 24 millones de dólares antes del inicio del torneo, en Australia, donde anoche se efectuaban los primeros ensayos. Durante los 18 Grands Prix del campeonato se recorren, a lo sumo, 12.600 kilómetros...
Observando la tabla que se incluye, se advierte el paralelismo. Ferrari, el equipo que más dinero dispuso para gastar la temporada pasada (820 mil dólares ¡por día!) logró los dos títulos. McLaren, cuyo departamento de marketing es reputado como el mejor del mercado de la F-1, apenas bajó un escalón. La única gran distorsión en la tabla la produjo Toyota, dueña del tercer presupuesto –aportado casi todo por la marca que la prohíja, la segunda productora de automóviles del mundo, detrás de la General Motors– que terminó octava en el campeonato, pagando precio a su relativa inexperiencia: recién era su segundo año en la Fórmula 1.
Mucho se habló de la influencia de la devaluación del dólar, la moneda corriente en los contratos en la categoría, en las finanzas de los equipos, y a la luz de los resultados se entiende que necesiten cada centavo para ganar una milésima. Si Minardi puede juntar apenas la décima parte de lo que gasta Ferrari, y precisa más de la mitad de ese dinero para pagar los motores, difícilmente pueda gastar en otro rubro.
La pista del dinero conduce entonces siempre a los grandes. Pero nadie sabe exactamente a ciencia cierta si el diseño “conservador” de la Ferrari F2004 que manejarán Michael Schumacher y Rubens Barrichello será suficiente para contener el avance “revolucionario” del nuevo Williams Fw26 que van a conducir Juan Pablo Montoya y Ralf Schumacher. Nadie está seguro de que la aparente falta de potencia de los motores Mercedes en los McLaren MP4-19 que pilotearán Kimi Raikkonen o David Coulthard los mantendrá a ambos fuera de la lucha, si los nuevos Renault R24 de Fernando Alonso o Jarno Trulli no se romperán tan a menudo o si, dotado ahora de los neumáticos Michelin que parecen adelantarse a los Bridgestone, el BAR 006 –en cuyo diseño participó el argentino Mariano Alperin, el único compatriota en la máxima categoría– podrá darle la primera victoria a la escudería con Jenson Button al volante. Recién las primeras escaramuzas en la otra pista, la de asfalto, pincelarán una idea de lo que sucederá.
“La Fórmula 1 es un deporte sólo los domingos de 14 a 16”, dijo hace años Frank Williams. Un visionario, vea.

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