DEPORTES › PESE A JUGAR BIEN, LA ARGENTINA PERDIO 3-1 EN BELO HORIZONTE

Brasil tuvo a Ronaldo y eso le bastó

El astro generó tres penales y los concretó todos para sellar la victoria de los locales, que trepan a la punta de la tabla de las Eliminatorias. La Argentina no jugó mal y acaso mereció mejor suerte por su desempeño. Sorín y Mascherano fueron las figuras del conjunto nacional.

Una derrota siempre duele. Especialmente si la Selección pierde contra uno de sus rivales más clásicos. Pero también es cierto que una caída de visitante contra Brasil siempre es una posibilidad latente y hasta el entrenador menos calculador lo tiene en cuenta. Por eso, acaso, duele menos, sobre todo cuando el equipo argentino produjo una aceptable actuación, de las mejores partidos que se le han visto en los últimos tiempos. Duele menos, fundamentalmente, porque en un clásico que no defraudó, la derrota tuvo menos que ver con el funcionamiento colectivo que con la diferencia palpable que impuso un solo jugador, uno que, lástima grande, en este partido jugó para los contrarios.
La diferencia fue Ronaldo. Tocó poco la pelota, seguramente, al mismo nivel que sus compañeros en un encuentro en el que la Argentina, de manera especial en el primer tiempo, controló el balón y lo manejó con criterio. Pero le bastaron dos potentes corridas arrancando en tres cuartos para obligar a que, Heinze en el primer tiempo y Mascherano en el segundo, lo barrieran en el área, cometiéndole sendos penales que el mismo delantero del Real Madrid se encargó de facturar, con sobrios pero eficaces disparos que dejaron sin atenuantes a Cavallero. Tanto se cebó que en el descuento se tiró en el área, el colombiano Ruiz compró y marcó el 3-1 final.
Hasta el segundo penal, a menos de media hora del final, la Argentina había generado una propuesta inteligente, que no cuajó porque no pudo, o no supo, concretar las múltiples situaciones de gol que produjo. Al compás de Luis González, asociado con César Delgado (mientras estuvo en la cancha), más el brío de Sorín y el empuje de Zanetti y el Kili González, Argentina creó no menos de cinco situaciones en la primera parte, que el apuro de Sorín o la falta de precisión de Crespo desperdiciaron.
Brasil regalaba la pelota para abrir los espacios en los que pudiera explotar la velocidad de Luis Fabiano y Ronaldo, tratando de tomar parados a la línea de tres que comandaba Samuel con eficacia. Casi nunca lo lograban y, además, Mascherano –una de las figuras del equipo nacional– anulaba a Kaká, con lo que Brasil dependía de los arrestos de su más grande futbolista.
Esa dependencia le bastó. Cuando Argentina perdió empuje en el complemento, Brasil se adelantó para pasar a jugar lejos de su arco y evitar el empate, y mientras Bielsa se jugaba la carta de Aimar (listo para jugar 30 minutos pero no más) y Saviola, Ronaldo sacaba el último conejo para pegar un mazazo con el 2-0.
¿Pudo empatarlo la Argentina? Sí, porque volvió a dominar el clásico en los últimos diez minutos, después de que Aimar cabeceara un centro, Dida desviara, la pelota pegara en el palo y Sorín convirtiera el descuento. En esos últimos instantes, un doble cabezazo de Sorín y Heinze y un remate de Saviola pudieron haberse transformado en el empate. ¿Debió haberlo empatado? En el balance del trámite, la igualdad no habría sido injusta. Pero Brasil tuvo a Ronaldo y ese ligero detalle sirvió para inclinar la balanza.

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Cavallero va hacia la derecha, el remate de Ronaldo va al medio del arco y Brasil se pone en ventaja.
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