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El Burro Felipao y el Zorro Rudi, dos obstinados bichos futboleros

Cuestionados duramente por todos en sus respectivos países, los entrenadores de Brasil y Alemania miran ahora desde arriba.

 Por Ariel Greco

El Burro y El Zorro. Ambos superaron duras críticas, por eso disfrutan el presente con más ganas. Luiz Felipe Scolari y Rudi Voeller, los técnicos de Brasil y Alemania, están ante la ocasión más importante de sus carreras como entrenadores. Sin embargo, a pesar de las coincidencias y de su amistad, el camino de ambos para llegar a la final de mañana en Yokohama es muy diferente. Como la historia de sus apodos.
Scolari accedió a la dirección técnica del Scratch pese a su prontuario como jugador. Un pasado como discreto marcador central por equipos como Aymore, Caxias, Novo Hamburgo y Juventude no le dieron muchas chances de lucimiento y lejos estuvo de ponerse la verdeamarelha. Los que lo vieron jugar aseguran que Felipao tenía un estilo basado en el rigor físico, antes que en la tradicional categoría brasileña. Lo que sí ya quedaba clara era su personalidad, que se marcaba en los gritos permanentes a sus compañeros y que le valió varias expulsiones. Sus pergaminos los consiguió como entrenador, aunque le costó. Tras dirigir en Pelotas de Rio Grande do Sul, Scolari probó suerte en Medio Oriente. Allí se hizo cargo del Al Shabab de Arabia Saudita, luego tuvo un paso por Al Qadsia de Kuwait y otra vez volvió a Arabia para conducir al Ah Ahli. Sin embargo, más allá de ganar la Copa de Kuwait y la Copa del Golfo, recién en 1991 obtuvo crédito en su país cuando condujo al modesto Criciuma de Santa Catarina a adjudicarse la Copa Brasil. A partir de allí su carrera es más conocida: Campeón de América con Gremio y con Palmeiras, una experiencia en Japón con el Jubilo Iwata y un breve paso por Cruzeiro. Entonces, en julio del 2001, Felipao reemplazó a Emerson Leao en la Selección con la difícil misión –por entonces– de colocar a Brasil en el Mundial.
De la etapa como jugador trajo su carácter. De sus gestos y gritos no se salva nadie: ni los árbitros, ni sus jugadores, ni, mucho menos, los periodistas. Los mismos que lo bautizaron “El Burro”, por lo mal que jugaba su equipo y por su negativa a convocar a Romario. Mañana puede borrar todas las críticas. “Yo les digo a los brasileños: crean, crean, crean, porque nosotros podemos lograr mucho más”, asegura Felipao, que ya anunció que el lunes dejará su cargo.
Del otro lado, Voeller hizo la carrera inversa. Toda su gloria llegó como futbolista, ya que se incorporó a la selección alemana casi sin experiencia. Su único antecedente como entrenador era en el Bayer Leverkusen, cuando pasó de manager a técnico interino por un análisis positivo de cocaína del por entonces conductor, Christoph Daum. Para colmo, debió crecer a los golpes. En las Eliminatorias tuvo que soportar un 1-5 ante Inglaterra, jugar un repechaje ante Ucrania y bancarse todo tipo de críticas, desde la prensa hasta Franz Beckenbauer. Claro que eso no lo invalida como un referente del fútbol alemán.
Apodado “El Zorro” por su olfato goleador, con 90 partidos internacionales y 47 tantos, un título y un subcampeonato del mundo, Voeller está a un partido de igualar a Beckenbauer en ganar un Mundial como jugador y como técnico. En su carrera festejó campeonatos en casi todos los clubes en los que estuvo; los más destacados son la Copa de Italia con la Roma y la Copa de Europa de 1993 con el Olympique de Marsella. “Hace un par de semanas nadie esperaba que fuéramos a pasar a octavos. Pero ahora estamos jugando muy, muy bien y merecemos estar en la final”, remarca Voeller. El Burro y el Zorro. Mañana, uno de los dos será campeón del mundo.

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Scolari y Voeller a la hora de la verdad: mañana es a todo o nada.
 
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