DEPORTES › OPINIóN

Sobre lo que hay en torno de la cabeza de Maradona

 Por Diego Bonadeo

Como proverbial histeriqueada de la estupidez resultadista y con los números puestos –Argentina 1, Brasil 3–, ciertos personajes vinculados o no al fútbol, como dirigentes de clubes, directores técnicos, jugadores, periodistas, gentes del común entrevistadas en las calles por la tele y la radio y demás, andan reclamando cambios drásticos. Inclusive el alejamiento de Diego Maradona del cuerpo técnico de la Selección Argentina.

Además del resultadismo, hay otros motivos para la preocupación. Es que, si la Selección no se clasifica para el Mundial de Sudáfrica, muchos de quienes se lamentan se perderán viajes, negocios, congresos y otras cuestiones vinculadas habitualmente con los grandes certámenes que organiza la FIFA.

Pero antes de ahora no se oyó ni se leyó que fuera cuestionado uno de los futbolistas más afortunados de la historia, Gabriel Heinze, que jamás pudo razonablemente jugar en la Selección, ni en los conjuntos supergalácticos europeos de los que formó parte. Es que no solamente en el fútbol argentino, sino en general el fútbol de todo el mundo, se manejan criterios de evaluación de futbolistas que, por ejemplo, provocaron que el torpe Fabio Cannavaro haya sido elegido el mejor jugador del Mundial 2006. Ojo, Heinze tampoco va de marcador central.

Tampoco antes de ahora se analizó un gesto aparentemente menor del cuerpo técnico de la Selección, cuando faltando seis o siete minutos para el final del partido Argentina 1-Colombia 0, en una actitud mezcla de ignorancia y pusilanimidad, se decidió el cambio de Tevez por Burdisso. Si la idea era tener la pelota, queda claro que es más Tevez que Burdisso. Ahora, si había que “tomar precauciones” por temor a vaya uno a saber qué cosa, se trata de otra historia. Más cuando se anda diciendo que la Argentina tiene que salir a buscar el empate en Asunción.

Hay montones de asuntos más a analizar y que tienen que ver con el rendimiento de los jugadores, algunos de ellos superestrellas, y que de acuerdo con sus antecedentes estuvieron demasiado cerca de la frustración en lo que hace al juego.

Por ejemplo, si en el Mundial de Corea-Japón, en 2002, escribió quien esto escribe ahora que Verón era un jugador bárbaro que había jugado muy mal, por estas horas lo mismo le cabe a Messi.

Y tampoco antes de ahora parece haberse descubierto, en especial para los sempiternos militantes de la ortibada, que a Maradona se lo puede criticar. El problema es que, antes de pedir que se vaya, instauraron el “sidieguismo” casi como una letanía.

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