DEPORTES › EL BAHIENSE EVITO QUE LA VISITA AL
HOSPITAL POSADAS SE SUSPENDIERA

Los niños primero, pese a la seguridad

 Por Mariana Carbajal

El furor que despierta Ginóbili a su paso y las estrictas medidas de seguridad que exige la NBA a su alrededor estuvieron a punto de hacer naufragar el encuentro de la estrella argentina de los Spurs con medio centenar de chicos con VIH que lo esperaban desde hacía un par de horas en el Hospital Posadas con dibujos, cartitas y botas de básquet de goma eva hechas con sus manos. Pero la insistencia de Manu, conmovido por la situación, venció la resistencia de los organizadores de la NBA y los pequeños pudieron verlo y hacerle llegar su mensaje: que difunda por el mundo que el virus no se contagia por una caricia y que no se discrimine a los portadores del VIH como ellos.
Fue el final de una tumultuosa recorrida por el Posadas, en Haedo, en la que participaron seis jugadores de la NBA, entre ellos los argentinos Carlos Delfino y Andrés Nocioni y el imponente congoleño Dikembe Mutombo, 2,18 metros de altura. La actividad estaba prevista en el marco de un convenio con Unicef para sensibilizar sobre la prevención del contagio del VIH entre los jóvenes. Pero fue tal la convocatoria de curiosos que se agolparon en los pasillos del hospital –entre pacientes y sus familiares, adolescentes del barrio, enfermeras trepadas a bancos y médicos con cámaras digitales colgadas del cuello en lugar del tradicional estetoscopio–, que la NBA amagó varias veces con cancelar la visita. Aunque seguridad no faltaba: para garantizarla, desde las seis de la mañana se desplegó un operativo especial que contó con más de cien policías, entre efectivos de la Bonaerense, la Federal –incluidos custodios especiales de civil–, de seguridad interna del Posadas y los propios guardias de la NBA.
Ginóbili y sus compañeros recorrieron primero los sectores de Neonatología, Internación Pediátrica y Oncohematología Pediátrica, donde saludaron a los pequeños internados y les llevaron regalos. Mientras, en los pasillos los fans del ídolo argentino se apretujaban con un enjambre de casi un centenar de camarógrafos, fotógrafos y cronistas que impedían el normal funcionamiento del hospital. Indignada, una señora vociferaba: “¡Esto es una vergüenza. Están perjudicando a mi nietito!”. El pequeño, de dos años, acababa de ser operado y debía ser llevado del quirófano a una sala de Oncología, pero la multitud no permitía el traslado. En medio del caos, un movilero de Crónica TV con un camarógrafo se coló sin permiso en una habitación de Neonatología, con chiquitos internados, y dio más elementos a la NBA para pensar en suspender la actividad.
Pero cuando ya nadie lo aguardaba (por los sucesivos rumores de cancelación), Manu llegó finalmente al Pabellón de Infectología, donde lo esperaban medio centenar de chicos y adolescentes con VIH que se atienden ambulatoriamente en el Posadas. Para recibirlo habían hecho un mural con dibujos y artículos periodísticos sobre la actuación de los Spurs. Hasta allí llegaron Ginóbili, Nocioni y Mutombo marcados a presión por varios custodios. Cuando estaban a punto de traspasar la puerta para encontrarse con los pequeños, Helen Wong, directora de Comunicación de la NBA, ordenó dar media vuelta y abandonar el lugar: “No hay seguridad. Acá no entran”, se plantó en seco. Fue el bahiense quien la convenció de seguir adelante. “Los chicos están esperando hace horas”, le suplicó para que cambiara de parecer. Y lo logró. Después vinieron los aplausos. Una mamá leyó una carta de los chicos: “Este día será recordado por muchísimo tiempo”, le agradeció a los tres jugadores. “Cuando saben que somos portadores de esta enfermedad somos rechazados en colegios, cumpleaños... nuestros padres son despedidos en sus trabajos y a veces obligados a pedir monedas en la calle...”, siguió la mujer en nombre de los pacientes. Y terminó con un pedido a las estrellas de la NBA para difundir en el mundo un mensaje por la “no discriminación” a pacientes como ellos. Manu agradeció “la bienvenida” y le cedió la palabra a Mutombo, oriundo del Congo, quien creó una fundación que se dedica a tareas humanitarias en su tierra natal. “El mensaje que nos han dado es muy fuerte. Lo vamos a compartir para que todo el mundo se entere del dolor que significa vivir con VIH. El sida es un problema mundial. Está por todo Africa, por Asia. Tengan esperanzas y sean muy fuertes. Con su esperanza, la enfermedad puede ir más lenta y ustedes pueden tener una mejor calidad de vida. Tengan mucho coraje y mucha fuerza”, les dijo el veterano de la NBA. Y así, velozmente como habían llegado, se fueron: sin firmar autógrafos ni conversar mucho más con los chicos.
Algunos se quedaron apesadumbrados. Como Carlos, de 12 años, portador de VIH, de Rafael Castillo, cuyos padres murieron y vive con su abuela Hilda, que lo mantiene apenas con un Plan Jefas de Hogar. Carlos estaba triste porque no había podido entregarle a Ginóbili la carta en la que le pedía un equipo de River. Se había desvanecido así su única esperanza para conseguir el uniforme de su club favorito y su abuela trataba de consolarlo.

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