DEPORTES › MUY CERCA DE LA CONCENTRACION ARGENTINA

Mucho no se habla de Mundial

 Por Juan Jose Panno
Desde Nuremberg

Se habla poco del Mundial en Nuremberg. Se habla poco directamente o, en todo caso, si se habla mucho no se nota porque todo el mundo conversa en voz bajita. Los autos vienen sin bocina, o al menos eso parece; en lugar de colectivos con caño de escape libre hay amplias bicisendas o tranvías eléctricos policromáticos que pasan como suspiros. El Mundial está en las vidrieras de los negocios. Pelotas de chocolate en la bombonería, jugadorcitos de cartón en la librería, banderas de todos los colores en el bar, alfombras con áreas penales pintadas en las ventanillas de Lufthansa. Entre hoy y mañana empezarán a llegar los mexicanos que le pondrán un poco de ruido y color a la antesala del partido que jugarán el domingo contra Irán y se cruzarán con los argentinos que vendrán a darle el último aliento a la selección antes del debut en Hamburgo.

El Mundial está en los escaparates, y el comercio minorista alemán espera que la Copa del Mundo le produzca ingresos por 2 mil millones de euros mientras la FIFA calcula que la venta de artículos con el logotipo institucional generará una facturación de mil quinientos millones de euros. Todos los datos se relativizan cuando se descubre que la pelota oficial cuesta 110 dólares, pero si se camina un poco se puede conseguir de oferta promocional en una casa de deportes a 25 euros. El gobierno federal ha comprometido unos 30 millones de euros para los programas artísticos y culturales que se desarrollan paralelamente a la Copa del Mundo.

En Nuremberg, por ejemplo, como parte de ese programa, en el frente de cada iglesia hay una obra artística diferente con un toque futbolero. En la ST Lorenzkirche, una catedral imponente del siglo XV, hay una fotografía de la Boca. De fondo, casas con techo chapa, de frente, un arquito azul pintado en la pared y un graffiti con un mensaje universal: “te amo”. Los vendedores de los puestos de comida vecinos y los agentes turísticos más próximos no tienen ninguna referencia del autor de esa foto, pero informan que en el piso hay una marquita, a unos seis pasos del cuadro, para que los niños alemanes pateen penales al arco dibujado. Intercambio cultural, que le dicen.

El hombre del bar, el recepcionista del hotel, el taxista, el diariero y el mozo, los personajes que según dicen los expertos en turismo definen la imagen de un país, diluyen la fisonomía de la selección alemana: nadie cree demasiado aunque los tres goles contra un rejuntado de Colombia levantaron un poco el ánimo. Argentina gout, coinciden ellos, y uno arquea las cejas, que finalmente es más fácil que decir “bueno, vamos a ver si gout o no gout, esperemos el desarrollo de los acontecimientos, gout que Pekerman ponga buenos jugadores pero más gout todavía si los hace entrar a Messi y a Tevez”. Uno arquea las cejas, dice “Ja, gout” y sigue esperando cada vez con más ansiedad –como todos– que de una buena vez empiece a rodar la pelotita.

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Los Javier, Saviola y Mascherano, en la práctica.
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