DEPORTES › LAS CLAVES DE UNA VICTORIA APLASTANTE E INOLVIDABLE

Cómo explicar un 6-0 en un Mundial desde lo razonable

Ocho aspectos de una sólida actuación que sirvió para pasar a los octavos de final del Mundial y despejar aquel fantasma de la eliminación en primera ronda que persiguió a la Selección los últimos cuatro años.

 Por J. J. P.
Desde Gelsenkirchen

1. La actitud. El equipo se plantó posicionalmente como se podía esperar y asumió una actitud ofensiva muy decidida sin ponérselo a pensar demasiado. Como esos boxeadores que de un salto llegan al centro del ring cuando suena la campana, comenzó a tantear por dónde meter la primera mano y lo consiguió muy rápido.

2. La tranquilidad. El gol sirvió como sedante y abrió el partido porque obligó al rival a no colgarse del travesaño si es que se le pasaba por la cabeza hacerlo.

3. La debilidad del rival. Los serbios nunca supieron de qué se trataba. Dieron ventajas en todas las líneas y pareció en el segundo tiempo que lo único que les importaba era que el reloj marcara el final.

4. La eficacia. Cuatro o cinco llegadas en el primer tiempo, tres goles. El equipo de Pekerman fue contundente y no desaprovechó ninguna de las oportunidades que generó. A los tres goles habría que agregarles un remate de Riquelme alto y un centro que, por muy poquito, no alcanzó Crespo. En el segundo tiempo se marcaron otros tres goles en seis llegadas claras.

5. El manejo de los tiempos. Parado como enganche, con espacios porque el hombre que destinaron para que lo marcara no logró anticiparlo nunca, Riquelme manejó los hilos del partido, puso la pausa necesaria y metió algunos pinchazos que le duelen a cualquier rival. Más allá de Román, todos supieron regular en el segundo tiempo y tocar a los costados o hacia atrás si se justificaba, pero pensando siempre en hallar un agujerito para verle la cara al arquero serbio.

6. El recambio. Ingresó Cambiasso por Lucho González y al menos en el primer tiempo se mantuvo el mismo dispositivo táctico con idéntica eficacia. Cambiasso entró con el pie derecho para poder clavar a poco de su ingreso el zurdazo del segundo gol. En el período final, Maxi pasó al otro lado. Tevez y Messi le aportaron explosión y brillo con el partido ya liquidado. Pero seguramente lo podrían hacer en otras circunstancias.

7. La solidez. En noventa minutos los serbios dispusieron de sólo un par de situaciones: un remate de Milosevic que tapó Abbondanzieri y un cabezazo desviado del mismo número 9. Seguros los del fondo y tranquilo el arquero... Claro que el rival exigió más bien poquito.

8. Las individualidades. Todas en alto nivel, ninguno bajó de los seis puntos y varios llegaron a los nueve.

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El saludo final del equipo argentino, que tuvo fundamentos para golear.
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