DEPORTES › ARGENTINA YA ES CANDIDATA PARA TODO EL MUNDO

Le sacaron lustre a la chapa

La actuación de la Selección fue, hasta ahora, la mejor del Mundial y abrió los ojos de los rivales, que ya le asignan un auténtico papel protagónico.

 Por Pablo Vignone

El carnaval que desató la Selección Argentina en Gelsenkirchen, cuyos pormenores fueron desmenuzados con propiedad por los enviados especiales de Página/12 al Mundial unas páginas más adelante, resultó la actuación más soberbia de un equipo en lo que se lleva disputado de la Copa del Mundo, y pone en primer plano una condición que los equipos nacionales llevan siempre consigo en competencias internacionales de este tono, que no es innata pero sí erigida con el devenir de la historia futbolera de este país: la chapa de candidato. Un papel que este equipo no quería protagonizar sino hasta las instancias definitivas, pero que ahora está a la vista, a la consideración del mundo futbolístico, y que es innegable.

“Paliza de Argentina –escribe El País de Madrid–. Argentina recupera el gol global y recuerda a los campeones del ’86.” Para La Gazzetta dello Sport, “fue una prueba prepotente de fuerza: la Argentina demuele a Serbia y se erige como candidato principal de Alemania 2006”. Según O Globo, “la Argentina mostró que el show es para ser dado dentro del campo, y se clasificó con una actuación primorosa”. “¿Cómo no poner a la Argentina en la lista de candidatos –se pregunta L’Equipe– después de la demostración de clase y elegancia (...). Argentina brilló y probó que tiene todas las armas para levantar el trofeo, 20 años después, bajo los ojos de la leyenda”, en referencia a Diego Maradona. En Inglaterra, The Guardian lanzó un elogio para abrir bien los ojos: “Con el gol de Messi concluyó la mejor exhibición de un equipo en el torneo. Posiblemente de cualquier torneo”.

Una de las razones que con más frecuencia se esgrimió para explicar la debacle del seleccionado en el Mundial anterior estaba relacionada de forma directa con esa chapa –acaso valorada en exceso– en los momentos previos al torneo disputado en el Lejano Oriente, hace cuatro años. Con mayor panorama, está claro que aquel equipo llegó antes a su pico máximo de rendimiento físico, el andamiaje sobre el que descansaba la realidad del fútbol que se jugaba entonces, y que en plena competencia se venía en picada. Sin embargo, como mecanismo de defensa primario, siguió esgrimiendo ese argumento hasta no hace tanto tiempo y este proceso se escudó también en esa idea: es preferible no ir con tanta chapa. El debut de Brasil en este Mundial pareció, inclusive, comprobar la teoría en este caso aplicado al nuevo candidato excluyente. “¿Candidatos? Nooooooo –se atajó Juan Pablo Sorin ayer tras el partido–. Candidato es Brasil, Alemania, también Inglaterra...”

La Argentina ha tenido, a lo largo de su historia en los mundiales, partidos como éste de ayer que la convalidan como lo que es, una potencia del fútbol mundial, aunque no siempre con la contundencia exhibida en Alemania. En el ’78 fue el 2-0 sobre Polonia; en el ’86, la victoria sobre Inglaterra. Los memoriosos recuerdan el fantástico 4-1 sobre Hungría en Alicante, durante el Mundial de 1982; lamentablemente, aquella sensacional actuación no se vio reflejada en el rendimiento posterior.

Si de merecimiento se trata, esta Selección que (para los estadígrafos) marcó en un solo partido más goles (6) que la del ’90 en todo el Mundial de Italia (5) y que (para los apasionados) desplegó en 90 minutos más juego que la del ’90 en los 690 minutos que estuvo en el campo, y teniendo en cuenta que aquélla se quedó con el subcampeonato, este equipo de Pekerman debería ser disparado directamente a la final. Aunque parezca una exageración, es el lugar que el fútbol de este equipo se ha ganado y, honradamente, le reconoce el resto del mundo.

Ya se venía atajando Carlos Parreira, el entrenador de Brasil, tratando sin duda de quitarse algo de presión de encima. Ese respeto no es nuevo y está globalizado. Dentro de las fronteras es arduo de percibir, quizá, y probablemente por esa razón cundió el pánico el día del sorteo de este Mundial, el 9 de diciembre pasado (hace poco más de seis meses) en Leipzig, cuando la Argentina cayó en lo que los medios creyeron era un grupo de pesadilla (pesadilla que ayer fue propiedad serbiomontenegrina). Pero el silencio que provoca la obligación de tener que enfrentarse a la Argentina suele ser, afuera, tan o más sepulcral.

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