Los campeones mundiales de 1978 suelen expresar cierta amargura por lo que entienden es una falta de reconocimiento a su logro deportivo, manchado por las circunstancias de tragedia que asolaban a la Argentina. Sin embargo, representantes de organismos de derechos humanos reivindicaron ayer a los futbolistas que ganaron el Mundial 1978 por haberle acercado “alegría al pueblo” en medio del horror de la dictadura militar. “Algo tiene que quedar claro y es que no estamos acusando para nada a los campeones del ’78, otrora chicos de veinte años que hoy manifiestan claramente lo que piensan”, sostuvo Tati Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, durante la presentación del partido La Otra Final, que se jugará el domingo en cancha de River para homenajear a las víctimas de la dictadura militar. “Esta Otra Final tiene que generar conciencia crítica y otros valores que nos tienen que iluminar el presente”, opinó Adolfo Pérez Esquivel, titular del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) y Premio Nobel de la Paz en 1980, quien estuvo detenido y sometido a torturas durante 28 meses, hasta dos días antes de la final con Holanda. “Todos festejaban los goles, los represores y los detenidos”, recordó. Del partido, que comenzará a las 15 con entrada gratuita, participarán algunos de los futbolistas campeones del mundo, jugadores de la Sub-20 y jóvenes no profesionales, con las camisetas de la Selección. “Estaba exiliada en España y mis hijos festejaban los goles con sus amigos españoles –recordó Alba Lanzillotto, de Abuelas de Plaza de Mayo–. Es que los jugadores dejaron esa hendijita abierta para la alegría. Los jugadores le dieron esa alegría al pueblo, a los que sabían lo que estaba pasando en aquellos días y a los que no”, señaló. “La del domingo puede ser una buena ocasión para reconciliarme con el fútbol, al que le tenía rabia desde aquel Mundial y se me cruza durante cada Mundial. Pero en el fondo los jugadores no tuvieron nada que ver”, sostuvo Mabel Gutiérrez, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. Su hijo Alejandro fue secuestrado por un grupo de tareas el 27 de junio de 1978, dos días después de la final.