DIALOGOS › MARTIN MCGUINESS, UN HOMBRE CLAVE EN LA HISTORIA RECIENTE DE IRLANDA

“Quiero ver el fin del dominio británico en mi país”

Es viceprimer ministro de Irlanda del Norte. Fue uno de los principales líderes del IRA y figura central en las negociaciones que derivaron en la firma de la paz en 1998. Desde su partido, intervino en procesos similares en el mundo, como Bagdad, el País Vasco o Colombia. A cien años de la Independencia y en diálogo con Página/12 hace un repaso de la lucha armada, su participación en ella y las expectativas por la reunificación irlandesa.

 Por Luciana De Mello

En 1970 Martin McGuinness se unía al IRA y un año más tarde ya era uno de sus principales líderes militares. Como miembro de Sinn Féin, brazo político del IRA, fue una figura clave en las negociaciones que terminaron con la firma de la paz en el Acuerdo del Viernes Santo de 1998. En 1999 fue ministro de Educación y hoy es el viceprimer ministro de Irlanda del Norte. Desde su partido ha intervenido en los procesos de paz y cese al fuego en lugares como Filipinas, Bagdad, Irak, Sri Lanka, el País Vasco y Colombia. Hoy en día, Sinn Féin cuenta con cuatro diputados en la Cámara de los Comunes británica, asientos que nunca ocuparon porque para hacerlo es preciso jurar lealtad a la reina, reconociendo así su jurisdicción sobre Irlanda del Norte. En esa isla que podría recorrerse de norte a sur en ocho horas de auto hay dos países, dos religiones, dos lenguas y hasta dos nombres para una misma ciudad. Basta preguntar de dónde sos para saber si el que está en frente viene de un lado o del otro de la historia. Derry, contestan los católicos mientras que los protestantes dirán Londonderry. Y para evitar la incorrección política y no molestar a nadie, los carteles LED de los micros de larga distancia entran al condado intercambiando esquizofrénicamente el nombre de la ciudad que fue el principal centro de reclutamiento del IRA. Sin embargo, el cruce de la frontera es algo casi imperceptible. Los check points que requisaban a cada vehículo que intentara entrar o salir de Irlanda del Norte durante los años de mayor conflictividad hoy ya son parte del pasado. Lo único que alerta que se ha pasado al otro lado, además del uso mayoritario del euro contra la libra norirlandesa, son los carteles de señalización. Hospitales, condados, aeropuertos escritos en celta y más abajo su traducción en inglés aunque la mayor parte de la población ya casi no lo hable. Lo que importa es la victoria que encierra la persistencia de esa lengua prohibida durante tanto tiempo, usada por los rebeldes para comunicarse cuando caían presos. Es que las guerras y sus restos sobreviven, ante todo, en la lengua, y desde ella se ejerce la memoria de vencedores y vencidos, como también sus resistencias.

En la sede de Sinn Féin de la ciudad de Derry, donde nos encontramos con Martin McGuiness para la entrevista, hay una sala cuya pared principal está revestida por un mural de los líderes de la Rebelión de Pascua y en todo el lugar cuelgan fotos en blanco y negro de algunos de los cientos de soldados muertos en combate durante el tiempo conocido como “The troubles”.

–¿Cómo se vive hoy, en Irlanda del Norte, el centenario de la Rebelión de Pascua de 1916?

–Yo me siento muy orgulloso de esos líderes que dieron un golpe por la libertad de Irlanda. Obviamente, desde nuestra perspectiva, el lado triste de la historia es que después de la Rebelión de Pascua tuvimos la guerra de la independencia donde el IRA luchó contra el Ejército británico y los black and tans (fuerza paramilitar de la Policía Real Irlandesa que atacaba mayormente a la población civil), y como resultado de esa lucha y de las negociaciones que le siguieron, Irlanda fue dividida en norte y sur. Nosotros, los que pertenecemos a la comunidad proirlandesa nos quedamos atrapados dentro de un Estado que fue controlado por los británicos y los irlandeses unionistas que los apoyaban. Hubo muchas décadas de injusticia y desigualdad, discriminación y dominación que dieron origen a las protestas por los derechos civiles de finales de los 60 a las que el Ejército británico respondía con violencia, baleando a sus manifestantes. El peor episodio ocurrió acá en Derry, en 1972, cuando los paramilitares asesinaron a 14 personas y nos vimos obviamente involucrados en un conflicto desatado en toda su expansión contra las fuerzas del Estado. Muchos jóvenes como yo se unieron al IRA en ese momento.

–¿Cómo se toma una decisión así, cuándo y cómo fue su enrolamiento?

–Yo tendría unos 20 o 21 años en ese momento. La Policía le disparó a dos manifestantes, Seamus Cusack y Desmond Healey. Los tíos de Seamus Cusack vivía en mi calle y el cuerpo de Desmond fue llevado a nuestra calle después de que lo balearan. El primer cadáver que vi en mi vida, fue una experiencia impactante. Más tarde, un hombre llamado Sammy Devenney murió por una golpiza a manos de la Policía. Las protestas estaban prohibidas y por eso ocurrió la batalla del Bogside, cuando resistimos contra la Policía y el Ejército británico. Fue a causa de todo eso que me uní al IRA. También reconozco que muchos jóvenes no lo hicieron, pero otros muchos sí. Fue una decisión muy pensada y resultado de la represión del Ejército contra la gente de mi ciudad, una ciudad cuya muralla –construida por los británicos– tiene una antigüedad de 400 años. Derry ha estado ocupada desde entonces. Encima tuvieron la caradurez de cambiarle el nombre por Londonderry, lo que ofende a mucha gente. Si tenemos en cuenta la historia de Irlanda, y el hecho de que toda la isla fue colonizada por los británicos, nosotros creemos que tenemos el derecho, al igual que cualquier nación amante de la libertad, de luchar por nuestra liberación y eso es lo que hicimos. Cuando uno observa este Estado norteño que se creó después de la partición y los niveles de injusticia y discriminación que existían, no debe sorprenderle a nadie que acá haya habido un conflicto durante tanto tiempo.

–¿Piensa que este estado de igualdad podría haberse logrado sin el uso de la violencia?

–No, no lo creo. Es lo mismo que está sucediendo en Palestina y lo que ocurrió en Sudáfrica, donde los jóvenes se levantaron contra las injusticias del Estado. Fue una consecuencia inevitable de la discriminación que existía. Es una pregunta que se plantea a menudo así que vamos a partir de la base de que si no hubiera habido violencia de nuestra parte y hubiésemos continuado la lucha por los derechos civiles solamente mediante las manifestaciones, la pregunta es si esas acciones hubieran logrado cambiar la naturaleza del Estado. No lo creo. Creo que todavía estaríamos gobernados por un gobierno prounionista en Belfast. Recordemos que hasta 1972, el gobierno era efectivamente un gobierno unionista apoyado por el gobierno británico que excluía a los nacionalistas. De hecho, el ex primer ministro de Irlanda del Norte de aquel entonces dijo que el Parlamento era un Parlamento protestante para un pueblo protestante. La única ley que los nacionalistas lograron sancionar en ese momento fue la Ley de las aves silvestres. Se avanzó más sobre los derechos de los animales que sobre los de las personas. Nunca tuvimos la autoridad política que tenemos en estos momentos.

–Es mucha la gente que anhela, casi con romanticismo, el hecho de ver una Irlanda unida pero que al mismo tiempo no está dispuesta a hacer sacrificios económicos. ¿Qué políticas económicas deberían implementarse para que la reunificación de Irlanda fuera posible?

–Creo que el mismo debate que sucedió en Escocia se va a dar acá también, yo trabajo sobre la base de que una Irlanda reunificada, bajo un gobierno de Sinn Féin, será mucho más próspera que lo que es el norte en este momento porque sería un gobierno del pueblo y para el pueblo y no como lo que hemos visto desde la fundación de la República -gobiernos cómplices de los banqueros, de los grandes desarrolladores inmobiliarios y de todas las personas que efectivamente han destruido la economía irlandesa-. Creo que es propio de una visión muy estrecha de la realidad pensar que tendremos un mejor nivel de vida por recibir beneficios del Gobierno británico. Esas personas deberían tener la misma visión que tuvieron los líderes del levantamiento 1916. Este es un año que nos desafía a reflexionar y tener en cuenta lo que intentaron hacer esos hombres.

–Pero existe hoy cierto hastío de la gente que está cansada de la política sectaria entre católicos y protestantes.

–El problema es que el único responsable del sectarismo que existió en Irlanda del Norte fue el Gobierno británico. Ellos dividieron a la gente de Irlanda. Ellos fueron quienes apoyaron a los políticos sectarios protestantes para la comunidad protestante. A nosotros no nos interesa gobernar sólo para los católicos, sino para los protestantes del norte también. Como primer viceministro, es mi deber cruzar la brecha y afianzar las relaciones entre las dos comunidades. Participé en dos actos –tan simbólicos como significativos– de reconciliación con la comunidad unionista, gente que siente un enorme aprecio hacia la reina Isabel. Me reuní con ella en tres ocasiones. Para mí fue algo muy difícil de hacer y estoy seguro de que para ella también. Pero creo que de todos los partidos del norte, Sinn Féin es el que más ha hecho para acercarse a la comunidad unionista.

–La reforma educativa promovió escuelas integradas para chicos católicos y protestantes, sin embargo a pesar de compartir el edificio, aun así asisten a clases por separado. ¿Cómo está funcionando esta política de integración?

–El 7 por ciento del sistema educativo está integrado, pero tenemos un sistema donde las personas tienen derecho a elegir dónde quieren que sus hijos vayan. Si hacemos memoria, la razón por la que en el norte llegamos a tener un sistema de educación dividido, fue por las injusticias que sufrimos los católicos desde la fundación del Estado. Nosotros heredamos un sistema de educación dividida pero estamos haciendo algo para tratar de cambiar eso en este momento. En la ciudad de Omagh, por ejemplo, se están construyendo seis escuelas en el predio de una ex base militar para que puedan concurrir jóvenes de todos los credos. Tenemos pensado hacerlo en todo el norte y ya aseguramos medio billón de libras en educación para acercar a nuestros jóvenes no solo desde las escuelas sino también mediante la construcción de viviendas sociales donde convivan las dos comunidades.

–¿Cuáles son las diferencias entre los revolucionarios de 1916 y los miembros del IRA que continúan luchando hoy sin respetar el acuerdo de paz?

–La gran diferencia es que durante más de 25 años el IRA luchó contra el Ejército Británico y las fuerzas militares del Estado hasta que el IRA llamó a un alto el fuego en 1994 rompiendo el círculo de violencia. Después del alto de fuego, que terminó en el acuerdo de paz de 1998, la gente del norte y del sur votó a favor de ese acuerdo de manera abrumadora a través de un referéndum. Pero por supuesto, como usted dice, había un número pequeño, no representativo, de grupos armados que creyeron que tenían el derecho de seguir adelante. Y lo que se tiene que hacer es examinar –incluso desde una perspectiva militar– las actividades de esos grupos desde 1998. A casi 20 años, ¿cuán efectivo que han sido? Totalmente ineficientes. El peor evento en el que estuvieron involucrados fue la detonación de una bomba en Omagh, en la provincia de Tyrone, donde mataron a 30 personas. No atacaron al Ejército británico ni a la Policía. Ahora se dirigen a los agentes de Policía, pero no han tenido éxito y muchos de ellos están involucrados en hechos de extorsión y son parte del crimen organizado de las diferentes comunidades. Es evidente, en cualquier situación después de un conflicto, siempre habrá personas que alberguen la idea de que sumergirse de nuevo en el pasado es algo bueno. No creo que lo sea. Creo que la única manera en la que se puede llegar a la reunificación de Irlanda ahora es en términos pacíficos y democráticos. Y en el Acuerdo de Viernes Santo establecimos que si la mayoría de la gente del Norte vota a favor de dejar de ser parte del Reino Unido, entonces el gobierno británico tendrá que aprobar una ley para llevar a cabo la unificación de Irlanda. Así que hay un camino democrático. Cuando nosotros luchábamos contra el Ejército británico había desigualdad, injusticia y discriminación. Nadie puede decir que eso exista hoy y esa es la gran diferencia. Ahora estamos en el gobierno, tenemos cinco ministros y el SDLP (Partido Socialdemócrata y Laborista. Fue el más votado durante los conflictos por su posición republicana-pacífica) tiene uno, tenemos control sobre presupuestos enormes. El Acuerdo de Viernes Santo se trata de establecer una Comisión de Derechos Humanos, una Comisión de Igualdad. Así que ha habido un cambio masivo y aquellos que sostienen que tienen el derecho de participar en la lucha armada deberían mostrarnos cómo piensan lograr la reunificación de Irlanda. A mí, ni a la gran mayoría de las personas que viven en el norte, nos han convencido.

–¿Puede ser que la gran mayoría nunca haya apoyado un conflicto bélico?

–El IRA no podría haber tenido éxito en las batallas que libró contra el Ejército británico si no hubiera tenido el apoyo de la gente en el norte. En ese momento, supongo que el mayor de los partidos católicos era el SDLP. Y había mucha gente en el SDLP que apoyaba al IRA. De hecho yo me quedé en sus casas mientras estuve prófugo. Así que aunque la gente votara a otro partido y no a Sinn Fein, había una gran comprensión de por qué los jóvenes se unían al IRA y combatían contra las fuerzas del Estado.

–Debe ser difícil trabajar para construir una sociedad con quienes han sido sus enemigos...

–Es más difícil para los políticos unionistas que para mí. Porque creo que hay un resentimiento muy fuerte dentro de algunos sectores de la población probritánica hacia la gente que, como yo, estuvo combatiendo contra el Estado y ahora contamos con un apoyo político tal que somos gobierno. Todavía me cruzo con políticos en el edificio del Parlamento que pasan a mi lado y no saludan, no me miran, como si no existiera. Pero ese es su problema. Yo soy agradable con todos, incluso con la gente así.

–¿Cómo fue esa transición de ser soldado a pacificador y político?

–Yo siempre fui político, incluso cuando era miembro del IRA. A principios de 1990, comencé a leer una gran cantidad de tesis de los generales británicos, y todos ellos llegaban a la conclusión de que no podían derrotar al IRA. Obviamente que tanto los miembros del IRA, como las personas que nos apoyaban, estaban muy contentos con esta conclusión. Pero a mí se me planteaba una pregunta mayor. ¿Si esto es lo que cree el Ejército británico, qué es lo que cree el IRA? ¿Pensábamos que nosotros sí podíamos derrotarlos? Si la respuesta era la misma que la de ellos, entonces estábamos en un círculo vicioso de violencia que continuaría durante mucho tiempo más. Así que lo que decidimos hacer, Gerry Adams, yo y otros, fue romper el ciclo de conflicto convenciendo al IRA de que parase, y movilizando a la opinión pública en América, Europa y el sur de Irlanda. Tuvimos mucha suerte de que en ese momento Clinton estuviera en el gobierno y decidido a contribuir con el proceso de paz. En ese momento Albert Reynolds era Taoiseach (presidente) del sur de Irlanda y fue de gran ayuda al proceso de paz. Y, por supuesto, John Hume. El fue probablemente la única persona en el SDLP que tenía una visión de cómo hacer que el proceso de paz resultara exitoso. El diálogo que se estaba dando entre el padre Alec Reid, Gerry Adams y John Hume nos aseguraba a los líderes del nacionalismo en el norte, el apoyo del Taoiseach en el sur, y el de Bill Clinton desde Estados Unidos. Nuestro argumento hacia adentro del IRA era que sólo dejando la lucha armada alcanzaríamos el apoyo suficiente para lograr la paz. Mientras tanto, yo conversaba con el gobierno británico por canales extraoficiales. Llegamos a la conclusión de que los británicos no respetarían su propio acuerdo y descartarían las mismas propuestas que estaban sugiriendo. Entonces decidimos ir por otro camino, logramos convencer al IRA de que depusiera las armas y eso inmediatamente le metió presión a los oponentes políticos de Sinn Fein. James Molyneaux, el entonces líder del partido Unionista del Ulster, resumió esto mejor que nadie cuando describió el día del cese al fuego como el evento más desestabilizador desde la partición de Irlanda. Esto puso en evidencia que la gente que estaba a favor de la desigualdad y la injusticia tenía miedo de la paz. Lo que ha ocurrido en los últimos 20 años reivindicó nuestra posición, a pesar de todo hemos logrado el Acuerdo de Viernes Santo y hoy tenemos un gobierno inclusivo en el norte. Sinn Féin creció mucho como partido durante todo este tiempo y es cada vez más fuerte en toda Irlanda, tanto en el norte como en el sur.

–¿Hay algo de lo que se arrepienta en todos esos años de lucha?

–Yo lamento que tanta gente haya muerto en este conflicto, que haya habido tanta injusticia y discriminación. Perdí muchos amigos como resultado del conflicto y reconozco que hay mucho dolor de los dos lados, tanto en la comunidad unionista como en las familias británicas cuyos hijos perdieron la vida en las calles de Derry. Y no hay nada que pueda hacer respecto del pasado, solo trabajar por el futuro y mi trabajo es asegurar que nunca más tengamos que ver lo que vimos.

–¿Cómo y cuándo cree que ocurrirá la reunificación de Irlanda?

–Ahora tenemos el control de casi todo acá en el Norte: salud, educación, agricultura, medio ambiente y muchos otros temas más. Lo único que no controlamos es el presupuesto, que lo controla Westminster, peleamos constantemente por tener un mayor poder fiscal. Somos un partido que cree en el desarrollo de una única economía de Irlanda, porque tenemos seis millones de personas en una isla con dos sistemas de educación, dos sistemas de salud, eso no tiene ningún sentido. En este momento hay un proyecto de hospital en la frontera que se va a usar para asistir a la gente de ambos lados, tanto del norte como del sur, con un presupuesto compartido. Ese es el camino, unir a la gente en situaciones de evolución. Yo soy un irlandés republicano, quiero ver el fin del dominio británico en mi país. Quiero ver una Irlanda libre e independiente, eso es lo que me mueve como persona, porque en realidad se trata de un sentido de justicia social, de igualdad para todos, católicos y protestantes. Yo voy a seguir trabajando para que podamos ver que es mucho más lo que tenemos en común que lo que nos divide.

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