DISCOS › “KAYA N’GAN DAYA”, LA VERSION-GIL DEL PROCER JAMAIQUINO

La ruta de Gilberto Marley

El DVD no sólo retrata un show del brasileño en Jamaica: también incluye un documental en el que deja constancia de sus vínculos con Bob.

 Por Eduardo Fabregat

No es precisamente una de esas novedades que llaman a detener las rotativas –o algo así–, pero hay que empezar por algún lado y, entonces, volver a decir que Bob Marley es un idioma universal. Y que la popularidad de la embajada reggae/rastafari de Robert Nesta, esa suerte de iglesia universal que generó un hombre y su alma (y una guitarra), ha dado también efectos negativos, homenajes, reversiones y remixes que vampirizan al jamaiquino sin un resultado artístico que lo justifique. Los ejemplos pueden ir de los mixes ralentados de Bill Laswell (el poco logrado Dreams of freedom) al engendro Ukulele Summit, músicos hawaianos dándole masa –literalmente– a las canciones de Bob en ukelele. Qué diría el Santo Rasta.
Pero Gilberto Gil es otra cosa. El ministro de Cultura de Brasil, detalle para nada despreciable, es negro, lo que le da varios cuerpos de ventaja sobre los blanquitos con ukelele o lo que venga. Además, es contemporáneo de Bob (apenas tres años mayor) y comenzó a grabar en la misma época. Su defensa de la cultura propia, tan usual en los artistas brasileños, lo hermana con los postulados artísticos de Bob. El mismo Gil brinda una explicación: “Todas esas cuestiones, el poder, la libertad pública, las libertades civiles contra el poder, son manifestaciones del alma de la gente, y a la vez expresan su alegría de vivir. Su grito rebelde, el sonido del júbilo y de la pena. Eso es reggae, y eso es el blues, y eso es el samba: música negra”. Gil entrega esa parrafada en el corazón espiritual de Jamaica, en los estudios Tuff Gong, en plena tarea de grabar Kaya N’Gan Daya, el disco con versiones de Marley editado en 2002 y que ahora llegó a las vidrieras argentinas en formato DVD. Un formato que permite no sólo disfrutar el primer show del proyecto, realizado en noviembre de 2001 en Kingston, sino también meterse en la cocina con un documental imperdible, clips y escenas extra.
Así, Kaya N’Jamaica: The voyage of Gil in the land of Bob Marley muestra el relajado encantamiento de Gil con la experiencia y sus métodos de búsqueda musical, pero también lo pone en contacto con más de un personaje célebre. Andan por ahí nada menos que Sly Dunbar y Robbie Shakespeare, quizá la combinación batería/bajo más redonda del reggae, y productores a su vez de más de un clásico y diversas experimentaciones en dub, a cual más colgada. Y hay un espacio para el filósofo rasta Mutabaruka, quien recuerda que el reggae no es sólo Bob Marley y la ganja, “sino un modo de vida propio del rasta, lo que piensa, lo que come, su visión del mundo, su concepto de la política, su concepto de la religión... el reggae es una herramienta no violenta para la liberación”.
Gil dialoga y comparte, devuelve la visión desde sus propias raíces, y la cámara termina dando testimonio de momentos de intenso intercambio. Lo mismo sucede en sus charlas con Rita Marley (para la grabación, Gilberto convocó nada menos que a las I-Threes, el coro femenino de Bob que completaban Marcia Griffiths y Judy Mowatt), con quien no puede dejar de sucumbir a la curiosidad y pregunta ansioso cómo era Marley en el instante de la creación, cómo trabajaba, qué caminos intentaba en el sutil arte de construir canciones. En esos descubrimientos del espectador ante los descubrimientos de Gil se incluye Errol Brown, emblemático ingeniero de sonido: “Vinimos a grabar a Jamaica pero descubrimos que el sonido de Jamaica no es el estudio... sino Errol Brown”, dice el percusionista Gustavo De Dalva. “De hecho, este ni siquiera es el estudio Tuff Gong original.”
Por el estudio, por el ingeniero de sonido, el aire de Jamaica o por su propio sentido de pertenencia a lo que está cantando, Gilberto Gil demuestra en el show jamaiquino que lo suyo no es un “respetuoso acercamiento”, ni un tributo como tantos, y mucho menos uno de esos productos easy money tan comunes en la industria. Gil traduce canciones como Time will tell (convertida en Tempo só) o Lively up yourself (Eleve-se alto ao céu) y produce una rara alquimia, y rearregla otros títulos como Buffalo soldier, Is this love, Turn your lights down low o Three little birds, y en todos hay una identidad propia y a la vez un profundo vínculo con el espíritu y los instintos de Bob. De eso se trata el disfrutable viaje que propone Kaya N’Gan Daya: un puente en el que Marley y Gil se encuentran y abrazan, y al cabo todos salen ganando.

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Gil en las tierras de Marley: un viaje de alto vuelo artístico.
 
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