SOCIEDAD › DOS CHICOS CONTARON COMO LOS POLICIAS LOS TIRARON AL RIACHUELO

“Ahora sí van a aprender a nadar”

Los dos amigos de Ezequiel Demonty, el chico asesinado por la Federal, declararon en el juicio por el homicidio. Coincidieron en que después de castigarlos con dureza, “todos los policías” actuaron juntos en el momento de obligarlos a tirarse al agua.

 Por Carlos Rodríguez

“Habíamos salido juntos, eran mis amigos, no iba a volver yo solo a mi casa.” Entre sollozos, recreando el cruce a nado de las negras aguas del Riachuelo, de orilla a orilla, Claudio –cuyo nombre completo se mantiene en reserva por ser menor– explicó ante los jueces por qué volteaba la cabeza, buscando con la mirada a sus amigos Ezequiel Demonty y Julio Ismael Paz. El chico, que el 14 de septiembre de 2002 tenía 14 años, respondió preguntas insólitas de los defensores de los nueve policías acusados por el asesinato de Demonty, el único que no pudo retornar vivo a tierra firme. “¿En qué estilo nadaba?”, quiso saber uno de los defensores, como si quisiera establecer si el joven podía o no seguir con la mirada a sus compañeros de odisea. Tanto Claudio como Paz coincidieron en que “todos los policías” actuaron juntos a la hora de obligarlos a tirarse al agua y que todos los golpearon. Les dieron “una re-paliza”, sostuvo Paz. Esto contradice las versiones de algunos de los imputados que le adjudicaron un rol protagónico excluyente, en esa tremenda determinación, al subinspector de la Policía Federal Gastón Somohano, el principal acusado.
Los dos chicos coincidieron en afirmar ante los jueces del Tribunal Oral 8 que “todos los policías” los detuvieron sin motivo alguno, los golpearon en la esquina de Cruz y La Constancia y volvieron a pegarles una vez que llegaron a la orilla del Riachuelo, minutos antes de que los “empujaran” hasta rodar por la barranca que baja hacia las aguas. Paz, de 19 años, quien ahora está preso por una tentativa de robo, y Claudio, que ahora tiene 16, recordaron que esa noche habían ido a bailar al boliche Radio Estudio, del barrio porteño de Constitución.
En varias oportunidades, el relato de Claudio provocó murmullos entre el público, por su emotividad. “Tengo miedo de que me maten porque este juicio es contra policías y tengo temor”, dijo Claudio ante una pregunta del abogado José Luis Vera, que representa a la familia Demonty. Los dos jóvenes dijeron que al pasaje La Constancia habían ido a buscar un remís para regresar a sus casas, en Mataderos. “¿Por qué un remís y no un taxi?”, fue la aguda pregunta de uno de los defensores de los policías. “Porque es más barato”, respondió Claudio con su voz de nene.
Paz fue el primero en declarar. El chico habló durante dos horas e incurrió en algunas contradicciones menores. “Cuando llegaron los patrulleros, los policías nos empezaron a pegar apenas bajaron. No nos preguntaron los nombres y creo que nos pedían droga porque todos los que andan por ese barrio saben andar comprando.” Estimó que había “una docena” de policías (eran nueve) y sostuvo que sentía “un miedo bárbaro”. Cuando los subieron en los tres patrulleros, cada uno por separado, creyó que “se trataba de una joda que nos querían hacer”. Nunca imaginó que terminarían en las aguas del Riachuelo.
Aseguró que cuando llegaron a la orilla del río “los policías hicieron una ronda”, en torno de los tres amigos. “Allí nos dieron una re-paliza y después, uno por uno, nos obligaron a tirarnos al agua.” El primero en ser “empujado por dos policías” hacia las aguas fue Demonty, después fue el turno de Claudio y finalmente lo tiraron a Paz, a quien apodan El Pelado, que para colmo de males no sabe nadar. Se tomó de una rama que había a la orilla y se salvó de morir.
Claudio dijo, a su turno, que cuando los detuvieron los policías les pegaron “por todo el cuerpo”. La única que se salvó de ser golpeada fue una chica que los acompañaba y que fue dejada en libertad por los policías porque mintió y les dijo que estaba embarazada. “Ahora van a aprender a nadar. Ahora van a aprender qué es ser hombre, negros de mierda”, era la frase que le repetía a Claudio uno de los policías que iba en el patrullero. “Nos hicieron bajar y formaron una ronda. Nos pusieron a los tres en el centro y nos volvieron a pegar y a patear. No hubo tiros pero todos tenían las armas en sus manos y nos golpeaban con ellas en lacabeza. Ninguno de ellos trató de evitar lo que pasaba”, relató el chico, visiblemente conmocionado.
El menor sostuvo que fueron dos los policías que llevaron a Demonty hasta las cercanías del agua y que “lo empujaron” para que cayera al río. La última vez que lo vio, Ezequiel “iba nadando hacia atrás, de espalda, rumbo al puente” Uriburu, ubicado a unos 100 metros del lugar donde fueron arrojados al agua. “A mí me agarraron de los hombros, me llevaron a la barranca y me empujaron. Después me dijeron ‘nadá porque si no te vamos a matar’.” Y en todo momento vio que los apuntaban con armas de puño y uno de los policías con una escopeta. “No me lo olvido más”, le dijo Claudio a Página/12, en las escalinatas de los tribunales, cuando volvía hacia su casa en Mataderos. “A cada rato nos decían ‘van a aprender a nadar, negros de mierda’. Es muy feo lo que nos pasó.”

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La madre de Ezequiel, acompañada por Taty Almeida (Madres L.F.) y Alba Lancillotto (Abuelas).
 
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