ECONOMíA › UN RETRATO ECONOMICO DE PERGAMINO

El boom es para algunos

 Por Sebastián Premici

Pergamino es una de las ciudades más beneficiadas por el boom sojero, de la mano de las cotizaciones internacionales record y un tipo de cambio favorable para todas las actividades dedicadas a la exportación. En medio del conflicto por las retenciones móviles y el lockout de las entidades agropecuarias, la ciudad que vio nacer al ex presidente Arturo Illia gana con las exportaciones de soja –y algo de maíz– 221 millones de dólares por año, más de 10 presupuestos anuales del municipio de Pergamino. De los 110.000 habitantes de la ciudad, sólo el 7,9 por ciento trabaja directamente vinculado a la agricultura, según la Encuesta de Hogares y Empleo del Ministerio de Economía de la provincia de Buenos Aires (agosto 2007). Los especialistas consultados por Página/12 coinciden en que la riqueza que genera el campo de Pergamino es para unos pocos. Muchos pequeños productores se ven obligados a arrendar sus tierras a los grandes pools sojeros para luego refugiarse en la ciudad.

En 2001, Pergamino tenía menos de 100.000 habitantes, de los cuales 33.000 estaban desocupados. Seis años después, sólo 5200 personas seguían sin trabajo. Si bien la baja de la tasa de de-socupación es un proceso que se dio en todo el país, en Pergamino se explica excluyentemente por el auge de las exportaciones de la soja. De las 300.000 hectáreas de campo que hay en el partido, 200.000 están dedicadas a la agricultura. Esas hectáreas valen cada vez más. Por ejemplo, hace poco más de un año una hectárea semiurbana y destinada a la construcción se conseguía a 20.000 dólares. Hoy, una hectárea de uso exclusivo para el cultivo ya cuesta 15.000.

Este boom de valores es para pocos. “Con el desarrollo de la soja se produjo una gran concentración de la producción, donde el 60 por ciento de lo que se cosecha está en pocas manos”, graficó a Página/12 Horacio Giberti, especialista en política agropecuaria.

Lisandro Mogliati, asesor de la Comisión de producción y Comercio de la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, aseguró a Página/12 que el agro sólo llega al 35 por ciento de la población de Pergamino, ya sea en forma directa o porque sus negocios crecen gracias a esta actividad. “El resto es asalariado y ahí es donde se da la mayor brecha, ya que los sectores mejor ubicados económicamente están sólo en el campo”, aseguró Mogliati. En la ciudad existen aproximadamente 1400 empleados municipales –sin contar maestros, médicos y policías– cuyos sueldos van de los 800 a los 1500 pesos. El total de asalariados llega al 71 por ciento de la población económicamente activa. Por fuera del agro, la ciudad es fuerte en el sector textil, donde trabajan 7000 personas.

Las ganancias surgidas de la agricultura tienen tres destinos principales: primero se compra maquinaria para seguir trabajando la tierra, luego se invierte en una camioneta 4x4 y por último se coloca la plata en un inmueble. “La inyección de liquidez en la ciudad encuentra su propio techo en el mero consumismo. Para más de la mitad de la población que no está vinculada a la soja, el sueño de la casa propia es casi imposible. A esto hay que sumarle que todo lo que se cultiva se exporta, por lo tanto no hay un derrame de inversiones hacia el desarrollo industrial”, indicó a este diario Mogliati.

Es llamativa la cantidad de camionetas todoterreno y cero kilómetros que abundan en Pergamino. La venta de autos nuevos alcanzó el año pasado una cifra record de casi 1800 vehículos, mientras que para este año anticipan una cifra mayor. En la ciudad están radicadas las principales marcas que poseen representación exclusiva en la zona.

La construcción de edificios en altura comenzó en la ciudad en la década de 1970. A fines de 2006, ya existían cuatro barrios cerrados y ocho proyectos para realizar torres. Hoy, los emprendimientos son 14. Un dos ambientes de 45 metros cuadrados llegó a costar en una zona no céntrica, aproximadamente 75.000 dólares, es decir 1700 por metro cuadrado. Antes del boom sojero e inmobiliario, ese mismo departamento podía costar 25.000 dólares. El porcentaje de hogares según el régimen de tenencia, relevado por la provincia de Buenos Aires, indica que el 12,5 por ciento de la población es inquilina; a los que se les suman los “ocupantes gratuitos” que llegan al 7,6 por ciento. Mientras que los propietarios de la vivienda y el terreno llegan a 75,2 por ciento.

Para Walter Pengue, investigador de la UBA, muchos chacareros dejaron sus tierras para arrendarlas y refugiarse en la ciudad, algo que ocurre en diferentes partes del país. El Censo Nacional Agropecuario 2002 arrojó que la cantidad de hectáreas explotadas por sus propietarios disminuyó en 8,4 millones en relación con 1998, mientras que el número de empresas agropecuarias productivas cayó un 21 por ciento. Las explotaciones más pequeñas –500 hectáreas de promedio– resultaron las más afectadas por la desaparición de establecimientos agropecuarios. “Como en otros lugares del país, las diferencias entre la ciudad y el campo existen, no es solamente un tema cultural sino de ingresos. De las pocas chacras de menos de 150 hectáreas que quedan en Pergamino, muchas veces ocurre que el chacarero no vive en el campo y sí en la ciudad. Hay una gran riqueza mal distribuida”, explicó Giberti.

Los que vendieron parte de sus campos o los arriendan a los pools sojeros migraron a la ciudad e invirtieron en hoteles, comercios, telecentros, entre otras actividades. Los datos del Censo Nacional Económico 2004-2005 del Indec muestran que existen en la ciudad de Pergamino 1861 comercios y 314 locales de servicios para 100.000 habitantes. Son pueblos de servicios agropecuarios. “Los pools sojeros imponen a los pequeños chacareros alquilar sus tierras y migrar a la ciudad. No trabajan con capital fijo, compran sus insumos en mayoristas de Buenos Aires y no en las localidades del interior. Es un modelo de grandes productores, sin agricultores. Esto pasa en Pergamino y en todo el país”, concluyó Giberti.

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Imagen: Rafael Yohai
 
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