ECONOMíA › LAS IDEAS DE ALDO PIGNANELLI

Cuando era nacional, popular y antiliberal

No fue hace tanto: en 1990, para el aniversario del golpe, daba una charla magistral por una radio de una unidad básica. El hasta ahora presidente del BCRA y defensor a ultranza de las medidas del Fondo mostró en ese momento una verdadera furia por “el discurso liberal infiltrado en el gobierno peronista”.

“Tenemos que tener bien en claro que esta deuda externa no sirvió para nada. Sólo sirvió para que se enriquezcan muy pocos y se empobrezca el pueblo argentino.” El hombre que dijo esto cuando recién empezaba la década de los 90 es el mismo que en julio de este año contaba con alegría que se estaba por reunir con Anne Krueger, la número dos del FMI, y Anoop Singh, el economista del Fondo que estaba a cargo de la negociación con Argentina “para que el grupo de técnicos o notables que llega a Buenos Aires tenga un detalle muy preciso de todos los números”. Aldo Rubén Pignanelli, a un paso de dejar el Banco Central, fue un día un peronista que recreaba el “fifty fifty del general Perón”.
Sus 52 años lo encontraron a Pignanelli a la cabeza del BCRA y en plena pelea con el ministro de Economía Roberto Lavagna por –entre otras cosas– la obligatoriedad el bono de devolución de los depósitos a los ahorristas. Pero hubo una vez un Pignanelli cuya formación política, marcada por la militancia peronista, recordaba las frases de Juan Domingo Perón con añoranza. “El general Perón decía siempre que de lo que producen los argentinos la mitad debe ir al bolsillo de los trabajadores y la mitad al capital. Esto es el famoso fifty fifty, el mitad y mitad que siempre hablaba el general Perón. Y esto es nada más ni nada menos que los trabajadores reciban un sueldo justo por un trabajo justo.”
Estas ideas no pertenecen a una juventud romántica. Un mañana de sábado de 1990, Pignanelli, que este año tuvo la oportunidad de reunirse con el subsecretario del Tesoro norteamericano, John Taylor, concurrió como columnista a un programa de radio de la localidad bonaerense de Castelar. Era “La voz de la Argentina Soberana”, definido nada menos que como “un programa que no baja las banderas de la liberación”, según las palabras del locutor. Se emitía los sábados de 11 a 12 en la FM 93.7 El Tránsito y era realizado por la unidad básica local La Argentina Soberana.
Ese día el programa sacaba al aire una audición especial por el aniversario del golpe de 1976. Pignanelli fue presentado como “un compañero ex director del Banco Provincia de Buenos Aires, miembro de los equipos técnicos del Partido Justicialista, que nos va a ayudar a analizar la parte económica de lo que estuvimos viviendo hasta ahora”. Su voz se oía indignada. “Es importante destacar que el doctor (José) Martínez de Hoz en su primer discurso, cuando asume como ministro de Economía, admite que el aparato productivo argentino estaba intacto, o sea que el aparato productivo industrial de Argentina, a pesar de la crisis política, funcionaba a pleno. Por supuesto, con su política, Martínez de Hoz se encargó de destruir ese aparato productivo. El 24 de marzo de 1976 la clase trabajadora participaba con la mitad de lo que producía el país, o sea que el 50 por ciento de lo que producíamos todos los argentinos iba a parar al bolsillo de los trabajadores a través de sus sueldos”, señalaba.
Por estos meses, desde su sillón del BCRA, Pignanelli contaba contento cómo la banca privada ya se estaba “acomodando por sí sola. Los bancos han cerrado sucursales y achicado su personal”, y proponía que “la banca pública que depende del acuerdo con el FMI tiene que restructurarse” e informaba que “el Banco Mundial tiene fuentes de financiamiento para encarar esas restructuraciones”.
Se ve que la década del 90 no pasó en vano para el directivo. En esos primeros meses de 1990, Pignanelli tenía una visión histórica que parece diferir bastante de que se puede juzgar por su actual actuación frente al BCRA. “Cuando se produce la crisis del petróleo, a partir del aumento del precio del crudo, los países productores comenzaron a tener grandes excedentes de divisas que eran manejados por las multinacionales europeas y por los bancos. Como no tenían dónde colocar esos fondos, comenzaron a ver en América latina un sector que podía absorber esos excedentes de fondos, entonces los bancos extranjeros comenzaron a prestarle a una dictadura militar como la argentina grandes masas de dinero a unas tasas de interés increíblemente altas. Pero el proceso militar, en lugar de aplicarlo al crecimiento de la economía, la aplicó a la fuga de divisas, a que se construyeran obras como las autopistas y a la compra de armamentos, o sea inversiones no productivas. A su vez esa deuda fue a parar al bolsillo de los privilegiados de la Argentina.” En julio de 2002, a poco de asumir como director del organismo que regula la política monetaria en la Argentina, Pignanelli propugnaba por la permanencia de los bancos privados en el país y se preocupaba por su salud. “No puede ser que las entidades privadas continúen bancando la ineficiencia de los bancos públicos.”
Las preocupaciones del contador Pignanelli aquella mañana de otoño eran otras. “Cuando se produce la entrada a la democracia en 1983, los trabajadores participaban solamente con el 22 por ciento de lo que producíamos todos los argentinos, y esto es lo que en economía se llama la injusta distribución de la riqueza”, se quejaba el compañero, también dueño de una fábrica de burletes que está ubicada en la localidad de Lanús.
“Hoy el discurso liberal infiltrado en el gobierno peronista nos está diciendo que no podemos aplicar una política peronista porque no tenemos la plata que tuvo Perón, y esto es una mentira, porque en 1976 la deuda externa sólo representaba un mes de lo que producíamos los argentinos y hoy representa un año de producción”, señalaba Pignanelli en los albores del gobierno menemista.
Hay una época que Aldo Pignanelli recuerda con nostalgia. “Cuando sí estábamos mejor fue desde 1973 a 1976, porque los argentinos deben acordarse, y debemos tener memoria, que, insisto que aún a pesar de la crisis política, durante ese período la economía argentina creció, había pleno empleo, los salarios alcanzaban, los obreros participaban con el 50 por ciento de lo que producíamos. Es muy importante tener memoria”, aconseja.

Informe: Gimena Fuertes.

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