ECONOMíA › OPINION

Póngase contento

 Por Julio Nudler

Póngase contento: usted está ganando cada vez más. Su salario, medido en dólares, no deja de subir. Si a pesar de esto se queja, porque su poder de compra, lejos de recuperarse, sigue en erosión, lenta pero empecinada, piense lo que sucedería si los precios bajaran al conjuro del dólar. Estaríamos de nuevo en deflación, en ese fenómeno incompatible con el crecimiento. Deflación es depresión, y ésta puede privarlo de empleo y salario.
Póngase contento: ya no hay fuga de capitales. Si la hubiera, la gente cambiaría sus pesos por dólares (o euros). Pero ahora hace más bien lo contrario: desatesora los verdes que juntó cuando se venía la noche. También la fuga, como la deflación, es depresión. En cambio, lo que hoy hay es reactivación, aunque sea débil en promedio. Si fuera galopante, el dólar no bajaría porque muchas empresas lo demandarían para importar más insumos, bienes intermedios y máquinas.
Póngase contento: los argentinos vuelven a confiar en su moneda. Si le rajasen, como en épocas de pánico, se lanzarían a adquirir monedas duras y toda clase de bienes. Pero los cambistas no venden, los supermercados no venden, nadie tiene gente haciendo cola para gastar. La mayoría no lo hace porque carece de medios, pero la minoría que sí puede se muestra serena: deja la plata en plazo fijo, o arregla la casa o se da algún gusto banal. El panorama preelectoral les produce más desdén que inquietud.
Más razones para alegrarse no hay, si las enumeradas no le bastan. Al parecer, si usted quisiera recuperar poder adquisitivo, en lugar de esperar que bajen los precios haría bien en ver cómo consigue que le aumenten el salario. Con este nivel de desempleo no le resultará fácil. Estando la política fiscal orientada a elevar el ahorro del sector público (superávit) y no el gasto, no habrá mucho estímulo para la economía. Tampoco si el Banco Central continúa manejando con devota prudencia la política monetaria.
Mire qué dilema: con depresión y alto desempleo, la inflación (primer semestre de 2002) fue una fábrica de pobres e indigentes. Por eso, minimizar la inflación fue crucial. Pero ahora, sin una política un poco más “inflacionaria” es difícil que la reactivación se acelere y que el salario pueda aumentar (más que los precios). Claro que... ¿adónde irá a parar la competitividad argentina si el dólar baja y los salarios suben, mientras la productividad cae porque hay desinversión neta?

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