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La región de los chicos de la calle, la prostitución infantil y el desempleo

El presidente de Brasil abogó por una urgente integración física, que supere las metas únicamente comerciales. “Debemos ubicarnos en otro plano frente al mundo”, proclamó Lula.

 Por Raúl Dellatorre

Después del choque con los países desarrollados en Cancún y la disputa que se viene por el ALCA, las palabras que utilizó Lula para el cierre de su discurso resonaron muy fuerte en los oídos de los empresarios que lo escuchaban. “El Mercosur, pero sobre todo la Argentina y Brasil, debemos colocarnos en otro plano: queremos ser respetados, no pedimos favores de nadie, queremos tener una oportunidad, queremos dejar de ser vistos sólo como los países de los chicos de la calle, de la prostitución infantil y el desempleo.”
En el elegante salón de la planta baja del Sheraton Tower se habían dispuesto unas ochocientas sillas forradas de pana roja para que se acomodaran otros tantos empresarios, pero las que estaban ocupadas a la hora en la que el presidente de Brasil dirigió su discurso no superaban las trescientas. Algunos culparon a la falta de convocatoria de los organizadores, el Grupo Brasil (empresarios de ese origen radicados y con negocios en el país); otros apuntaron a la desidia de los empresarios locales, que sólo participaron a través de un puñado de dirigentes de cámaras. Lo curioso es que los empresarios no fueron los únicos locales ausentes. Al anunciar al orador principal, el locutor citó como integrantes de la mesa que presidía el acto al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el canciller, Rafael Bielsa. De ellos, sólo estaban los cartelitos que identificaba el lugar que debían ocupar, que rápidamente fueron retirados ante la evidencia de que no concurrirían. Nadie justificó el faltazo.
Lula, sin embargo, aprovechó la ocasión para lanzar un mensaje que trascendiera el ámbito y a los presentes. Aventó temores, al señalar que “queremos ser socios estratégicos de la Argentina, sin veleidades hegemónicas entre nosotros”. Planteó un cambio de prioridades en la integración regional, apuntando que en vez de privilegiar el intercambio comercial se centrara el interés en otros planos. “Crecer, crear empleo y distribuir riqueza son nuestros objetivos de gobierno”, subrayó, para rematar puntualizando que “para que haya una buena política social es necesaria una buena política económica”. Y propuso programas concretos en materia de integración: “Queremos crear cadenas productivas, quiero empresarios que dejen de tener miedo a ser empresarios multinacionales; queremos crear una rápida integración física, a través de vías férreas, carreteras, fluviales, en energía, telecomunicaciones. Venimos hablando de integración en cada discurso los políticos, los sindicalistas, pero sólo teórica: si no logramos dar estos pasos podemos pasar varios siglos más de pura retórica”. Al respecto, señaló que convocará a un próximo encuentro en Río para evaluar, punto por punto, qué hace falta para consolidar la integración. Y anunció que le había encomendado al Banco Nacional de Desarrollo de su país “estudiar la forma de extender a empresas argentinas el acceso a sus líneas de crédito”.
Al reclamar “un comercio efectivamente libre, sin barreras para nuestros productos”, Lula recordó el reciente embate del Grupo de los 22, que su país encabezó en Cancún, como “un éxito”, en el sentido que fijó una posición firme para enfrentar las imposiciones de los países desarrollados. Esa misma actitud le había valido al gobierno de Brasil un reto del representante comercial de Estados Unidos, Robert Zoellick, que lo había responsabilizado del “fracaso” de la cumbre mexicana de la Organización Mundial de Comercio. La diametral diferencia en la calificación del resultado de la reunión marcó, ayer, un mensaje de reafirmación de la línea asumida entonces por Brasil, más allá de las deserciones de socios en el camino –bajo la presión de Estados Unidos– que redujo el G-22 al actual G-15.
Finalmente, Lula ratificó con un gesto y palabras sencillas su sentimiento de acercamiento a Néstor Kirchner, dejando completamente de lado las controversias comerciales. “Es mi tercera visita a la Argentina como presidente –recordó–, reafirmando nuestro compromiso de asociación.” “Tengo una línea abierta y directa con el presidente Kirchner, y cada ministro mío tiene una línea abierta con su par en la Argentina”, señaló para subrayar el concepto. Y recordó, por último, el reciente acuerdo de conformación de un Instituto Monetario y un Parlamento Regional. Señales, dijo Lula, que son “sólo los primeros pasos de un proyecto mucho más ambicioso”.

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Celso Amorim, el activo canciller brasileño. La integración física, por sobre la comercial.
Ferrocarriles, energía y telecomunicaciones en la agenda común de ambos países son las prioridades.
 
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