ECONOMíA › POLEMICA POR LAS CIFRAS DE DESOCUPACION QUE PUBLICARA EL INDEC

Hay una noticia buena y otra mala

El Indec anunciará que la desocupación en octubre cayó al 14,4 por ciento, frente al 15,6 por ciento de mayo. Esa es la buena. La mala es que la “desocupación real”, de acuerdo con la nueva medición del organismo, es dos puntos mayor a la que marcaba la encuesta tradicional.

 Por Maximiliano Montenegro

El jueves próximo el Indec anunciará que la desocupación en octubre cayó al 14,4 por ciento, frente al 15,6 por ciento de mayo pasado. Sin embargo, el organismo también dirá que en octubre la “desocupación real”, tal como surge de la nueva medición que dará a conocer por primera vez el Indec, fue del 16,4 por ciento; es decir, dos puntos mayor a la que marcará la encuesta tradicional.
¿Significa esto que en los últimos seis meses la desocupación en en realidad aumentó? No. Medida por el termómetro de siempre –la encuesta permanente de hogares de mayo y octubre–, el desempleo retrocedió en octubre. Más de un punto si se compara con mayo, y más de tres puntos frente a octubre de 2002, cuando era de 17,8 por ciento. Así quedará confirmada una tendencia descendente en el último año y medio desde la cima del 21,5 por ciento alcanzada en mayo de 2002, durante el peor momento de la crisis posdevaluación.
Esa tendencia también se verificará en la nueva medición. El Indec publicará la serie tradicional, que elabora desde 1974, juntamente con los datos que arroje la nueva metodología. En este caso, también difundirá una “serie corta”, para los últimos dos años, que mostrará un declive en la desocupación incluso más empinado.
Sin embargo, el cambio metodológico planteará al Gobierno dos dilemas: uno comunicacional, el otro de política económica y laboral. El primero salta a simple vista: ¿cómo explotar políticamente el hecho de que la desocupación se redujo, cuando en realidad es más alta de lo que se creía? Alguien podría decir que el desempleo siempre fue más alto de lo que se pensaba. Es cierto. Pero igualmente sería muy difícil transmitir la idea de que hay algo para festejar a una sociedad que va camino a cumplir una década de tensa convivencia con niveles de desocupación exorbitantes. El segundo problema es más complejo. Si el “desempleo verdadero” ronda el 16,4 por ciento, entonces habrá varios funcionarios que deberán revisar sus pronósticos para los próximos años, empezando por el propio ministro de Economía. Con un piso de desempleo tan alto, por más crecimiento económico que haya, es casi imposible que el presidente Kirchner finalice su mandato en el 2007 con una tasa razonable, inferior a los dos dígitos. La realidad de base es más grave de lo que mostraban hasta ahora los números.
Sea como fuere, el hecho de que la divulgación del cambio metodológico ponga en aprietos al Gobierno reivindica al Indec. Su director, Lelio Mármora, un técnico de prestigio internacional, ex funcionario de Naciones Unidas, fue designado por Kirchner; pero, sin atender a especulaciones políticas, no dudó en continuar con el cronograma de publicaciones de la entidad. La nueva medición será un poderoso instrumento para los hacedores de política, porque el relevamiento será continuo. En lugar de dos veces al año (mayo y octubre), el Indec enviará encuestadores a los hogares todos los meses, con lo cual publicará datos de empleo y desocupación trimestrales, 4 veces al año.
Ahora bien, ¿por qué la nueva medición arroja una tasa más alta? El motivo principal es que la encuesta vieja preguntaba a quien contestaba que no tenía trabajo, si buscó activamente durante la última semana. El nuevo cuestionario, en cambio, interroga si buscó activamente empleo durante las últimas 4 semanas. Esa diferencia provoca que mucha gente que antes era considerada “inactiva” (no tenía trabajo, pero justo en la semana que pasó el encuestador del Indec no había buscado conchabo), ahora engrosa la categoría de desocupado, una calificación más adecuada a su realidad.
Los datos que están procesando en estos días en el Indec presentan, además, las siguientes peculiaridades:
- Contemplan como empleados a aquellos beneficiarios de planes Jefas y Jefes de hogar que realizan alguna contraprestación laboral, unas 200.000 personas, el 20 por ciento del total.
- Muestran que, por la nueva medición, la subocupación (aquellos que trabajan menos de 35 horas semanales y quisieran trabajar más) es menor a la que medía la encuesta original. Esto es así porque el nuevo cuestionario permite identificar mejor a los desocupados y a los ocupados plenos, que antes caían en esa categoría intermedia.
En el Ministerio de Economía dicen que en hubo un boom de empleos, y el propio Lavagna, durante una reunión privada con economistas, habló de 800.000 nuevos puestos de trabajo en el último año. No obstante, la mayor parte de esos puestos son precarios o en negro, y de baja remuneración. El Ministerio de Trabajo distribuirá la semana próxima un informe que demuestra que el costo laboral está en la actualidad en su mínimo histórico para un grupo de sectores productivos. De otro modo: nunca fue tan barato en la Argentina contratar trabajadores, en relación con otros costos de la empresa. Esa situación abre los mismos interrogantes que en el pasado: ¿alcanza con reducir la desocupación para disminuir los elevadísimos niveles de pobreza e indigencia?; ¿no será necesario también una mejor distribución de la torta?; ¿cómo hacer para que el crecimiento se traduzca en mejoras en el ingreso real de la mayoría?

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Carlos Tomada, ministro de Trabajo, el próximo jueves anunciará las cifras de desempleo.
 
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