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Son los mismos empresarios, pero ahora son duros contra el FMI

Los hombres de negocios acompañan la dureza del gobierno de Kirchner en el trato con los acreedores en cesación de pagos. En ese proceso, les gustaría que se cerrara rápido esa etapa de tire y afloje.

 Por Cledis Candelaresi

Las épocas en las que los empresarios miraban con sumo recelo a Néstor Kirchner, temiendo por medidas sorpresivas, parecen haber quedado atrás. Lo que hace meses se hubiera podido interpretar como una osadía imperdonable ahora se ve como una decisión astuta, propia de un buen estratega. En este marco de apoyo al Gobierno, el grueso del empresariado local respalda expresamente la estrategia oficial de renegociación de la deuda. Y hasta controla su ansiedad porque ese proceso no avanzó tanto como muchas firmas también en default hubieran necesitado para reestructurar bajo este paraguas su propio pasivo externo. Sólo les inquieta cuál es y cuándo llegará el final de lo que ven como una peligrosa puja entre una frágil Argentina y los países más poderosos del mundo.
Este apoyo ya fue expresado institucionalmente por algunos comunicados formales o mediante las declaraciones de los principales referentes de las entidades patronales. Tal el caso de Luis Pagani, presidente de la Asociación Empresaria de la Argentina, quien consideró inviable cualquier mejora en la propuesta local que obligue a destinar más del 3 por ciento del PIB al pago de la deuda, por el negativo impacto que esa decisión podría tener en la economía.
Algo semejante a lo que manifestó en público la Cámara Argentina de la Construcción, y de tono similar a lo que declaró días atrás a una revista de actualidad el industrial Enrique Pecarmona, cuando recordó que en los últimos dos años Argentina transfirió al FMI un neto superior a los 7000 millones de dólares, enfatizando, con ello, que debería ser otro el ánimo con el que Horst Köhler aborda la cuestión argentina.
Nadie quiere meterse en la intimidad de la negociación, y por eso ningún empresario consultado ayer por este diario quería opinar acerca de si es razonable no pagar los intereses devengados tras el default, o si es viable una propuesta que no incluya un pago inicial en efectivo para aceitar la negociación. Sólo miran los grandes trazos de la propuesta esbozada en Dubai, que desde afuera se desecha como mezquina, y la juzgan con un discurso de llamativa empatía con el oficial.
“No se puede asumir el compromiso de pagar más y comprometer la incipiente reactivación: todavía no llegamos a los niveles de consumo del 2001”, alertaban desde una alimentaria. “Es cierto que los que asumieron un riesgo atraídos por la alta renta (de los bonos en cesación de pagos) ahora soporten el costo de una quita importante”, comentaba ayer el ejecutivo de una petrolera, cuya política de declaraciones públicas responde a la consigna de apoyar expresamente al Gobierno. “Los acreedores extranjeros viven en otra galaxia y por eso no entienden que lo que está en juego aquí es la situación de los chicos que no tienen leche”, añadía un constructor. Una comprensión que raramente demuestran cuando lo que está en juego son sus propias acreencias o la posibilidad de seguir gozando de algún subsidio.
Pero esa adhesión a la dureza kirchnerista tiene un límite. Algunos hombres de empresa, con privilegiado acceso a la información oficial, saben que en el interior del propio gabinete se discute cuál es el punto de equilibrio entre la osadía que muestra Néstor Kirchner cuando acusa de los tenedores de bonos de haber apostado al casino y el papel más componedor de Roberto Lavagna, a quien le corresponderá modificar la propuesta oficial para hacerla más seductora. También conocen que en la intimidad de los despachos oficiales se evalúa como un drama la demora en constituir el sindicato de bancos que se ocuparía de canjear los títulos defaulteados por los nuevos y apuestan a que en los próximos días estas y otras cuestiones formales puedan estar zanjadas.
“Estamos llegando a un punto de inflexión”, advertía ayer uno de esos empresarios bien informados, para quien no hay que olvidar que gran parte de la deuda en cesación de pagos está en manos de las AFJP. Tras la devaluación, muchas empresas, básicamente exportadoras, consiguieronreestructurar sus pasivos en dólares por un camino totalmente independiente al del Estado, pero otras aún esperan ese modelo para replicarlo en su propia renegociación. Sin embargo, tanto unas como otras desean un acuerdo urgente en torno a la deuda pública, con la esperanza de que éste también reabra para ellas el mercado de crédito al que muchas anhelan ardorosamente volver.

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En la plaza bursátil, la cotización nervios-default descendió ayer luego de alcanzar su pico el viernes.
 
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