ECONOMíA › LA MISMA GLOBALIZACION PARA CRECER Y PARA MATAR

Desafío de software o terror

 Por Julio Nudler

A partir de esa escena estremecedora, la de los celulares sonando en los bolsillos de los muertos en la masacre terrorista del jueves último en Madrid, alguien imaginó que en ese espanto confluían dos variantes genéticas de la globalización, una sana, la otra degenerada. A Thomas L. Friedman, columnista de The New York Times, le pareció pertinente encarnar la primera en Infosys, gigante indio de la industria del software, y la otra en Al-Qaida. Friedman es un admirador del proceso que llevó a la India al liderazgo mundial en programación, y por supuesto detesta al fundamentalismo islámico. Aunque esquemático, reduccionista y demasiado redondo para lo que suelen ser las cosas en la realidad –en este sentido es rematadamente norteamericano–, el modelo que arma Friedman con ayuda de algunos interlocutores no carece de seducción, lo cual lo torna tan sospechoso como digno de ser contado.
Infosys posee una cadena de abastecimiento global. En su sala de conferencias en Bangalore se despliega una pantalla a toda pared en la que pueden sostener una reunión virtual que convoque a su gente en California, en Australia, donde sea. Dicen que en el mundo todos los muros fueron derribados, y que gracias a Internet, la fibra óptica y el e-mail pueden competir en todas partes.
Al-Qaida ve en esa desaparición de los muros una amenaza a la cultura islámica y a sus normas religiosas, y una humillación a los pueblos musulmanes. De modo que para represaliar a Occidente arman, con ayuda de internet, una red terrorista global. Pero, ¿cómo se explican mutaciones tan confrontadas de una misma mundialización? La respuesta reside en las diferencias “ambientales”.
Infosys, y tantas otras, germinan en India porque, siendo un inmenso país con pocos recursos naturales y un clima terrible, tiene un mercado libre, una relativa democracia y una cultura que valora la educación, la ciencia y la racionalidad. Además, la mujer goza de plenos derechos. Ese contexto hace posible que Azim Premji, un musulmán innovador en el campo del software, presidente de Wipro, sea el hombre más rico de India.
Al-Qaida, por el contrario, fue engendrada en Arabia Saudí, Paquistán y Afganistán, sociedades sin democracia y donde los fundamentalistas oprimen a las mujeres y a los intelectuales, persiguiendo el libre pensamiento. “La gran exportación de esos países es rabia”, declama Friedman.
En todos ellos, según afirma, hay centros donde los jóvenes pueden canalizar sus energías. En India son los call centers, donde muchachos y muchachas se inician y aprenden tecnología, sirviendo a la economía global y llamando al mundo entero. En Arabia, Paquistán y Afganistán lo que hay son madrasas, donde los jóvenes se la pasan memorizando el Corán y comunicándose sólo con Dios.
Los consumidores estadounidenses contribuyen a financiar tanto a unos como a otros. A las madrasas, mediante el consumo de nafta (Friedman no menciona el de droga). Y al utilizar las tecnologías modernas surten de dinero a los centros de llamadas. Pero hay más.
Tanto Infosys como Al-Qaida desafían a Estados Unidos. Aquélla compite por los empleos que genera su economía, deslocalizándolos al Asia a través de la tercerización (outsourcing) transfronteriza (offshoring). Al-Qaida se dedica a otro negocio, que es el de amenazar la vida de los norteamericanos (y sus aliados) a través del terrorismo.
Esta manera de presentar las cosas desemboca en una curiosa caracterización de lo que será la contienda electoral de este año por la Casa Blanca. Según Michael Mandelbaum, de la John Hopkins University, todo girará en torno de los dos desafíos mencionados. Los republicanos se concentrarán en cómo responder a Al-Qaida y los perdedores de la globalización. Los demócratas, por su lado, tratarán de decir cómo enfrentar a Infosys y los ganadores de la globalización. Bush hablará deseguridad; Kerry, de empleo. Uno añadiría que Bush verá cómo impedir que haya muertos con sus celulares sonando, y Kerry querrá al menos que esos celulares sean made in USA.

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