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China volvió a ser generador de una mala noticia para la Argentina: las principales compañías compradoras de soja anunciaron ayer que reducirán sus importaciones, con el objetivo de presionar a una baja del precio de la oleaginosa. El anuncio va en línea con la determinación del gobierno de ese país de desacelerar el crecimiento económico.
La administración Kirchner relativizó el impacto económico. Miguel Campos, secretario de Agricultura, aseguró que la decisión, si bien “apunta a lograr un reacomodamiento de los precios”, no tendrá un efecto inmediato en la cotización.
Al menos por lo sucedido ayer en los mercados, Campos tuvo razón. En Chicago, la tonelada de soja cayó 0,7 por ciento. Pero en Buenos Aires, la cotización de entrega en julio subió un dólar: de 206 a 207 dólares. Campos argumentó que, aun cuando China enfríe su economía, “la demanda de soja no va a bajar demasiado” ya que se trata de la base proteica de la población. La actual cotización es sensiblemente superior a la de hace un año, cuando cada tonelada valía alrededor de 150 dólares. A pesar de la caída del 20 por ciento de las últimas semanas, el precio todavía es 40 por ciento mayor que en el 2003.
El anuncio de las 16 empresas importadoras líderes no sorprendió a los operadores ya que el gobierno chino advirtió que hará todo lo posible por enfriar el ritmo de crecimiento. Una de las medidas tomadas fue endurecer los requisitos para que los bancos otorguen créditos, lo que pone límites a las compras de los importadores.