ECONOMíA › OPINION

Uno que estudió en serio

Por M. M.

Se doctoró en Economía en la Universidad de Chicago, la torre de marfil del neoliberalismo. Primero en su clase, era difícil que sus colegas –los famosos Chicago Boys– dijesen de él que no aprendió nada. Arnold Harberger, una de las glorias del monetarismo, comentó alguna vez que “era brillante, pero demasiado político”. Como parámetro de comparación, Ricardo López Murphy apenas concluyó un “master” en Chicago –jamás consiguió doctorarse– y Miguel Angel Broda ni siquiera logró aprobar ese nivel elemental de estudios de posgrado.
Ricardo Ffrench Davis no es un político. Es uno de los economistas chilenos más reconocidos internacionalmente y, para decepción de los acólitos de Milton Friedman, un hombre de ideas “progresistas”. Codirige con Joseph Stilglitz, Premio Nobel de Economía 2001 y referente de los movimientos que cuestionan el Consenso de Washington, el Grupo de Macroeconomía de la Iniciativa Internacional para el Diálogo de Políticas Públicas.
Acaba de publicar en Argentina Entre el neoliberalismo y el crecimiento con equidad. Tres décadas de política económica en Chile (Siglo Veintiuno Editores). En este libro derriba el mito del “modelo económico exitoso”, que financistas, gurúes de la city y académicos monetaristas revolean como el ejemplo a seguir en Latinoamérica. Y cuya paternidad atribuyen, por supuesto, al dictador Augusto Pinochet.
“Hay que reformar las reformas”, plantea Ffrench Davis, una manera original de argumentar en favor de la necesidad de revisar las famosas “reformas estructurales” (desregulación financiera, comercial, privatizaciones, flexibilización laboral, etc.) aprobadas a libro cerrado en los últimos 15 años en Latinoamérica bajo la estricta supervisión del Fondo Monetario. Sólo mediante ese cambio de rumbo, explica, se podrá lograr un desarrollo nacional que combine crecimiento con equidad. También habla de lo imperioso de que cada país nutra de un sentido democrático a las políticas económicas, de modo tal que prevalezca “la libertad de elegir” su propio modelo económico, moldeado por su idiosincrasia, dentro de las distintas variantes del capitalismo de mercado. El Chile de la democracia, muy distinto al que publicitan los liberales, es, con todas las peculiaridades de una economía pequeña y muy abierta al mundo, un buen ejemplo de un país que encontró su modelo.

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