ECONOMíA › ANUNCIAN HOY EL DESTINO DE LAS ENTIDADES DEL CREDIT AGRICOLE

Tres bancos sin nadie que los banque

 Por Julio Nudler

En un paso que se considera decisivo para indicar en qué dirección se encaminaría la política oficial frente a la profunda crisis financiera del país, el Banco Central anunciará hoy la suerte que han de correr, a partir de mañana, los tres bancos que venía controlando el francés Crédit Agricole: Suquía, Bisel y Bersa, con 350 sucursales y 2700 millones de pesos/dólares en depósitos a diciembre último. Después de que los galos comunicaran su falta de disposición a inyectar fondos frescos y de que el BCRA se negara a seguir sosteniendo esos bancos a fuerza de redescuentos, la decisión oficial ha sido sin embargo evitar que cierren, para no extender y profundizar el pánico que causó la suspensión –aún vigente– del Scotia Quilmes. No obstante, después de haber sido sacados de clearing, el Suquía y el Bisel tendrían que ser suspendidos, medida que se procurará evitar mediante algún artilugio legal. A los bancos oficiales se les pidió que alistaran equipos de funcionarios que puedan hacerse cargo, mañana mismo, de la administración de aquellas entidades, cuyas autoridades serían desplazadas. En principio, gente del Nación se encargaría de la tarea, aunque no es claro el encuadre legal de la fórmula elegida. Ni la ley de Entidades Financieras ni la Carta Orgánica del BCRA prevén que éste pueda disponer la intervención directa de un banco. El camino previsto es que el Central lleve el caso a la Justicia y sea un juez el que resuelva.
Mientras tanto, un grupo del Central, encabezado por el superintendente Guillermo Lesniewier, intenta encontrarle compradores a los tres bancos, que podrían ofrecerse en bloque o desguazados. Después de haber fracasado respecto del Scotia, no hay demasiada confianza en concitar ofertas aceptables. Según una fuente, Adrián Werthein, del grupo que controlaba el ex Mercantil, luego La Caja, estuvo analizando la situación del Bisel, pero sin mostrar decisión a embarcarse en el negocio.
La encrucijada le fue planteada a la banca por Guillermo Nielsen, tecleante secretario de Finanzas, en una reunión mantenida anteayer. Allí quedó de manifiesto que Economía teme que la caída de estos bancos produzca un efecto dominó, después de la conmoción causada por el hundimiento de un banco también extranjero (en su caso canadiense) como el Scotia, dando por tierra con el mito de la solidez de las casas foráneas. Para colmo, la suspensión de esta entidad se cerró como una trampa sobre las cuentas sueldo y los depósitos a la vista en general. Un colapso similar que afecte a bancos de vasta implantación regional, como el terceto del Crédit Agricole, tendría efectos devastadores.
El pánico ante esta perspectiva impulsó a los gobernadores Carlos Reutemann (Santa Fe) y José Manuel de la Sota a reunirse durante la semana con el presidente del Banco Central, Mario Blejer, a quien de paso no le vino nada mal atraerse el respaldo de esos pesos pesado (el flanco más conservador de la alianza política que sostiene al Gobierno) en su disputa con Roberto Lavagna. De todas formas, es poco lo que los estados provinciales tienen para ofrecer frente a esta crisis, más allá de una presión conceptual. Según confió a Página/12 uno de los economistas vinculados al tema, “si el BCRA está pensando en consolidar una banca transaccional, no puede empezar bajándole la cortina a entidades que responden típicamente a ese perfil, como el Suquía y el Bisel”. Pero, aun así, ¿quién se hará cargo de las ingentes pérdidas?
El caso entronca en la áspera controversia con Economía porque, según dicen en el Central, este problema ni siquiera se hubiese planteado de haber estado resuelta la cuestión mayor, que es la referida al fallido Plan Bonex y a la esterilización, también vía bonos, de la fracción no transaccional del corralito. Como quiera que sea, en lo inmediato parece inevitable que el Central siga inyectando redescuentos para mantener en pie a esos bancos librados a su suerte por los franceses. Pero el instituto emisor sólo estaría dispuesto a mantenerles conectado el pulmotor si antes coloca al frente una administración estatal, en unavariante provisoria de estatización. De lo que ni aún así se salvará Blejer es de violentar su programa monetario, ya que, en términos de éste, agotó por el año actual su margen para conceder financiación a los bancos.

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