EL MUNDO › HARADOM, EMPRESARIO QUE APOYA AL PT

“No puedo venderles a los desocupados”

Un fabricante de agroquímicos explica a Página/12 por qué cree que un gobierno de Lula sería bueno también para los industriales brasileños.
También detalla en qué consistiría la reforma agraria inmediata y cómo se articularían las medidas con los Sin Tierra.

 Por Martín Granovsky

Desde San Pablo
El ruido de los helicópteros llega a hacerse insoportable en esta hermosa casa de Morumbí, el barrio más lindo de San Pablo. En el living con vista a unas palmeras con la copa a la altura de los ojos (las ciudades con morros permiten estas rarezas en una misma residencia), el empresario Michael Haradom mira hacia afuera con ironía y explica: “Es el problema de vivir rodeado de tantos vips”.
Los helicópteros son la última moda entre los ricos de San Pablo. Los usan para evitar el tráfico, francamente insoportable, y para esquivar los secuestros. Brasil tiene hoy la sexta flota civil de helicópteros del mundo, con 915 aparatos.
Haradom viste de blanco. Hasta los zapatos son blancos. Escucha música popular brasileña en una radio común, que recién se escucha cuando termina el ruido tipo Apocalipsis now. Entonces Haradom cuenta que tiene 55 años y una empresa de agroquímicos donde trabajan mujeres, negros y discapacitados. Los empleados tienen el 30 por ciento de las acciones, y el accionista principal suena contento cuando dice que Fersol está ganando dinero. Haradom es atípico en Brasil, pero es un empresario. Y relacionado. No es afiliado al Partido de los Trabajadores, pero está relacionado al PT desde hace muchos años e integra el comité de empresarios que apoya a Luiz Inácio Lula da Silva como única variante productiva de Brasil.
–¿Lula no expropiará a los burgueses?
–El PT no ahuyentará a las multinacionales –dice Haradom–, pero permitirá que las empresas nacionales compitan en igualdad de condiciones con aquéllas. Ese es un punto importante. Otro, que Lula insiste desde hace mucho en incentivar las empresas micro, pequeñas y medianas para crear mano de obra, distribuir ingresos y generar tecnología propia. Por eso el proyecto de incubadoras de empresas en todas las áreas.
–Pero no hay forma de aumentar el crecimiento con estas tasas de cambio.
–Eso es evidente. No se puede competir aquí con un 18 por anual de intereses contra empresas que se financian al 3 por ciento anual. Si eso lleva a que se compren insumos en el mundo desarrollado, cuando se pueden comprar aquí tendremos una situación en la que se exportan divisas(trayendo el producto formulado y embalado), se exporta mano de obra (porque hay gente que no tiene trabajo en Brasil) y se crea dependencia de la importación de esos productos. Sólo en forma directa se pierden seis mil millones de dólares en alcohol, calzados, carne de pollo y cerdo, acero, todos ellos sectores donde nos cuesta cada vez más alcanzar mercados. Y lo que potencialmente podría ganarse son otros seis mil millones, así que hay un total de 12 mil millones de dólares al año. Yo conozco bien el sector agrario, y si a esto que le describo agrego que los micro y los pequeños no acceden al crédito porque no tienen activos para hipotecar, la situación es horrible.
–En el establishment hay un cuco: que Lula expropiará tierras como en la Revolución Rusa.
–Ridículo. Lula no se meterá con propiedades agrarias productivas, pero sí profundizará la reforma agraria y la entrega de tierras. No hay país en el mundo que se haya desarrollado sin haber hecho esa reforma agraria. Mire, en el mundo crear un puesto de trabajo industrial cuesta 40 mil dólares de inversión. Digamos que con esta paridad entre el real y el dólar, aquí y ahora un nuevo empleo costaría menos. Pero no importa. ¿Sabe cuál es el cálculo mundial para un puesto de trabajo agrícola? Ocho mil dólares. Y con una gran ventaja: a los tres meses, con tierra propia, la gente está trabajando y alimentándose. Pero además compra herramientas, fertilizantes, soga, bolsas.
–¿Cuántas hectáreas se cultivan en Brasil?
–Alrededor de 60 millones. En la Argentina son 26. El 70 por ciento está en manos de 300 grandes empresas diversificadas. El 30 restante lo tienen los micro, pequeños y medianos. Para que se entienda bien la importancia de este sector, trabaja en el agro el 18 por ciento de la población económicamente activa, que en Brasil llega a los 60 millones. Son 10.800.000 personas. El doble que en Estados Unidos, con una población mayor que la de Brasil. La desgracia nuestra es que Fernando Collor de Mello y Fernando Henrique Cardoso destruyeron la industria nacional para frenar la inflación.
–Pero se expandió el consumo.
–Sólo a corto plazo. Mucha gente no puede pagar ahora los créditos que tomó y está devolviendo los televisores. Disculpe si aburro a los argentinos con cifras, pero acá son impresionantes. Tenemos 53 millones de pobres y 33 millones de indigentes, de gente que pasa hambre. ¿Cómo puede ser que haya hambrientos en un país que exporta productos agrícolas por 21 mil millones de dólares? ¿Usted sabe cómo viven los del Movimiento de los Sin Tierra?
–Miserablemente.
–Sí, pero eso es poco. Instalan sus carpas en la pequeña franja que hay entre el alambrado de los campos y las rutas. Ahí se alimentan, hacen sus necesidades, todo. En este país al ganado se lo trata mejor que a ellos.
–Usted decía que Lula no se propone expropiar tierras productivas.
–No, sólo queremos que puedan usarse parte de las tierras cuyos propietarios no hacen producir. Pero igual puede empezarse por parte de las tierras fiscales no ocupadas hoy.
–¿Y hay aparato estatal suficiente para desplegar la ampliación de la frontera agraria?
–El MST tiene cómo, y también tiene los técnicos.
–Dicen que el MST le dio a Lula nueve meses de gracia.
–Sí, pero no importa. El gobierno de Lula actuará rápidamente en agricultura, no sólo por razones humanitarias sino también porque ésa será la forma más rápida de crear empleo, reactivar y dar de comer. Y que no me vengan con que el MST ocupa tierras y después las abandona. El nivel de abandono no llega ni al 30 por ciento, y coincide con que a veces el gobierno de Fernando Henrique les dio tierras, pero después sólo lesentregó una canasta básica de comida durante un año. No los ayudó. Entonces, terminada la canasta básica, algunos buscaron mejor suerte en otro lado.
–Usted sostiene que en tres meses un productor puede estar trabajando. ¿Y la financiación?
–Una base estará en reorientar gastos inútiles, en eliminar la corrupción y en eliminar algunos impuestos que ahora requieren más gasto estatal que el dinero que se recauda. Y a mediano plazo la financiación vendrá del cambio de política. Mire, hoy mismo, en lugares donde gobierna el PT el gasto que insumen algunos proyectos es un cuarto del que insumen esos mismos proyectos en otras comunas. Y no hay nadie que conozca al Brasil como Lula. No existe.
–¿Por qué se acercaron muchos empresarios al PT?
–No es mi caso. Yo lo hice en 1989.
–Hablo de los que se acercaron ahora.
–En muchos casos, porque no conocían en profundidad el programa del PT y ahora lo conocen.
–Discúlpeme, pero en política creo poco en el valor del conocimiento para cambiar las cosas, sobre todo cuando se trata de gente con acceso a información.
–Yo le cité sólo un factor. Otro es que se va imponiendo la lucidez. El empresario se da cuenta de que paga impuestos altos y que no le sirve ni a él ni a su fuerza de trabajo. Como empresario, yo quiero trabajadores bien educados, que no falten por problemas de salud y que tengan casa.
–Son trabajadores mejor pagos.
–Sí, y yo produzco más con ellos.
–¿Esa idea se va extendiendo?
–Ese es el proceso. Pero no quiero ser exitista y pintarle un panorama idílico. No lo es. Es una tendencia. El empresario brasileño no quiere vender su empresa al capital extranjero.
–¿Le gusta José Alencar como candidato a vice?
–Voy a serle sincero. Cuando lo designaron me pareció que funcionaría para diseñar políticas privadas, pero no para imaginar políticas públicas. Me desagradó. Pero después me di cuenta de que es un empresario responsable, un tipo que quiere desarrollar su empresa con ciertos niveles de justicia y de distribución de renta. Y piensa en el país de un modo que yo comparto. Cuando participo en foros y doy charlas, suelo terminar diciendo esto: “Señores, tengo un problema grave. No consigo venderles mis productos a los desempleados. ¿Se les ocurre cómo hacerlo?”.
–Y no hay fórmula.
–No hay fórmula. Por eso necesitamos la estabilidad de Lula. Porque Lula, aunque algunos crean lo contrario, es la estabilidad para Brasil.

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