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La segunda resolución que posterga lo ya resuelto

Buques, aviones y tropas se acercan al Golfo Pérsico, pero la Casa Blanca dice que podría respetar una segunda resolución de la ONU luego del informe de los inspectores, que se conocerá el lunes próximo. El apoyo a la guerra en Estados Unidos y la popularidad de Bush siguen descendiendo.

Estados Unidos bajó sus decibeles en las palabras pero no en los hechos. Por un lado, la Casa Blanca admitió que podría esperar a una segunda resolución del Consejo de Seguridad de la ONU luego del informe de los inspectores de armas, que será presentado el lunes. Por el otro, los preparativos bélicos continúan (ver nota aparte). Ante esta situación, Rusia, tradicional aliado de Irak pero cercano ahora a Estados Unidos, dijo ayer que su canciller Igor Ivanov no asistirá a la sesión del Consejo donde los inspectores presentarán su informe. En lo diplomático, los países limítrofes con Irak más Egipto (y a excepción de Kuwait) firmaron una declaración pidiéndole a Saddam Hussein que coopere más con la ONU para evitar la guerra. La opinión pública empieza a ser esquiva al presidente norteamericano George Bush: según el Wall Street Journal, el 63 por ciento (55 por ciento el mes pasado) de los norteamericanos está de acuerdo con la guerra sólo si es a través de la ONU, y la popularidad de Bush bajó del 62 al 54 por ciento respecto de la encuesta anterior.
La Casa Blanca dijo ayer por primera vez que existe la “posibilidad” de que haya una segunda resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Irak y resaltó la importancia de “trabajar en contacto estrecho con nuestros aliados”. Esta es precisamente la postura que reclaman Francia y Rusia en caso de que Irak haya violado la resolución 1441 sobre armas de destrucción masiva y para un eventual ataque contra ese país. “Es prematuro para dar un juicio por ahora. Es una posibilidad”, dijo el vocero de la Casa Blanca, Ari Fleischer. Agregó que “el presidente ha dicho claramente que estima importante trabajar en contacto estrecho con nuestros aliados para que Irak reciba señales inequívocas”.
Entretanto, los cancilleres de Egipto, Siria, Jordania, Arabia Saudí e Irán fueron saludados al comienzo del encuentro en Estambul por el primer ministro turco, Abdulá Gul. Turquía, promotora del encuentro entre estos países, pretendió que como resultado de la reunión se presente una declaración conjunta de los seis países en la que se inste a Irak a cumplir estrictamente las órdenes de desarme de Naciones Unidas. Eso se logró, pero no que la declaración final incluyera un llamamiento específico a Estados Unidos.
Respecto a la labor de la ONU en Irak, seis científicos iraquíes rechazaron ser interrogados por los inspectores de desarme de la ONU, confirmó ayer el jefe del Departamento de Vigilancia iraquí, general Husam Mohamed Amin. Este aseguró que Bagdad ha intentado convencer a los científicos de que acepten entrevistarse en privado con los inspectores, “pero ellos se negaron” y exigieron que al interrogatorio asistan representantes del gobierno iraquí. Pero Estados Unidos descree de la buena voluntad de Bagdad, mejor dicho, todo lo contrario. “Hussein ordenó la ejecución de todos los científicos iraquíes que cooperen con los expertos de la ONU y de sus familiares”, aseguró el número dos del Pentágono, Paul Wolfowitz, para justificar la negativa de los seis científicos. Además, Estados Unidos acusó a Bagdad de haber puesto un estricto sistema en funcionamiento que restrinja la actividad de rastreo.
En el sondeo publicado por el Wall Street Journal, un 29 por ciento de los norteamericanos estima que Bush puede prescindir de la ONU, contra el 35 por ciento registrado el mes pasado. Asimismo, el 61 por ciento de los encuestados opina que la Casa Blanca debería darle más tiempo a los inspectores de la ONU y 55 por ciento estima que una guerra aumentará las amenazas terroristas contra Estados Unidos. La encuesta anterior, encargada por el diario Washington Post y la cadena televisiva ABC, decía que un 70 por ciento de los estadounidenses prefieren darle a los inspectores de armas un par de meses más para cumplir su tarea en Irak.
Por su parte, el presidente iraquí Saddam Hussein afirmó que el pueblo iraquí “no teme” las provocaciones de Washington. La suerte de la ofensiva se jugará en parte en cómo Estados Unidos resuelva o no lo diplomático, pero lo que está claro es que los planes efectivos de guerra no se detuvieron. La impasse, por ahora, es sólo cuestión de palabras.

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El desierto del norte de Kuwait: un soldado norteamericano toma agua sobre su tanque Bradley.
Sólo en ese país hay 16.000 soldados de Estados Unidos, y están llegando muchos más.
 
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