EL MUNDO › ACELERAN LOS ESFUERZOS PARA UNA
SEGUNDA RESOLUCION DE LA ONU CONTRA HUSSEIN

La pistola humeante que sería un misil

Durante semanas, Estados Unidos y Gran Bretaña buscaron una “pistola humeante” que ligara a Saddam Hussein con el terrorismo y justificara así una invasión a Irak. No la encontraron, pero ahora la sustituirían con un misil iraquí de alcance mayor al permitido por la ONU.

Por Brian Whitaker, Richard Norton-Taylor y Nick Paton Walsh
Desde Londres y Moscú

La intransigencia de Irak sobre los misiles que pueden viajar 30 kilómetros más allá del límite de 101 kilómetros fijado por la ONU estaba emergiendo rápidamente anoche como un posible gatillo para la invasión norteamericana. Mientras los inspectores de armas se preparaban para ordenar la destrucción de los cohetes, el presidente Saddam Hussein se reunía en consejo de guerra con sus jefes militares. El encuentro ocurrió un día después de que el líder iraquí dijera que la paz “a cualquier precio” es inaceptable. Anoche, el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, dijo que la nueva resolución que Washington presentará ante el Consejo de Seguridad de la ONU no necesariamente establecerá una fecha límite para que Irak se desarme y tampoco necesariamente mencionará las palabras “acción militar”, lo que suena como un intento de evitar el veto de Francia en el Consejo de Seguridad.
En un reportaje a un canal español, Powell se refirió al gobierno de transición que Estados Unidos impondría en Irak si llegara a derrocar a Saddam. “Tan pronto como el trabajo haya terminado, queremos una transición. Pero no deseamos un gobierno militar como el que tuvimos en Alemania y en Japón después de la Segunda Guerra Mundial, que estuvieron en el poder durante años. Queremos que la transición esté dirigida, primero, por una autoridad civil y luego, por el pueblo iraquí, con alguna presencia internacional”, explicó. También dijo que espera que Turquía acepte la oferta económica de Estados Unidos a cambio de permitir la entrada de tropas estadounidenses en su territorio. “Espero oír algo de ellos antes de que termine el día”, dijo ayer luego de que el Parlamento turco pospusiera hasta el martes la votación para decidir la autorización. Mientras tanto, varios occidentales que han estado trabajando en privado para prevenir el conflicto con Irak mostraron ayer su desesperación con lo que ven como un endurecimiento de la postura de Irak. Según ellos, Bagdad no ha hecho movimientos positivos de desarme desde el viernes pasado, lo que temen que responda a una mala lectura de las divisiones evidenciadas en el Consejo de Seguridad de la ONU y las protestas antiguerra del fin de semana.
En su último informe ante el Consejo de Seguridad, el jefe de inspectores, Hans Blix, declaró que los misiles Samoud 2, que son ilegales, han sido disparados en pruebas a una distancia de 171 kilómetros. Irak dice que los misiles volaron una distancia extra porque no estaban cargados con sistemas de guía y control. Los inspectores de la ONU visitaron ayer las instalaciones de Ibn al Haithem, al norte de Bagdad, que fabrica partes para misiles, y la fábrica Samoud, que produce motores líquido-propulsados para los misiles, según el Ministerio de Información iraquí. Se cree que los inspectores están compilando inventarios de las armas que se van a destruir y se espera que Blix pida su destrucción en los próximos días. El viceprimer ministro Tarek Aziz ya declaró que la destrucción de misiles es “inaceptable”. “No deben ser destruidos porque prácticamente tienen el alcance permitido”, dijo en una reciente entrevista con la CNN. “Sería injusto e inaceptable desde cualquier standard de seguridad y científico... La destrucción puede basarse en una razón vinculada con cuestiones de seguridad y paz.” Los cohetes, que llevan una ojiva convencional pero pueden equiparse con armas químicas o biológicas, son vistos por Irak como un elemento clave de su arsenal.
Funcionarios británicos dijeron ayer que la decisión sobre qué hacer con los misiles depende de Blix, aunque describieron al tema como una prueba para Irak. Sería “un elemento para juzgar la cooperación iraquí”, dijeron. La disputa sobre los misiles surgió en un tiempo propicio para funcionarios estadounidenses y británicos que trabajan en el borrador de una nueva resolución de la ONU. Ayer, Rusia subió la apuesta en su oposición a una acción militar estadounidense al afirmar que los inspectores de armas están siendo presionados para obligarlos a abandonar su trabajo en Irak. El canciller Igor Ivanov sostuvo que “según nuestra información, se está ejerciendo una fuerte presión sobre los inspectores internacionales para hacerlos abandonar sus operaciones en Irak, como pasó en 1998. O presionarlos para que encuentren cargos que justifiquen el uso de la fuerza”.
Los comentarios de Ivanov constituyen la crítica más aguda de Moscú hacia Washington desde que empezó la crisis iraquí. De todas formas, el Kremlin ha buscado abrir sus opciones. Habitualmente, sus comentarios son lo suficientemente ambivalentes para no atar al presidente Putin a una posición determinada. Ayer, Ivanov tuvo el cuidado de reiterar la insistencia de Moscú para que Bagdad coopere ampliamente con los inspectores de armas. Y demandó la “apertura completa” de Bagdad, cuya aparente ausencia alimenta los argumentos de Washington. Los comentarios de Ivanov también llegaron un día después de que se reunió con el legislador norteamericano Tom Lantos, que el miércoles pasado abandonó Moscú con la seguridad de que Rusia no pondrá “obstáculos” a las intenciones de EE.UU.

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Colin Powell (der.), secretario de Estado, con George Robertson, titular de la OTAN.
 
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