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Dos bombas para pescar en el río revuelto de Caracas

Un explosivo de alto poder causó fuertes daños a la Embajada de España y el Consulado de Colombia en Caracas. Ambos países han sido críticos de Hugo Chávez, cuyo gobierno repudió los atentados.

La madrugada de ayer en Venezuela se vio sacudida por dos explosiones en las sedes diplomáticas de Colombia y España, que dejaron cuatro heridos leves y severos daños materiales. Sucedió a dos días de que el presidente venezolano Hugo Chávez demandara al gobierno español que respete la autonomía de Venezuela –específicamente sobre la detención del líder empresarial opositor Carlos Fernández– y que desmintiera vínculos de su país con los grupos rebeldes de Colombia. El primer artefacto hizo explosión a las dos horas local ante la Oficina de Cooperación Técnica de la Embajada de España, en La Castellana; el segundo, de mayor potencia, estalló 15 minutos después a un par de kilómetros, ante el Consulado de Colombia. El presidente colombiano, Alvaro Uribe, vio la injerencia de la guerrilla colombiana en el ataque, mientras Philip Reeker, portavoz del Departamento de Estado norteamericano. destacó que los ataques vienen “después de reiterados ataques verbales de Chávez contra la comunidad internacional y ciudadanos e instituciones de Venezuela”.
En los dos escenarios del doble atentado aparecieron panfletos de un grupo desconocido: “Fuerzas Bolivarianas de Liberación”. Los panfletos también estaban suscritos por la Coordinadora Simón Bolívar, que se apresuró a desmentir su participación en las explosiones contra las sedes diplomáticas. Las explosiones, producto del potente explosivo plástico C-4, dejaron cuatro heridos leves, entre ellos una mujer de 39 años y su pequeña hija de cuatro años que vivían en un edificio al frente del consulado colombiano, ubicado en la avenida Guaicaipuro del barrio Chacaíto (este de Caracas), a dos kilómetros de la embajada de España. Los otros dos son los guardias de ambas sedes. De no haberse sincronizado la explosión durante la madrugada, podría haber habido una matanza. Caracas ordenó “las averiguaciones pertinentes hasta que se determine con plena certeza el origen de los hechos”, puntualizó un comunicado que leyó el ministro del Interior, el general Lucas Rincón.
El vicepresidente José Vicente Rangel descartó que haya relación entre los atentados, que calificó de “terroristas”, y la guerrilla colombiana –como sugirió Bogotá–, porque “no hemos podido encontrar ningún indicio de conexión entre atentados (anteriores) en territorio venezolano” y esos grupos. Rangel advirtió que hay “sectores que están pensando en transitar la ruta del terrorismo”. “Lo que faltó fue que dejaran la foto del presidente Hugo Chávez con un autógrafo”, ironizó, rechazando que se involucre al gobierno con los ataques.
En Bogotá, el presidente colombiano Alvaro Uribe declaró que “no falta a cada momento un dolor de cabeza. Ahora, la destrucción terrorista del consulado colombiano en Caracas, pero el país es superior. La voluntad del país de salir adelante es infinita”. El gobierno colombiano señaló que esa acción demuestra “el potencial destructor de la democracia de la región que tienen los grupos violentos de Colombia, a los cuales no se les puede dejar encontrar cómplices en los países vecinos”. Así, para el Ejecutivo colombiano lo sucedido ratifica el riesgo de que Venezuela se “convierta en sucursal de la tragedia colombiana” por cuenta de la actividad que, aseguran, ejercen ahí principalmente las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El jefe de Gobierno español, José María Aznar, y también Uribe, dieron a conocer su “preocupación” por los atentados. La Embajada de Estados Unidos en Caracas a su vez pidió a las autoridades de Venezuela que realicen una investigación exhaustiva y afirmó que esos “cobardes actos de violencia no sólo producen sufrimiento humano, sino que también hacen más difícil la búsqueda de una solución pacífica, democrática y electoral para los problemas que enfrenta la gente de Venezuela”. Como siempre, Washington apunta a Chávez.
Algunos líderes de oposición de Chávez advirtieron que los atentados son “consecuencia de la violencia verbal gubernamental” y acusaron a Chávez de pretender “sabotear” las negociaciones que buscan una salida negociada a la crisis del país. Pero el partido oficialista Movimiento V República (MVR) condenó los “actos de terror” contra las sedes diplomáticas y los atribuyó a “sectores golpistas de oposición”.

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Así quedó el Consulado de Colombia después de la explosión.
 
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