EL MUNDO › DONDE LA GUERRA AÚN NO ACABÓ

Donde la guerra aún no acabó

Por Juan Carlos Sanz *
Desde Erbil

Erbil era ayer una fiesta largamente esperada. Miles de habitantes de la capital del Kurdistán iraquí se echaron a la calle para celebrar la caída de Bagdad y la aparente derrota de Saddam Hussein. Bocinazos, tiros al aire, tambores de las montañas y muchos gritos de júbilo. Pero pocos kilómetros más al sur seguían los combates. Los soldados kurdos y las unidades de operaciones especiales estadounidenses tomaron un monte estratégico al noroeste de la ciudad. Asimismo, hubo ataques aéreos sobre Tikrit, ciudad natal de Saddam Hussein, donde una de las versiones indica que allí se encontraría el líder iraquí.
Tomados de la mano, miles de jóvenes kurdos bailaban como locos en la plaza del gobierno provincial de Erbil. Muchos llevaban retratos de Masud Barzani, líder del Partido Democrático de Kurdistán (PDK), y banderas amarillas, el color de la fuerza política hegemónica en el noroeste del territorio autónomo. Desde hace 12 años, tras el final de la Guerra del Golfo, los kurdos han escapado al control de Bagdad y han contado con un amplio autogobierno, gracias a la protección de los “cazas” británicos y de EE.UU. sobre una zona de exclusión aérea en el norte de Irak. Pero no todo eran parabienes para EE.UU. en la capital del Kurdistán iraquí. Aghar Hamid, propietario de un asador de “kebab”, el plato nacional kurdo, resumía así los sentimientos encontrados de muchos kurdos iraquíes: “Agradecemos a los norteamericanos que nos hayan librado de Saddam, pero no queremos que se queden para siempre. Sí es así, demostrarán que sólo les interesaba el petróleo, y no el pueblo de Irak”.
El ejército estadounidense se preparaba ayer para trasladar un importante contingente de tropas hasta el Kurdistán. De madrugada, desembarcaban desde aviones militares de transporte estacionados en el aeródromo de Harir, los primeros carros de combate que EE.UU. envía al frente norte. El número de sus soldados –que entre fuerzas especiales y parcaidistas ronda ahora los 3000 o 4000– puede multiplicarse con la apertura de una nueva pista de aterrizaje en Ainkawa, situado en las afueras de Erbil. Sin una masa crítica de tropas ni carros de combate, difícilmente podrá EE.UU. tomar el control de las zonas productoras de petróleo que rodean Mosul y Kirkuk. Washington teme que la presencia de milicianos kurdos en ambas ciudades pueda provocar una reacción militar de Turquía en el norte de Irak.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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