EL MUNDO › BUSH PROPULSO AYER SU PLAN DE REDUCCION TRIBUTARIA PARA GANAR LAS ELECCIONES

Una idea del gran simulador de Texas

Tras el anuncio del fin de las operaciones militares en Irak, y de cara a las presidenciales de 2004, George W. Bush, quien ayer voló un “tanque enemigo” a bordo de un simulador, volvió a proponer una reducción de impuestos para rescatar a la economía, donde el desempleo aumentó al 6 por ciento.

Como parte de sus apariciones espectaculares –que comenzaron en la cubierta del portaaviones USS Abraham Lincoln, donde pernoctó de jueves a viernes– el presidente estadounidense, George W. Bush, impulsó ayer su cuestionado plan de recortes impositivos –que prevé una disminución de 550.000 millones de dólares en 10 años–, de un modo escénico en el norte de California: a bordo de la cabina de un simulador de un futuro vehículo de combate voló un tanque enemigo, agradeciendo a los contratistas que proveyeron equipos para la guerra en Irak. Lo hizo desde la fábrica de blindados Bradley, en momentos en que se conoció un nuevo aumento de la desocupación en abril y un día después de haber lanzado informalmente su candidatura para las elecciones de 2004.
“El mejor modo de crear crecimiento es permitirle a la gente que preserve más parte de su dinero”, dijo luego de visitar las Industrias de Defensa Unidad, que diseñaron gran parte del equipamiento utilizado en la guerra en Irak. En particular, la compañía Bradley fabricó los tanques Hércules, los mismos que hicieron caer la estatua del líder iraquí hoy desaparecido, Saddam Hussein. Del mismo modo que lo hizo en el pasado, Bush pidió ayer a los legisladores que aprueben el plan de recortes de impuestos para mejorar los índices económicos ahora que terminó la guerra en Bagdad. Pero las cifras que se divulgaron ayer dan cuenta de un aumento de la tasa de desempleo de Estados Unidos –6 por ciento en abril contra 5,8 por ciento en marzo– y son un signo poco alentador para la recuperación de la economía y un riesgo político para la reelección del mandatario.
Desde enero de 2001 se perdieron más de dos millones de puestos de trabajo en Estados Unidos. Bush utilizó la cifra de desocupación en favor de su argumentación, al afirmar que debe “decir alto y claro a los miembros de ambos partidos políticos en el Congreso de Estados Unidos que necesitamos un robusto alivio impositivo para que nuestros conciudadanos puedan conseguir trabajo”. Insistió que “cuando vuelva a Washington D.C quiero ver un texto que lo reconozca”. Y fue directo a la población de Silicon Valley, una de las más afectadas por la recesión: “Sé que una porción de la economía en los últimos dos años no fue aprovechada en su total potencial. El plan que propongo es uno que favorecerá a Silicon Valley”.
Bush también se refirió a la alta tecnología utilizada en lo militar. “Las nuevas tecnologías de guerra ayudaron a proteger a nuestros soldados, y lo más importante, nos permiten redefinir la guerra en nuestros términos.” Luego el mandatario pasó a buscar al primer ministro australiano John Howard para llevarlo a su rancho en Texas, donde pasarán el fin de semana. Visiblemente fue un gesto de agradecimiento a ese país por ser un aliado en la guerra de Irak.
Anteayer el presidente estadounidense había indicado que “lo esencial de la batalla de Irak ha terminado” y que en la batalla en ese país Estados Unidos y sus aliados vencieron. En esa línea, Bush afirmó que Estados Unidos es ahora “más seguro” porque tras la guerra en Irak y Afganistán los dos países son “libres”. El presidente estadounidense basó su afirmación en que ahora la red terrorista Al-Qaida no tiene más “un aliado en Irak”. Esa expresión se basa en la tesis de Bush sobre los nexos entre el caído gobierno de Saddam Hussein y Al-Qaida, tesis que fue desacreditada extraoficialmente hasta por los servicios de inteligencia norteamericanos. No obstante, las encuestas dicen que la mitad de los estadounidenses creen que Irak tuvo vinculación con los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. A todo esto, según versiones locales, Bush habría designado a Paul Bremer, un conservador de 61 años, como enviado a Irak en la administración civil. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, desmintió esa designación, afirmando que el hombre que él designó, Jay Garner, es quien cumple ese cargo.

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El presidente norteamericano sentado en un simulador desde el cual voló un tanque “enemigo” en su visita a las Industrias Bradley.
 
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