EL MUNDO › CONMUEVE A ITALIA UNA HISTORIA DE NIñOS INMIGRANTES

Un naufragio con reencuentro

Seis niños sirios, muy pequeños, que viajaban en un barco que se hundió el 11 de octubre y fueron rescatados por la Guardia Costera italiana, encontraron a sus padres que se suponía ahogados.

 Por Elena Llorente

Desde Roma

En medio de las tragedias que tiñeron de dolor al Mar Mediterráneo en estos últimos seis meses y que costaron la vida a cientos de inmigrantes, de Africa y Medio Oriente sobre todo, que intentaban llegar a Europa en barcazas de mala muerte, una historia increíble, absolutamente insólita, ha hecho por primera vez dibujar una sonrisa de esperanza en la cara de los que han llegado. Seis niños sirios, muy pequeños, que viajaban en un barco que se hundió el 11 de octubre y fueron rescatados por la Guardia Costera italiana, encontraron a sus padres que se suponía ahogados. Es que los niños fueron a parar a Italia mientras los padres, que se salvaron, habían sido rescatados por naves de Malta y terminaron en esta isla mediterránea, distante a pocas millas marinas de la tristemente famosa isla de Lampedusa.

Es la historia de Yara, Youssuf y Yassam, dos mellizos de tres años y el hermanito de diez meses, y de Maram de 18 meses, de Karim de siete años y de Mahmud de tres, que terminaron en un orfanato de Menfi, en Sicilia, a la espera de saber qué hacer con ellos. Mientras tanto sus padres, en el campo de refugiados Alfaa en Malta, pedían ayuda, rogaban a todos los que veían, periodistas incluidos, que les dieran alguna noticia de sus hijos y mostraban las fotos de los pequeños en la casa de Damasco. Y gracias a esas fotos es que algunos de ellos, los más afortunados, Ahmad Ali Chahibi de 33 años y su esposa Najat de 23, lograron encontrar a sus pequeños Yara, Youssuf y Yassam.

Los otros tres pequeños también encontraron a sus familias. La madres de Karim y de Mahmud, en cambio, desapareció en el fondo del mar con dos de sus hermanitos. Pero los papás de ambos sobrevivieron y esperan ahora que les entreguen a sus hijos. Uno de los padres contó a la prensa que después que el barco se hundió vio a varios niños flotando con salvavidas. Los sacó del mar y los puso en la balsa inflable que les había tirado un helicóptero. Y cuando la nave militar llegó, él intento también hacer subir a su esposa, pero los militares aceptaron sólo a los niños y dijeron que enseguida vendría otro barco para llevarlos a Lampedusa. Sin embargo, terminaron en Malta rescatados por naves de ese país.

Una historia, dentro de todo, con un final menos triste de lo que podría haber sido, aunque ahora tengan que esperar el resultado de los análisis del ADN. La marea de migrantes que quieren escapar de Africa y de Medio Oriente no se detiene. Y no se detendrá, según los expertos, por más barreras que se le pongan, como comentó la organización humanitaria Human Rights Watch al saber de las nuevas medidas de control de fronteras que estudia la Unión Europea. Esas medidas sólo conseguirán “cambiar las rutas migratorias”, dijo Human Rights Watch.

En efecto, no sólo se muere en el mar. Porque para llegar al Mediterráneo, en Africa, por ejemplo, hay que recorrer cientos y cientos de kilómetros con los medios más inverosímiles. Hay quien usa camellos para cruzar el desierto, sí, en el siglo XXI. Otros van cargados como ganado en los camiones de los traficantes, que los abandonan cuando quieren, o los encierran si no han terminado de pagar lo acordado para el viaje, que puede costar entre 3000 y 5000 dólares. Es así como la semana pasada, 35 migrantes de Nigeria murieron de sed en el desierto del Sahara que separa Nigeria de Argelia. Eran dos camiones, contaron los únicos cinco sobrevivientes. Pero uno de ellos se rompió. Los hicieron bajar para ir a buscar el repuesto. Bajarse en el medio de la nada, donde las dunas son el único paisaje. Había mujeres y niños que empezaron a caminar en busca del oasis más cercano. Pero en esa inmensidad y sin orientación de ninguna índole, no es fácil llegar a ningún lado. Quince días atrás, dijeron autoridades de Nigeria, les había sucedido lo mismo a otros 40 migrantes.

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Soldados italianos y la Guardia Costera asisten a las víctimas del último naufragio.
Imagen: EFE
 
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