EL MUNDO › SON LAS MAS PELIGROSAS DEL MUNDO Y MILES DE PERSONAS MUEREN CADA AÑO INTENTANDO CRUZARLAS

Alerta rojo en las fronteras de Europa

Del total de más de 4000 personas que perdieron la vida en el mundo en el curso de 2014 tratando de ingresar clandestinamente, el Viejo Continente lidera el nefasto ranking con 3072 inmigrantes muertos en los últimos diez meses.

 Por Eduardo Febbro

Desde París

Las fronteras europeas matan como ninguna otra en el mundo. Muy lejos de las fronteras más conocidas por su grado de peligrosidad, México-Estados Unidos, por ejemplo, las de Europa se cobran cada año miles de vidas. Del total de más 4000 personas que perdieron la vida en el mundo en el curso de 2014 tratando de ingresar clandestinamente, el Viejo Continente lidera el nefasto ranking con 3072 inmigrantes muertos entre diciembre de 2013 y septiembre de 2014 mientras intentaban cruzar el Mediterráneo para alcanzar las costas europeas. El informe publicado por la Organización Internacional de Migraciones (OIM) revela un panorama devastador para quienes, en embarcaciones provisorias, tratan de llegar a Europa. El director general de la OIM, William Lacy Swing, califica esta situación de “chocante e inaceptable”. Sin embargo, pese a las declaraciones de los dirigentes europeos, a la existencia de organismos como el Frontex y a las promesas hechas a finales de 2103, Europa no ha elaborado ninguna fórmula eficaz contra este drama. En Francia, el cuerpo que se encarga de respaldar a los inmigrados, la Cimade, apunta a la Unión Europea cuya “respuesta es inadaptada” y “engendra dramas en las fronteras”. A título de comparación, entre enero y septiembre de este año 4077 candidatos a la inmigración murieron en el mundo, de los cuales 273 fueron en la frontera entre México y Estados Unidos.

Las cifras hechas públicas por la Organización Internacional de Migraciones en su informe “Viajes fatales” representan cuatro veces más muertos que en 2013 y seis veces más que en 2012. A los náufragos del Mediterráneo hay que agregarles la tensión mortal que impera en la frontera sur de la Unión Europea, concretamente en los enclaves de Ceuta y Melilla, donde se concentra el paso entre España y Marruecos. Los migrantes tragados por el Mediterráneo en su viaje a Lampedusa (Italia) provienen de Eritrea, Siria, Libia o Palestina. Las fronteras europeas han sido así responsables del 75 por ciento de los muertos en el planeta, muy por delante de Estados Unidos, 6 por ciento, o el este de Africa, 6 por ciento. Para la OIM, “Europa es el destino más peligroso del mundo para la migración irregular”. La mayoría de las personas murieron ahogadas, asfixiadas, de hambre o de frío. Cada página del informe es una hecatombe de muertos, desaparecidos o malos tratos sistemáticos. La OIM estima que desde el año 2000, del total de más de 40 mil seres humanos que perdieron la vida en el mundo, 22.394 murieron en las fronteras exteriores de Europa. En el mismo período, 6029 murieron en la frontera entre México y Estados Unidos.

En lo que atañe al Viejo Continente, la Cimade observa que las personas que huyen de las zonas de conflicto, donde los derechos humanos son sistemáticamente violados, encuentran en Europa “las puertas cerradas. Los estados miembro (de la UE) no llegan a ponerse de acuerdo sobre una verdadera política común basada en la solidaridad y el recibimiento. Estos Estados se culpan los unos a los otros y prefieren la represión”. Los especialistas en temas migratorios hablan hoy de verdaderos “corredores de la muerte”, muy especialmente en la costa oeste de Libia y el estrecho de Sicilia.

La situación desesperada de estos países empuja a miles de personas al mar en busca de otro destino. El HCR, Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados, calcula que en lo que va de 2014 130 mil migrantes llegaron a las costas europeas contra 60 mil en 2013. De esos 130 mil, 110 mil desembarcaron a lo largo del litoral italiano provenientes sobre todo de Libia. En el corto lapso que va del 15 al 19 de septiembre, los guardacostas de la marina italiana socorrieron a más de 5500 personas. El pasado 12 de septiembre, 500 migrantes murieron ahogados luego del hundimiento deliberado de su barco. Los responsables del naufragio son los integrantes de las bandas que, a precio de oro, ofrecen el servicio. William Lacy Swing, el director de la OIM, revela que el organismo constató que “los criminales maltratan a los migrantes, los apilan en barcos que no están en condiciones de navegar”. Este drama humano no es nuevo. Ya hay un precedente y todo sigue igual: “Hace un año, el mundo miraba con horror cómo 360 migrantes habían perdido la vida en su intento de nadar hacia las costas de la isla italiana de Lampedusa. Lamentablemente, el horror parece no tener fin: hasta 500 migrantes murieron en las costas de Malta unas semanas antes de la publicación de este informe” (William Lacy Swing).

Si las estadísticas elaboradas por le OIM son escalofriantes, la realidad podría ser aún peor. El organismo se basa en los datos que pudo recabar, pero existen varias zonas del mundo donde es imposible obtener información. Peor aún, la indiferencia gubernamental es una postura de casi todos los países. En su investigación “Viajes fatales”, la OIM reconoce que “el número real de víctimas es seguramente mucho más elevado”. Franck Laczko, investigador en la OIM, observa también que “la colecta de datos sobre la muerte de migrantes nunca fue una prioridad para la mayoría de los gobiernos del mundo. Se consagran importantes sumas de dinero a obtener datos sobre la migración y el control en las fronteras, pero pocos organismos colectan datos sobre el deceso de los migrantes”. El macabro recuento de ahogados o muertos de frío revela otro dato político mayor: el origen de la migración se sitúa en aquellos países donde la situación política es un abismo cuya existencia es consecuencia de la intervención occidental. Este es el caso de Libia, por ejemplo. El ex presidente Muammar Khadafi fue derrocado entre marzo y octubre de 2011 mediante un operativo multinacional asumido por Occidente y apoyado en la resolución 1973 de las Naciones Unidas. El país vive desde entonces en un contexto de violencia marcado por los enfrentamientos entre milicias rivales, la ausencia total de sistema político y, por consiguiente, de Estado legítimo. Siria presenta un cuadro semejante. En su empeño por sacar del poder a Bashar al Assad, Occidente apoyó con armas y consejeros a una rebelión dividida, desestructurada, sin identidad e incapaz de imponerse en el terreno debido en gran parte a sus propias divisiones. La absoluta y trágica inoperancia de las grandes potencias occidentales y del mundo árabe para imponer un marco de negociación pertinente entre los actores del conflicto palestino-israelí estimula a miles de palestinos a migrar hacia una muerte segura. Europa eligió forjar una fortaleza en sus fronteras para protegerse de los desastres que sus políticas coloniales provocan.

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Miembros de la Cruz Roja ayudan a un grupo de inmigrantes en la costa sur de España, cerca de Tarifa.
Imagen: AFP
 
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