EL MUNDO › LAS úLTIMAS ENCUESTAS INDICAN UN EMPATE TéCNICO ENTRE LOS CANDIDATOS AL BALLOTTAGE DEL 26 DE OCTUBRE

Duro debate televisado entre Dilma y Aécio

“Las únicas propuestas sociales que usted presenta son la continuidad de mis proyectos”, aseguró la presidenta, que aspira a la reelección. Su rival conservador trató de responder con acusaciones de corrupción.

 Por Darío Pignotti

Desde Brasilia

“Candidato Neves, usted fabula”, se despachó Dilma Rousseff, firme pero sin subir la voz, durante el debate televisivo concluido en la madrugada de ayer, el primero de la serie de cuatro que precede al ballottage brasileño del 26 de octubre, mientras las últimas encuestas indican un empate técnico que decepcionó al mercado, donde imaginaban una subida del candidato opositor.

“Usted pasó todos los límites, candidato, ya está en la fabulación, en el peligroso terreno de la leyenda. Nadie cree que el origen del Bolsa Familia venga del gobierno de Fernando Henrique Cardoso (correligionario de Neves)... La Bolsa Familia de ustedes era para 5 millones de personas, la del presidente Lula y mía alcanzó a 50 millones.”

“Las únicas propuestas sociales que usted presenta son la continuidad de mis proyectos”, aseguró la presidenta antes de referirse a las cifras del programa que simboliza las políticas ejecutados en casi doce años de gestiones del Partido de los Trabajadores.

Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), quedó un instante mirando al vacío, como un boxeador después de recibir un gancho, pero se repuso reprochando la “arrogancia” de Dilma y el PT por ignorar el “legado” de los gobiernos de Cardoso, entre 1995 y 2003.

“Yo quiero mirar hacia adelante... hacia el cambio... lo que les importa a los brasileños es el futuro, no el pasado”, esquivó Neves, buscando salir pronto del rincón de los temas sociales, donde sabe que el PT es más fuerte que el PSDB.

Ese fue uno de los cerca de 40 cruces verbales y gestuales (miradas encolerizadas) protagonizados por los presidenciables durante la hora y media del debate organizado por la TV Bandeirantes en San Pablo, que llegó a liderar la audiencia nacional, algo inusual para ese canal.

Neves recuperó el centro del cuadrilátero con las denuncias de corrupción en Petrobras, amplificadas en las últimas semanas con las confesiones de un ex ejecutivo de la petrolera y el dueño de una mesa de dinero clandestina que buscan reducir sus penas mediante la delación premiada.

“Es absolutamente increíble lo de Petrobras, pero usted sólo se indignó cuando se filtraron los testimonios (de los procesados) y no frente a su contenido”, cargó Neves, sabiendo que el tema desgasta al gobierno y alimenta el “antipetismo”.

Antes del programa, Dilma y el PT habían denunciado un “golpe” de nuevo tipo contra el gobierno, orquestado por sectores de la Justicia y los medios que sólo publican parte de las confesiones de los delincuentes confesos, sin chequear su veracidad.

Dilma sostiene que la andanada de acusaciones contra la petrolera es el caballo de Troya donde se agazapa Neves para justificar, si es electo, una política de desnacionalización a través de la revisión de los contratos con compañías extranjeras.

Una encuesta del instituto Datafolha informó ayer por la noche que Neves suma el 51 por ciento de las intenciones de voto contra el 49 de Dilma, vencedora del primer turno del 5 de octubre, cuando obtuvo el 42,5, ocho puntos arriba de su rival.

En la Bolsa de Valores de San Pablo, una suerte de unidad básica del PSDB, el empate técnico fue recibido con cierto pesimismo, traducido en la baja del 3 por ciento.

El partido del capital está liderado por los bancos privados nacionales y extranjeros, las empresas periodísticas, un segmento del empresariado industrial, varios caciques provinciales (otros están con Dilma) y cuenta con la simpatía de las corporaciones judicial y policial (con su bloque parlamentario), las clases medias altas y parte de los sectores medios que se espejan en modelos de consumo y conducta política de los más ricos.

Según Datafolha, Neves tiene el 67 por ciento de los electores ricos y medios altos, caracterizados por ser “intensamente antipetistas”, en San Pablo (primer colegio electoral, con 22 por ciento del padrón) y los estados del sur, con altos índices de población blanca.

Son grupos que “transpiran un rechazo contra la nueva clase media baja, la clase C, los nordestinos y los programas de transferencia de renta que favorecieron la inclusión” de decenas de millones de ciudadanos, plantea el doctor en sociología Leonardo Avritzer.

La escenografía donde se realizó el debate representó la confrontación que caracteriza a esta campaña, la más disputada desde el fin de la dictadura, en 1985. Los contrincantes fueron ubicados frente a frente, a menos de dos metros de distancia, sin la presencia del moderador, el periodista Ricardo Boechat, situado en una esquina del estudio. “Lo que queríamos era un escenario que muestre la batalla de ideas entre los protagonistas, la idea era que yo apareciera lo menos posible”, contó Boechat.

El sondeo de Datafolha no registró el impacto del duelo televisado, donde ninguno de los contendientes cometió un error grave y no hubo vencedor claro. Si alguien obtuvo cierta ventaja fue Dilma al poner en el temario asuntos que las cadenas noticiosas soslayan, como el proyecto económico “neoliberal” de Neves, quien anticipó que su ministro de Hacienda será Arminio Fraga, un economista ortodoxo que presidió el Banco Central en los años de Cardoso.

Neves es más hábil pero menos sincero que Dilma y aseguró, con cara de boy-scout, que en 2003 Lula había solicitado la continuidad de Fraga en la conducción del Banco Central. Dilma quedó muda, ante las cámaras de la cadena Bandeirantes, cuando su adversario reveló el supuesto convite de Lula al iniciarse el primer gobierno petista.

Ayer el ex presidente y líder del PT desmintió a Neves al decir que “nunca hice ese convite a Fraga, es lamentable que un candidato falsifique hechos históricos en un debate para la presidencia de la república”.

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Hubo muchos cruces verbales y gestuales entre Dilma Rousseff y Aécio Neves durante la hora y media de debate.
Imagen: EFE
 
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