EL MUNDO › ATAQUE SUICIDA CONTRA LA SEDE DE NACIONES UNIDAS EN BAGDAD

Un nuevo golpe a la golpeada ONU

El estallido de un coche-bomba frente al estacionamiento del hotel Canal en Bagdad mató al suicida y a un iraquí e hirió a 18.

Por Jorge Marirrodriga *
Enviado especial a Bagdad

Un policía iraquí murió y entre 16 y 18 personas resultaron heridas en un nuevo atentado suicida con coche-bomba contra la sede de las Naciones Unidas en Bagdad, a poco más de un mes de que otra acción suicida contra el mismo edifico matara a 22 personas, entre ellas el representante especial de la ONU, Sergio Viera de Mello.
Eran las ocho de la mañana hora local cuando una violenta explosión pudo escucharse en gran parte de la capital iraquí, de 5 millones de habitantes. Un hombre acababa de hacer estallar los explosivos que cargaba en un vehículo cuando estaba justo en la entrada del estacionamiento del cuartel general de la ONU en Irak, en la parte trasera del edificio conocido como Hotel Canal. En ese momento un policía iraquí estaba tratando de identificar al conductor. “Es posible que el atacante decidiera cambiar de objetivo sobre la marcha, y cuando vio que no le era posible atentar contra el edificio decidiera hacer estallar la bomba allí mismo”, explicó el capitán Shon Kearly, del 2º Regimiento de Artillería Acorazada de Estados Unidos.
La explosión desintegró prácticamente el cuerpo del suicida y lanzó restos de su vehículo a unos 500 metros de distancia. El policía iraquí que estaba a su lado murió en el acto y los heridos, entre los que hay mujeres y niños, formaban parte del grupo de personas que aguardaban para entrar en las instalaciones. Inmediatamente helicópteros de combate Apache comenzaron a sobrevolar la zona, mientras los soldados sellaban el lugar.
Este segundo atentado con bomba contra el corazón de las operaciones de la ONU en Irak ha exacerbado los ánimos de los trabajadores del organismo internacional. “¿Cuántas personas más tendrán que morir para que podamos seguir trabajando en este país?”, se preguntaba la española Antonia Paradela, portavoz de la ONU en Bagdad. Paradela señaló que Naciones Unidas se está replanteando su presencia en Irak, aunque recalcó que esto no significa un abandono total de sus actividades en el país.
Desde el atentado del pasado 19 de agosto, la mayor parte del personal de la ONU ha sido evacuado a Jordania o Kuwait, los organismos dependientes como UNICEF, ACNUR o el Programa Mundial de Alimentos han reducido su personal al mínimo y muchos programas han sido paralizados. De 600 empleados de Naciones Unidas que llegó a haber en Irak antes del gran atentado de agosto, ahora únicamente quedan 120.
El ataque de ayer supone además un salto cualitativo en cuanto a los objetivos de los actos terroristas. Ya no se trata sólo de atentar contra los estadounidenses o los ciudadanos y organismos extranjeros, sino también contra los iraquíes que se considera colaboran con ellos. En los últimos días han aparecido pintadas en Bagdad que rezan “muerte a los traductores”, en referencia a los centenares de iraquíes que sirven de intérpretes al ejército de EE.UU. y a los organismos internacionales.
Mientras, en el barrio bagdadí de Khadamiya, un millón de chiítas se concentraba en una manifestación religiosa alrededor de la mezquita del imán Kadher, que se convirtió en una nueva demostración de fuerza y organización ante las autoridades estadounidenses. Milicias armadas chiítas cortaron las calles en varios kilómetros a la redonda del templo y los controles y registros eran constantes y exhaustivos tanto para los hombres como para las mujeres. “Nos preocupa mucho que las mujeres puedan llevar explosivos. Hace apenas un mes capturamos ya en el interior de la mezquita a una mujer con cinco kilos de explosivos”, señaló Raad Kamir, uno de los oficiales de seguridad de las Brigadas Bader, el cuerpo armado formado en Irán que constituía la guardia pretoriana del asesinado ayatola Mohamed Baker al Hakim.
En todo el barrio no había rastro ni de soldados estadounidenses ni de la policía iraquí. Entre los milicianos armados figuraban hombres delradical Ejército del Mesías, las Brigadas Bader, los Guardias de El Seminario y otros grupos. El temor a un atentado hacía que cada 200 metros todo el mundo fuera registrado y que por altavoces instalados en camiones se insistiera constantemente en que no se aceptara ningún tipo de comida o bebida ante el temor de que pudiera estar envenenada. Al término de la jornada no se había registrado ningún incidente.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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Los soldados norteamericanos acuden al lugar donde el atacante hizo explotar el coche-bomba.
 
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