EL MUNDO › NOVENTA Y SEIS FAMILIAS VOLVIERON A VERSE DESPUéS DE DéCADAS

Un emotivo reencuentro de parientes coreanos

Lágrimas, abrazos y el intercambio de antiguas fotos familiares fueron el telón de fondo del reencuentro entre parientes de Corea del Norte y del Sur. La cita, altamente emotiva, puso fin a más de seis décadas de separación forzada tras el conflicto que asoló la península durante la Guerra Fría. Se trata del primer evento de esas características en casi dos años: 389 surcoreanos y 141 norcoreanos, miembros de 96 familias, se volvieron a ver en el salón de actos de un complejo turístico en la ciudad de Kumgang, en el sureste de Corea del Norte.

La reunión se produjo en el marco del reciente acuerdo entre los gobiernos de Seúl y Pyongyang, primer paso efectivo para poner fin a la tensión entre ambos países y mejorar las relaciones bilaterales. Poco a poco, a medida que los ancianos entraron al salón y comenzaron a reconocer a sus familiares, a quienes no habían vuelto a ver desde la Guerra de Corea (195053), el llanto se volvió incontrolable. Tras primeros minutos de largos abrazos y emociones, los familiares comenzaron a hablar, a tropezones y sin detenerse, intercambiando recuerdos, fotografías y regalos.

Lee Heung-jong, norcoreano de 88 años, recibió en silla de ruedas a su hermana Lee Heung-ok, de 80, que lo llamó “oppa” (hermano mayor en coreano). El momento más estremecedor se vivió cuando el anciano finalmente estalló en lágrimas en el momento en que la surcoreana Lee Jung-sok, de 68 años, se presentó como su hija, a la que había perdido en plena confusión durante el conflicto armado y de la que no sabía nada desde entonces.

La Guerra de Corea, que provocó la muerte de unos 3 millones de personas, dejó a cientos de miles de coreanos separados de sus familias por el paralelo 38, inexpugnable mojón que cortó toda la comunicación posible entre los ciudadanos que quedaron a cada lado de la frontera. El que fue el primer gran conflicto bélico de la Guerra Fría no sólo dividió a hermanos, padres e hijos sino también a jóvenes recién casados que, por diversas circunstancias, se vieron obligados a despedirse con la idea, que en muchos casos resultó ingenua, de volverse a ver tan pronto como cesaran las hostilidades.

Es el caso del norcoreano Chae Hoon-sik y la surcoreana Lee Ok-yeon, ambos de 88 años, que en esta cita se han vuelto a encontrar por primera vez desde que en agosto de 1950, él recibiera la orden de abandonar su hogar y prepararse para el combate. Tras la guerra, Lee nunca abandonó la casa familiar que Chae había construido en la localidad de Moongyeong, en el sureste de Corea del Sur, y vivió allí hasta ahora con el hijo de ambos, aferrada a la esperanza de que su marido regresaría algún día.

Ayer los tres se mostraron emocionados en su reencuentro, pero cuando Chae tomó de la mano a su esposa, ella se rehusó. “¿De qué sirve ahora? Ya somos muy viejos”, le dijo con un gesto de profunda tristeza. Las 96 familias reunidas tendrán que conformarse con compartir algunos recuerdos y darse los últimos abrazos hasta mañana, día en que tendrán que despedirse probablemente para siempre.

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