EL MUNDO › UN EDITORIAL DE THE INDEPENDENT SOBRE SAMARRA

La batalla que nunca existió

Fue una famosa victoria en una guerra que fue declarada ganada hace más de siete meses. Con razón el mundo estaba asombrado cuando el domingo, las autoridades de Estados Unidos anunciaron que 46 combatientes milicianos habían resultado muertos en una exitosa acción para repeler un intento de emboscada en la ciudad central iraquí de Samarra. A los periodistas del mundo se les dijo que la batalla marcaba una nueva fase en la ocupación. Estados Unidos aceptó que la resistencia a su presencia en Irak estaba más organizada que lo que había pensado y por lo tanto había ajustado su respuesta. Esa fue una admisión importante, volviendo inoperantes las aseveraciones previas de que la continua matanza de fuerzas de Estados Unidos y otros oficiales occidentales era el trabajo de los “remanentes” del régimen de Saddam y los combatientes extranjeros que habían atravesado las fronteras de Siria o Irán, con la implicación que desaparecerían con el tiempo a medida que las fuerzas ocupantes consolidaran su mando.
Fue una coincidencia, entonces, que esa admisión embarazosa surgiera en forma de una muy proclamada victoria contra “el enemigo”. El enemigo no consistía ya en aislados francotiradores y terroristas suicidas sino en fuerzas de guerrilla organizadas en uniforme. Sin embargo, desde el comienzo el informe estadounidense de los hechos careció de veracidad básica. Según un vocero de la Autoridad Provisional de la Coalición, todos los 46 muertos, que luego llegaron a ser 54, eran combatientes. En un choque, que tuvo lugar a la luz del día, se dijo que la mayoría de los muertos usaba uniformes de milicia. El vocero “no tenía ninguna información” sobre muertes civiles. Era de esperar que tan sorprendente declaración hubiera sido cuidadosamente corroborada antes de informarla. En cambio fue recogida e informada como un hecho por las redes estadounidenses y la BBC. A las pocas horas, sin embargo, el relato de los militares de Estados Unidos comenzó a caerse en pedazos. Los iraquíes locales convinieron en que un convoy de Estados Unidos que entregaba moneda iraquí a bancos en Samarra había caído bajo fuego y que las fuerzas estadounidenses habían abierto fuego como respuesta. Pero, más allá de eso, los relatos difieren. Los funcionarios del hospital y la policía informaron sobre 8 muertos solamente, todos civiles y 55 heridos. No hubo evidencia de otros cuerpos ni de alguien en uniforme. Las fuerzas de Estados Unidos dijeron que creían que los cuerpos habían sido removido por “el enemigo”.
No es antiestadounidense ni siquiera antibélico señalar que la historia de los militares estadounidenses no es convincente. Todos aceptan que está en el mejor de los intereses del pueblo iraquí y del mundo que las fuerzas ocupantes permanezcan por el momento y traten de asegurar una mínima seguridad lo mejor que puedan. Pero aquellos que apoyaron la guerra están bastante desesperados insistiendo en que la ocupación es un éxito, cuando la realidad es que la situación está empeorando. Y muchos en los medios estadounidenses han tragado el anzuelo, escribiendo artículos aparentemente serios sobre el supuesto cambio de tácticas de las fuerzas estadounidenses.
El pavo de Acción de Gracias de George Bush que nunca fue servido a las tropas se está convirtiendo en un símbolo, trivial en sí mismo, de una brecha más amplia entre la apariencia y la realidad. Ayer, nuestro corresponsal informó sobre un e-mail de uno de los soldados involucrado en el incidente diciéndole a un amigo: “La mayoría de los muertos eran civiles”. El anónimo soldado continuó: “Probablemente estemos volcando a muchos iraquíes en contra nuestro y temo que en lugar de trepar para salir del pozo, nos estamos hundiendo más”. Era inevitable que muchos de los iraquíes resistieran la ocupación, pero los estadounidenses parecen estar determinados a cavar más profundamente y hacer que una mala situación empeore. Respondiendo a ataques con lo que parece un poder de fuego indiscriminado, y luego declarando haber matado a combatientes sinevidencia, cuando los únicos muertos confirmados eran civiles, debe ser la peor manera de ganar los “corazones y mentes” iraquíes.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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