EL MUNDO › EL OFICIALISMO DE PUTIN SEGUIRA CONTROLANDO LA DUMA ESTATAL

Rusia vota sin mucha sorpresa

Aunque el Partido Comunista o el Liberal Democrático, que son las alternativas con mayor intención de voto después del oficialismo, lograran ampliar su representación, eso no traería ningún cambio considerable.

 Por Agustín Fontenla

Desde Moscú

Hoy Rusia celebra las elecciones de la Duma estatal (la cámara baja del parlamento nacional). Las encuestas independientes y estatales, anuncian que a pesar de perder algunos apoyos, el partido oficialista Rusia Unida obtendrá la mayor cantidad de votos y conseguirá retener la mayoría entre los 450 escaños que se renuevan.

Aunque el partido Comunista o el Liberal Democrático, que son las alternativas con mayor intención de voto después de el oficialismo, lograran ampliar su representación, eso no traería ningún cambio considerable para la realidad cotidiana de los ciudadanos.

Durante los últimos años, la Duma estatal ha funcionado como un apéndice del Kremlin. Es uno de los principales síntomas de un sistema político que se ha degradado a raíz del mayor control sobre la prensa y la ciudadanía, y el rol fantasmal de los partidos opositores, que no pudieron o supieron desarrollar una alternativa al gobierno de Putin.

La única novedad es que, esta vez el Kremlin quiere sentar el precedente de unas elecciones limpias, en las que no recaiga la sospecha del fraude. “Evitar la sensación de un engaño electoral es el principal objetivo de la administración de Putin, en vistas de las próximas elecciones presidenciale en 2018. El Kremlin ha hecho serios esfuerzos para prevenir que suceda algo como lo que sucedió en el 2011” dijo el consultor político Abbas Gallyamov.

Gallyamov se refiere a las protestas que antecedieron y luego continuaron a la elección presidencial del 2012. Muchos ciudadanos y políticos tomaron parte. Incluso, funcionarios como Alexei Kudrin, ex ministro de Finanzas, se había sumado a los reclamos.

Posteriormente, el gobierno endureció las penas y los controles sobre las protestas, el trabajo de la prensa, y el activista anticorrupción Alexei Navalny, que en el 2013 fue condenado por el cargo de malversación, quedó inhabilitado para participar de los comicios. Peor suerte tuvo el opositor Borís Nemtsov, que a pesar de no representar una alternativa real al presidente Putin, murió acribillado a balazos en las cercanías de la plaza roja en febrero de 2015.

Por otra parte, el Kremlin intentó lavarle el rostro al desprestigiado Comité Central Electoral de la Nación. En su jefatura, apuntó a Ella Pamfilova, una conocida activista de los Derechos Humanos que al asumir el cargo, aseguró que renunciaría si se producía fraude.

En la calle, donde solo en las últimas semanas se ha visto propaganda electoral, la gente, sobre todo los jóvenes, están decididos a votar. Aunque Rusia es una nación de enormes dimensiones geográficas, diferencias culturales, y con más de 100 millones de electores, los temas dominantes son la recesión económica, y el rol de Rusia en el escenario internacional.

Viktor Sergeevich es veterano de guerra y minusválido del primer grupo. Al principio, se rehusa a expresar su elección, pero después afirma que votará por Putin. “El hizo todo” dice, y comienza a hablar del reciente acuerdo con Turquía, y la incursión militar en Siria. Gallyamov explica que este tipo de votantes apoya al gobierno porque “les agrada el curso ‘patriótico’ de Putin, que consiste en una geopolítica agresiva y la lucha contra los ‘agentes foráneos’ dentro de Rusia”.

Otro ciudadano que apoyará al partido oficialista es Daria Sergeievna, que trabaja en una librería moderna de un barrio céntrico. “Es el mejor partido, y el que está en el gobierno. Ha demostrado que no hace las cosas mal”. Consultada sobre si le gustaría que cambiara algo, o si enfrenta algún problema, piensa unos segundos, se ríe, y después contesta que “el costo de vida”.

Denis Volkov, experto del Centro Levada, un organismo independiente de encuestas recién calificado de “agente extranjero” por el Estado, explica que el votante del oficialismo “es una persona promedio, más joven en general, y la mitad de ellos no tienen preferencias políticas, ni pueden contestar sobre algo en particular. Son gente que está satisfecha con la vida que tienen”.

Ekaterina Lenina y Pavel Sujov van a votar por el partido Comunista. Ella es estudiante de geología y dice que su elección tiene que ver con que “su punto de vista es más de izquierda”.

Sujov estudia Relaciones Públicas y hace un mes está desempleado. Cuando va a contestar cuál es su principal preocupación social, su compañera Lenina se anticipa: “dinero”, responde. Después él completa, “hay mucha desigualdad: muchos ricos, muchos pobres, y una gran brecha entre ambos”.

Sobre el Partido Liberal democrático, Volkov dice que “no es un partido liberal tal como lo conocemos. Es simplemente una sigla detrás de un líder: Zhirinovski”. Dos veces candidato a presidente, de malos modales y acostumbrado a lanzar comentarios polémicos, su partido también ha votado en la Duma junto al gobierno y su retórica muchas veces sirve al mandatario ruso. Sobre sus votantes, Volkov afirma que “es gente que no se siente satisfecha, y que en su mayoría reside en zonas rurales”.

Para Alex Vladimirovich, ni Rusia Unida, ni el Partido Comunista, el Liberal Democrático u otras agrupaciones son una opción válida. “No creo en nadie”, afirma. “Tengo que pensar en mi negocio”.

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Miembros de un comité electoral preparan las urnas ayer en Moscú.
Imagen: AFP
 
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