EL MUNDO › OPINION

La lógica de la guerra

 Por Luis Bruschtein

Un atentado criminal como el de Madrid no tiene justificación ideológica ni política. Y su repudio tampoco admite manipulación ideológica ni política. Es una de las conclusiones que dejaron las elecciones del domingo en España. Hasta un día antes, el PSOE tenía el modesto objetivo de que el PP no lograra la mayoría absoluta en las Cámaras y, unas horas después, salía ganador con varios puntos de diferencia.
Resulta incómodo condenar el atentado con el mismo término de terrorismo que usa George Bush, porque la mayoría de las veces para él tiene otro significado. Para Bush no es terrorismo bombardear a la población civil en países pequeños, pero sí lo fueron los atentados a las Torres Gemelas y el de Madrid. Justamente eso es manipulación, porque unas y otras constituyen formas de terrorismo.
Es indignante que haya que hacer esta aclaración de algo tan obvio y que, además, pueda tomarse como justificativo de la masacre. Pero el sentido común de estas sociedades y, sobre todo, de los medios, muchas veces se inclina por asimilar los puntos de vista norteamericanos como si fueran universales y los únicos posibles.
José María Aznar quiso aprovecharse de esa forma tan parcial de sentido común. Pero la sociedad española, confrontada con su dolor, se expresó con madurez por encima de la histeria y la vociferación de las autoridades y los medios. No quiso entrar en ese juego. Es una gran lección para Aznar, para Bush y para los criminales que hicieron el atentado. Las bombas no buscaban este resultado. De hecho, la consecuencia de los atentados en EE.UU. fue la contraria, porque fortaleció un liderazgo guerrerista.
La lógica de los que hicieron el atentado, en vez de oponerse a los bombardeos norteamericanos, los entiende y justifica. Ese razonamiento perverso acepta que sus pueblos sean masacrados porque ellos también reivindican la masacre indiscriminada de otros pueblos para alcanzar sus objetivos. En esa lógica, el ganador de las elecciones españolas tendría que haber sido un candidato dispuesto a la revancha. Alguien que mandara más tropas a matar árabes y vengar a sus muertos. Por eso resulta tan admirable el gesto de la sociedad española, porque votó contra la guerra cuando el impulso más primitivo hubiera sido buscar venganza. Así, los españoles han desacreditado la supuesta moral liberadora y religiosa de los que hicieron el atentado y los pusieron en el lugar de simples criminales.

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