EL MUNDO

Un neofascista, canciller italiano

Berlusconi nombró a Fini al frente de la diplomacia. Es el primero en el cargo procedente del fascismo desde la era Mussolini.

Por Enric González *
Desde Roma

Silvio Berlusconi cerró el jueves una de las brechas de su gobierno. El vicepresidente Gianfranco Fini fue nombrado, tras semanas de promesas y titubeos, ministro de Asuntos Exteriores en sustitución de Franco Frattini, que había dejado el cargo para ingresar en la Comisión Europea. Fini se convirtió en el cuarto jefe de la diplomacia italiana en la actual legislatura. Y en el primero, desde la muerte de Benito Mussolini, en proceder de las filas del fascismo.
Gianfranco Fini, un político temperamental pero hábil, que consiguió trasladar a la ultraderecha italiana desde la marginación hasta un puesto de relevancia en el mapa político y que, entretanto, se dotó de una imagen personal centrista y dialogante, alcanzó una de sus ambiciones reconocidas después de realizar, el año pasado, un gesto de gran notoriedad: logró ser invitado a Israel y allí afirmó que las leyes raciales del nazismo y el fascismo constituyeron “un mal absoluto”.
Con el nombramiento de Fini, los tres puestos más relevantes de la política exterior del país quedaron en manos de antiguos mussolinianos. El Ministerio para los Italianos en el Extranjero ya estaba ocupado por Mirko Tremaglia, un ex miliciano de la República de Saló que gozó recientemente de un momento de celebridad cuando opinó, a raíz del “caso Buttiglione”, que la mayoría de los europeos eran “maricones”. A ambos se sumaba Gustavo Selva, presidente de la Comisión de Exteriores de la Cámara de Diputados, que, como Fini, pasó oficialmente del fascismo a la fe democrática en 1995, cuando el Movimiento Social Italiano se convirtió en Alianza Nacional. Nota: el Europarlamento aprobó ayer la investidura del equipo de comisarios o ministros de la Comisión Europea que presidirá el portugués José Manuel Durao Barroso desde el próximo lunes hasta el 2009.
La infeliz coincidencia fue subrayada por varios parlamentarios de la coalición gubernamental. “Es preocupante pensar que quienes nos representan en el extranjero son Fini, Tremaglia y Selva”, comentó Eduard Ballaman, parlamentario de la Liga Norte. “Resultará extremadamente difícil dialogar con algunas partes del mundo donde, con razón o sin ella, se les verá como herederos del fascismo”, agregó.
El nombramiento de Fini, “cantado” desde que empezó a hablarse de Frattini como sustituto del desafortunado Rocco Buttiglione, estuvo a punto de no realizarse. Berlusconi y Fini mantuvieron el miércoles un almuerzo muy tenso, en el que el vicepresidente insistió en rechazar el plan de rebaja de impuestos del presidente del gobierno, y éste, a su vez, insistió en que sin bajar los impuestos perderían el poder en las elecciones del 2006. Pasada la medianoche volvieron a reunirse y Berlusconi planteó un ultimátum: o se hacía inmediatamente la reforma fiscal o Fini se quedaba sin Exteriores. Il Cavaliere llegó a esgrimir la amenaza de una disolución del Parlamento y de unas elecciones anticipadas. Y el líder de Alianza Nacional cedió.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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Silvio Berlusconi; detrás suyo, Gianfranco Fini.
 
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