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Cómo se implementará el histórico acuerdo de Kioto

La ONU vigilará que 35 países industrializados cumplan con la reducción de emisiones. También podrán sumar puntos invirtiendo en proyectos no contaminantes en países subdesarrollados.

“Es un paso importantísimo, pero es el primero y nada más”, consideró Laura Yates, coordinadora de campañas internacionales de Greenpeace, en referencia a la entrada en vigencia ayer del Protocolo de Kioto. Se trata del acuerdo internacional sobre reducción de gases de efecto invernadero, considerado como el mayor acuerdo en materia ambiental de la historia. La ambientalista inglesa, que conoce en profundidad los alcances del tratado, consideró, en diálogo con Página/12, que será imposible incluir en él a Estados Unidos, que emite un cuarto del dióxido de carbono mundial, “al menos mientras sea presidente George Bush”. Además, todavía no se sabe “qué pasará después de 2012, cuando deje de regir el protocolo”, observó la integrante de la Campaña de Energía de la ONG. Tampoco está claro qué acción se tomará contra el país que no cumpla con lo firmado. Para dar una ayuda a los 35 países industrializados que tienen que reducir en un 5 por ciento la suelta de gases que provocan el efecto invernadero, el protocolo establece un sistema de “comercio de emisiones”.
El organismo que se encarga de controlar que se cumpla lo pactado en la ciudad japonesa de Kioto es la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (Unfccc son sus siglas en inglés). Esta convención surgió en la Cumbre de la Tierra realizada en Río de Janeiro en 1992. En ese momento, los 188 países que la integran plantearon estabilizar la emisión de gases de efecto invernadero en un nivel que no afecte al planeta ni a las fecundas industrias que comenzaron a contaminarlo con la revolución industrial del siglo XIX. Con la entrada en vigencia del protocolo, año tras año los países firmantes deberán enviar a la Unfccc un informe dando cuenta de lo que hicieron para paliar la contaminación del aire. En cada país se ocupará de confeccionarlo el Ministerio de Medio Ambiente, Comercio o Economía, de acuerdo con las preferencias.
Aunque se habla de multas para las naciones que no alcancen los objetivos, aún no se estableció en qué suma o especia consistirán. De momento, el país incumplidor sólo sufrirá como escarmiento, según Yates, “la humillación de leer su informe en la Convención sobre Cambio Climático” que se realiza todos los años. La última, la COP 10, tuvo lugar en Argentina. Por eso uno de los presidentes de la ceremonia de ayer en Japón fue el ministro de Salud y Ambiente Ginés González García (ver aparte). La COP 11 será en Montreal, Canadá, en diciembre.
Para que ninguno de los industrializados padezca esa humillación propia de escolares, el pacto prevé tres vías para cumplir las obligaciones.
- El comercio de emisiones: Si un país no logra mitigar su emisión de gases, puede comprarle una porción de sus buenas notas a un país que sí lo está haciendo. Estos créditos aún no tienen un precio establecido.
- Implementación conjunta entre países industrializados: Inglaterra, por ejemplo, podría construir una granja de energía eólica en Francia. Como quien puso la plata fue Inglaterra, la reducción en la emisión de gases se contabilizaría para ella.
- Implementación conjunta entre un país industrializado y uno subdesarrollado: En forma similar al anterior, sólo que la relación será entre uno de los 35 industrializados con uno de los más de cien no industrializados. La reducción será contabilizada para el socio capitalista, que además tiene la ventaja de realizar la obra en un país donde los costos monetarios sean más bajos. En este sentido, el país que tiene más propuestas es la India.
Los países industrializados se comprometen a reducir entre 2008 y 2012 sus emisiones de gases en un 5,2 por ciento con relación a 1990. Yates indicó que se eligió esta fecha porque “el protocolo comenzó a prepararse en 1992. En ese entonces, los datos más recientes sobre la emisión de gases eran de 1990”. El país más emisor es Estados Unidos, con el 25 por ciento de la participación mundial. Lo siguen China, con el 13 por ciento; Rusia, con el 6,5; Japón, con el 5; India, con el 4; Alemania, con el 3; Reino Unido y Canadá con el 2,3 por ciento respectivamente; y Corea e Italia con el 2 por ciento, también respectivos. Argentina emite el 0,6.En un primer momento, Estados Unidos impulsaba al protocolo. Pero en 2001 se dio vuelta. Es por “los vínculos que tiene la familia Bush con la industria petrolera”, dijo Yates. Por suerte “varios estados, como California y Nueva York, que por sí solas tienen más poder industrial que algunos países europeos, trabajan para reducir la emisión de gases”, contó la ambientalista. Por suerte también, el gobierno chino busca alimentar a su pujante industria con energía eólica, lo que su vasto territorio le permite. Yates piensa que en el mismo sentido debería trabajar Argentina, “en vez de responder a la crisis energética con el impulso al gas, Atucha II y la planta de carbón de Río Turbio”.

Informe: Sebastián Ochoa.

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El ministro de Salud argentino, Ginés González García, saluda a su par de Japón, Yuriko Kolke.
 
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