EL MUNDO › LOS CLERIGOS LOGRARON FRENAR LA OLA DE VIOLENCIA

Apagando el incendio en Irak

 Por Anne Penketh *

Las autoridades iraquíes parecían haber evitado ayer una explosión importante de violencia intersectaria después de las oraciones del viernes, al ordenar un toque de queda durante el día en partes del país que todavía arden por la destrucción de uno de los santuarios más sagrados del islamismo chiíta en Irak. Hubo informes sobre choques en el sur de Bagdad entre las milicias chiítas y tiradores sunnitas, mientras decenas de miles de chiítas en el distrito de la Ciudad Sadr desafiaban el toque de queda para marchar por las calles. Pero después de dos días de ataque vengativos sobre las mezquitas y los asesinatos que dejaron 200 muertos y que parecían poner a Irak al borde de la guerra civil, hubo poco derramamiento de sangre.

Líderes religiosos chiítas pidieron calma y unidad entre la comunidad de la minoría sunnita y los chiítas, instándolos a ignorar los claros intentos de los insurgentes de fomentar una guerra civil. En una declaración leída en televisión, Abdul-Aziz al Hakim, jefe del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Irak, dijo que aquellos que llevaron a cabo el miércoles las explosiones del domo dorado en el santuario Askariya en Samarra “no representan a los sunnitas en Irak”. Al Hakim culpó en cambio a los leales a Sa-

ddam Hussein y a los seguidores del militante de Al Qaida, basado en Irak, Abu Musab al Zarqawi, diciendo “todos debemos unirnos para eliminarlos”. “Es lamentable que las cosas hayan alcanzado tal grado que sunnitas y chiítas estén pagando por los crímenes cometidos por el enemigo del Islam y los iraquíes”, dijo al Hakim. “Esto es para lo que trabaja al Zarqawi, es decir, para encender una lucha sectaria en el país.” “Pedimos autocontrol y que no se dejen arrastrar por los complots del enemigo de Irak.”

El militante chiíta Muqtada el Sadr, cuyos partidarios marcharon a través de Ciudad Sadr, también emitió una declaración diciendo que “cualquiera que ataque a un musulmán, no es un musulmán”. Y añadió: “Aquel que ataque los sacramentos y las mezquitas recibirá su justo castigo”. Las declaraciones de los líderes religiosos recalcaban su preponderante influencia, comparada con el limitado alcance de los líderes políticos electos del país que parecen cada vez más impotentes para detener la violencia. En protesta por el descontento, los políticos sunnitas se han retirado de las negociaciones dirigidas a formar un gobierno iraquí después de las elecciones de hace dos meses, reflejando la fractura sectaria que divide al país. Pero parecía evidente ayer que son los líderes religiosos, y no los políticos, los que tienen la clave de lo que sucederá en Irak.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère.

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