EL MUNDO › DOCE MUERTOS EN CHOQUES ENTRE ESTUDIANTES Y EL EJERCITO

La furia islámica estalló en Pakistán

El enfrentamiento que mantienen desde hace meses un grupo de clérigos radicales con el gobierno paquistaní explotó ayer, dejando doce muertos y más de 140 heridos. Todo comenzó cuando unos 150 estudiantes de la Mezquita Roja, un reconocido centro de islamistas radicales cercanos a los talibanes, atacaron un puesto de seguridad del ejército cercano, robaron armas y tomaron como rehenes a los soldados que hacían guardia. Las fuerzas paquistaníes estaban allí para cercar con alambre de púa la zona y aislar a la madrasa, que se encuentra dentro de una zona comercial de Islamabad. Fuerzas paramilitares aparecieron inmediatamente y dispersaron a los estudiantes, que se resguardaron en la mezquita. Desde allí siguieron tirando bombas molotov hasta que el gobierno y los clérigos acordaron un cese de fuego.

Los combates de ayer adquirieron un tono dramático cuando cientos de estudiantes se atrincheraron dentro de la mezquita y amenazaron con inmolarse. “La sangre de nuestros mártires no será derramada en vano. Estamos listos para ataques suicidas”, se escuchaba desde un altoparlante colocado en el frente del edificio religioso. Mientras los vecinos huían hacia los comercios cercanos, los estudiantes protegidos por barricadas y sacos de arena intercambiaban disparos con las fuerzas militares y paramilitares al grito de “¡Jihad! ¡Jihad!”.

En total son cinco mil los jóvenes que pertenecen a esa mezquita y que estudian en las dos instituciones que dependen de ella. Desde principio de año son uno de los dolores de cabeza que tiene que enfrentar el presidente Pervez Musharraf, uno de los principales aliados de George Bush en la guerra contra el terrorismo en Medio Oriente. En enero pasado los estudiantes islámicos ocuparon una biblioteca pública cercana a la madrasa en protesta por la política del gobierno para tirar abajo todas las mezquitas construidas en tierras fiscales.

A la ocupación de enero le siguieron el secuestro de varias mujeres, entre ellas algunas ciudadanas chinas, y policías. Esta política de confrontación es parte, según los clérigos que dirigen la Mezquita Roja, de una campaña para introducir la sharia (ley islámica). Las mujeres y los policías secuestrados, explicaron entonces los religiosos, eran “pecadores”. Uno de los objetivos originales de la Mezquita Roja es convertir a Pakistán en un Estado islámico, del mismo estilo del régimen talibán que gobernó en el vecino Afganistán desde 1996 hasta la invasión estadounidense de 2001.

Ayer, desde el gobierno defendieron la ofensiva contra la madrasa, que terminó con una decena de muertos y un sistema hospitalario totalmente sobrepasado. “Un Estado dentro de un Estado nunca es una buena situación”, explicó el ministro de Información paquistaní, Mohammad Ali Durrani. Como el funcionario, gran parte del gobierno, e incluso de la oposición, venían demandando una acción clara de parte de Musharraf. El presidente paquistaní había advertido que no se animaba a tomar la Mezquita Roja por miedo a desencadenar una serie de atentados suicidas. Sin embargo, los esfuerzos de los clérigos radicales para expandir su control en la capital estaba generando preocupación tanto dentro como fuera del país.

La semana pasada, Musharraf ya había dado una señal de que el gobierno no continuaría aceptando las aspiraciones de los radicales de la Mezquita Roja. El presidente paquistaní había advertido que los clérigos estaban escondiendo a miembros de la red terrorista de Al Qaida. Para Islamabad, un férreo aliado de la Casa Blanca en su cruzada antiterrorista, esto no podía ser tolerado.

Anoche, el gobierno paquistaní ya no garantizaba que no ingresaría a la mezquita, como lo había sostenido en los últimos meses. “Se va a tomar una decisión con respecto a la continuación o no de las operaciones. Es obligación del gobierno brindar protección a sus ciudadanos”, aseguró el viceministro del Interior, Zafar Warriach. Mientras tanto, y a pesar del toque de queda anunciado por el gobierno, se seguían escuchando disparos aislados en la capital paquistaní.

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Unas decenas de estudiantes se enfrentaron a los soldados.
 
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