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A Fujimori no se le puso el traje a rayas, dijo García

Presionado por los congresistas fujimoristas, el presidente peruano habló por primera vez de la extradición de Alberto Fujimori. Ante las quejas, defendió el trato que se le da.

 Por Carlos Noriega
desde Lima

El presidente peruano, Alan García, rompió ayer su silencio acerca de la extradición de Alberto Fujimori, y lo hizo para defender el trato preferencial que está recibiendo el ex presidente peruano. Fujimori, acusado de crímenes de lesa humanidad y corrupción, no fue esposado durante su traslado y estuvo protegido por las autoridades para que las cámaras no lo capten mientras era conducido al cuartel policial donde ha quedado detenido, en un ambiente especialmente habilitado para él. “No habrá ensañamiento, odio, ni venganza. Se respetará la dignidad de la persona”, dijo García, dirigiéndose a los familiares y partidarios de Fujimori. “No lo hemos puesto tras las rejas, ni presentado con un traje a rayas, como se hacía en el pasado”, señaló el presidente peruano, en alusión a la conducta de Fujimori cuando era presidente y presentó enjaulado y con un traje a rayas a Abimael Guzmán, líder del grupo guerrillero Sendero Luminoso, detenido en septiembre de 1992.

García, que insistió reiteradamente en que su gobierno “respetará la dignidad” de Fujimori, señaló que si el ex presidente lo solicitaba debería poder ser atendido por su médico personal, un privilegio que ningún detenido tiene. Antes, el abogado de Fujimori, César Nakasaki, había asegurado que la salud de éste se encontraba muy deteriorada por problemas de alza de presión. Sin embargo, el jefe del Instituto Nacional Penitenciario (Inpe), general Gustavo Carrión, aseguró que Fujimori había sido evaluado por una junta médica y que si bien presentaba problemas con la presión y tenía un resfrío, sus problemas de salud no tenían la gravedad que su abogado había asegurado. Además de buscar colocar a Fujimori en el papel de víctima, la intención de Nakasaki quedó clara cuando dijo que no descartaba pedir el traslado de su cliente a una clínica. En esa línea, su hija Keiko calificó las condiciones de detención de su padre como “terribles”. Keiko Fujimori se quejó de que la habitación donde está detenido –que según las autoridades penitenciarias tiene entre 20 y 30 metros cuadrados– era muy pequeña y que tenía “solamente dos ventanas muy chicas”. Además, Fujimori tiene acceso a una sala para recibir visitas, a un baño privado y a un patio de 100 metros cuadrados.

“A mi padre le quitaron sus medicamentos y no dejan que los tome”, dramatizó Keiko Fujimori. El jefe del Inpe, Gustavo Carrión, aclaró que a Fujimori le habían decomisado unas pastillas de Diasepan, porque están prohibidas para los reclusos, y aseguró que se le darán todos los medicamentos que los médicos que lo evalúan determinen.

En un acto desafiante, la bancada parlamentaria fujimorista en pleno, compuesta por trece congresistas y encabezada por Keiko Fujimori, intentó ingresar al cuartel policial donde está recluido Fujimori para entrevistarse con él. Las autoridades penitenciarias lo impidieron y los congresistas han amenazado con denunciarlas penalmente. Con el fujimorismo presionando cada vez más al gobierno, a pesar del trato preferente que éste le viene dando a Fujimori, la alianza tácita que mantienen ambos ha comenzado a resquebrajarse. “El presidente García le ha declarado la guerra al fujimorismo”, señaló el parlamentario Carlos Raffo, en respuesta al calificativo de “enemigo político caído”, con el que García se refirió a Fujimori.

El ex candidato presidencial Ollanta Humala denunció que el gobierno podría canjear una sentencia benigna para Fujimori a cambio de la continuidad del apoyo del fujimorismo. Alan García aseguró que su gobierno respetará la independencia judicial. El fujimorismo no ha tenido éxito en convocar grandes manifestaciones en apoyo a su jefe, pero sí ha causado disturbios y actos de violencia, como la destrucción de un monumento de piedra, llamado El Ojo que Llora, construido para rendir homenaje a las víctimas de la guerra interna. En ese monumento están escritos los nombres de las 25 personas asesinadas por las cuales se procesará a Fujimori.

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En la madrugada, atacaron el monumento El Ojo que Llora.
 
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