SOCIEDAD

Mundial gay

Empezó la 10ª copa del mundo de fútbol gay en Buenos Aires y contra la discriminación.

 Por Carlos Rodríguez

“Quiero toque, toque. Toque y gol. ¡No! No te podés comer ese gol”. Los partidos son cuatro, y se juegan en simultáneo, pero el que despierta las expresiones típicas de cualquier partido del fútbol argentino es el que juegan Los Dogos I, uno de los cuatro equipos que representan al fútbol gay local, que enfrentaba al representativo de Irlanda, una formación que está verde, no sólo por el color de su camiseta. La décima edición del campeonato mundial para jugadores homosexuales, organizado por la Asociación Internacional Gay y Lésbica del Fútbol Asociado (Iglfa), arrancó ayer en el Parque Sarmiento con decenas de partidos, 28 equipos de 14 países y más de 400 futbolistas, muchos de los cuales demostraron que la condición sexual nada resta a la hora de ser un hábil centrodelantero o un rudo defensor. Uno de los abanderados, entre los duros, fue el número 12 de Irlanda, que pegaba sin discriminar a nadie. Además de Los Dogos I, también se destacó otro equipo argentino, SAFGay (Selección Argentina de Fútbol Gay). Los Dogos hicieron 17 goles en los tres partidos que jugaron ayer, mientras que SAFGay acumuló 9 gritos en dos juegos.

El mundial gay, cuya final se jugará el sábado en la cancha del club Defensores de Belgrano, tiene toques de profesionalidad, pero el fixture sigue el diagrama de los torneos de barrio, en los que cada equipo juega varios partidos en el mismo día. Aunque las rivalidades son grandes –la mayor está dada entre los dos mejores equipos argentinos– y muchas las ganas de ser campeón, la consigna es una sola: “No a la discriminación”. Marcelo Suntheim, de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), explicó la finalidad común de los torneos: “Para los jugadores y jugadoras gays y lesbianas es casi imposible decir ‘soy gay o soy lesbiana’, basta pensar en qué ocurriría con un jugador de la Selección nacional de fútbol si dice ‘soy gay’”. El titular de la CHA, César Cigliutti, aseguró que en el fútbol profesional “hubo jugadores gay, los hay y los habrá, pero les resulta casi imposible mostrar a sus parejas, comentarlo con sus colegas y mucho menos que lo sepa la hinchada”. Por esas razones “con estos mundiales se busca decir: ‘Bueno, basta. Somos gays, somos lesbianas y acá estamos”.

En la apertura del campeonato, los organizadores fueron acompañados por el jefe de Gabinete porteño, Raúl Fernández; el subsecretario de Deportes, Claudio Andrili; el vicepresidente del Instituto Nacional Contra la Discriminación (Inadi), Pablo Mouratian, y Graciela Loys, que asistió en representación de la defensora del Pueblo de la ciudad de Buenos Aires, Alicia Pierini. “Esas presencias fueron un gesto político que marcó una nueva actitud por parte de los dirigentes”, opinó Suntheim, y recordó que “un paso semejante es totalmente inesperado en otros países de Sudamérica”. Según Suntheim, hasta el propio Julio Grondona, presidente de la AFA, prometió “trabajar para erradicar la homofobia en el fútbol”.

Walter García juega en la SAFGay, que ayer ganó los dos partidos que jugó: 8 a cero a un equipo inglés y por la mínima diferencia a un conjunto de los Estados Unidos. García le dijo a Página/12 que, en los dos partidos, una de las grandes figuras fue el centrodelantero y goleador Miguel Bello, un experimentado jugador de fútbol que ayer convirtió cinco de los nueve goles que hizo SAFGay. “Tenemos que ganar otro partido para pasar de ronda y estamos muy bien”, insistió García.

Una recorrida por las canchas sirvió para reconocer el buen juego de los uruguayos, conducidos por el mediocampista Gonzalo Iribarne, autor de un gol de tiro libre. En el último partido de Los Dogos I, frente a Irlanda, las acciones siempre estuvieron en el área del conjunto verde. Los Dogos son un equipo que, lejos de morder, juega. Daniel Alarcón fue una de sus figuras y el número 9, Fernando, al que llaman “Uga”, el más aplaudido. Uno de los goles (golazo) lo hizo Mauro, con el 8 en la espalda. El festejo fue con su novio, pegado a la línea de cal. Un dato para insidiosos: el fútbol gay tiene menos abrazos, besos y caricias que el fútbol heterosexual de cada domingo. “Y cuando hay una patada, se levantan y siguen sin pedir tarjeta roja para nadie. Los heterosexuales tienen que aprender a no ser maricones”, remató Alberto, barrabrava gay.

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El festejo con abrazos como en el fútbol profesional.
 
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