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Las estadísticas de muertes en Medio Oriente son escalofriantes y a la vez repetitivas. Pero ayer presentaron una novedad: Ikhlas Khouli se convirtió en la primera palestina en morir por disparos palestinos, acusada de colaborar con Israel, en un acto de las Brigadas de Mártires de Al Aqsa, brazo armado del movimiento Al Fatah de Yasser Arafat. Mientras tanto, la “calma” –en términos muy relativos– en la región está muy cerca de romperse, ya que el ejército israelí congeló la retirada de algunos puntos de Cisjordania y Gaza acordada hace una semana y las organizaciones extremistas Hamas y Jihad Islámica, del lado palestino, afirmaron que volverán a los ataques.
El ministro de Gabinete israelí, Danny Naveh, dijo ayer que el congelamiento de la retirada, particularmente de la ciudad cisjordana de Hebrón, que debía realizarse ayer, se debe a la violencia del fin de semana, donde murieron cuatro palestinos en enfrentamientos con fuerzas israelíes. Nabil Abú Rudeina, asesor de Arafat, le contestó que tomar esta medida es algo “peligroso”, porque “demuestra que Israel, en realidad, no tiene intención de retirarse de Cisjordania y Gaza, por lo que no puede esperar que haya progresos de nuestra parte”. Rudeina se refería al compromiso que la Autoridad Palestina (AP) adquirió con Israel de convencer a Hamas y Jihad Islámica para que detengan sus ataques dentro del territorio israelí.
“Hay que vencer a los palestinos para convencerles de que no podrán tener el menor éxito con la violencia. La elección de la violencia efectuada por los palestinos refleja el hecho de que nunca aceptaron la existencia de Israel como Estado judío”, declaró ayer el jefe del Estado Mayor israelí, general Moshé Yahalon, quien justificó así los movimientos militares israelíes dentro de territorios autónomos de la Autoridad Palestina. Fue el consejo de los altos mandos militares lo que convenció al ministro de Defensa israelí, Benjamin Ben Eliezer, de detener la retirada de Hebrón. El gobierno israelí, igual que la AP, está teniendo problemas internos para defender el plan de retirada, con críticas por izquierda y por derecha.