EL MUNDO › COMO SON LOS PROCESOS DEL CONSEJO DE SEGURIDAD, QUE DEBE DECIDIR

La guerra depende de la isla Mauricio

Por Matthew Engel
Desde Washington

Si dentro de unos años usted se encuentra en Conakry, capital de la república noroccidental de Guinea, y advierte que la terminal del aeropuerto parece inusualmente lujosa o la red caminera inesperadamente bien mantenida, puede serle útil recordar la crisis con Irak en 2002. Guinea es uno de los 10 países que hoy se encuentra, por azar, en la crucial posición de decidir el destino de cualquier resolución de las Naciones Unidas sobre Irak. Se trata de los miembros rotativos del Consejo de Seguridad. Cuando la ONU se mueve al centro de la atención mundial, el foco está en los cinco permanentes: Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia, China y Francia, cuyas posiciones como potencias globales (como mucho en la ONU) partieron de una cosmovisión fijada en 1945.
Si uno de los cinco usa su veto, es suficiente para matar cualquier resolución. Pero el veto es el instrumento más contundente en la diplomacia de la ONU. Durante los próximos días y semanas habrá una actividad frenética entre Washington y los escépticos en Moscú, París y Pekín para generar una resolución que produzca un acuerdo o, en el peor de los casos, abstenciones. Pero no será suficiente. Para ser aprobada, y asumiendo que no hay vetos, una resolución debe obtener nueve de los 15 votos disponibles –los cinco miembros permanentes más los 10 que actualmente incluyen a Guinea así como Bulgaria, Camerún, Colombia, Irlanda, la isla Mauricio, México, Noruega, Singapur y Siria–. Por buena suerte, y en parte por habilidad, esta colección de miembros temporarios es lo más favorable a Estados Unidos que podría ser una selección de la Asamblea General. Los países representan bloques regionales. Y la habilidad apareció porque uno de los representantes africanos debería ahora ser Sudán, que no es amigo de las ambiciones estadounidenses. Sin embargo, la administración Clinton, en una muestra de pericia diplomática que puede no haber sido tan evidente en su momento, maniobró con éxito para desplazar a Sudán como “blando con el terrorismo” y remplazarlo con Mauricio.
Para un país pequeño, su período de dos años en el Consejo de Seguridad es un gran momento incluso en épocas normales. Muchos de ellos tratan su momento bajo el sol como una responsabilidad y un honor importantes. Súbitamente, sus diplomáticos son saludados en los corredores de un modo más informal por los peces gordos. Como el Consejo de Seguridad se reúne casi todos los días en sesiones cerradas, los peces gordos recuerdan sus nombres. Pero la responsabilidad también importa. “No te limitás a emitir ruidos corteses como de costumbre –explicó un diplomático de un país pequeño–. No podés hacer generalizaciones piadosas. No te podés esconder. Estás en el ring.”
No era fácil descubrir ayer, por ejemplo, lo que sería la posición de Guinea sobre Irak, porque el teléfono de su embajada en Washington parecía estar desconectado. Sin embargo, su ingreso per cápita es aproximadamente un treintavo del de Estados Unidos, y las intenciones de Saddam Hussein no están al tope de la lista de prioridades nacionales. Fuentes de la ONU dicen que Guinea y, más aún, el otro país occidental africano en el consejo, Camerún, generalmente han demostrado estar favorablemente dispuestos hacia Estados Unidos en las reuniones recientes. Se cree que Bulgaria (que preside este mes el Consejo de Seguridad y está interesada en entrar a la OTAN), Colombia (que tiene su propia relación dependiente de Estados Unidos), Singapur y Noruega también que apoyarían el tipo de resolución que quiere Bush. En contraste el voto se Siria probablemente será negativo.
Pero dadas las posibilidades de abstenciones de tres de los cinco miembros permanentes, aún esas matemáticas podrían dejar el balance en manos de los tres miembros restantes: Irlanda (que le dará peso a la opinión de Estados Unidos), Mauricio (que resultó ser más independiente de lo que Estados Unidos podía anticipar) y México. La opinión mexicana se volvió en contra de los norteamericanos en los últimos meses. En una entrevista publicada ayeren el New York Times, el presidente de México, Vicente Fox, recordó enérgicamente a la administración Bush que se acordara de sus anteriores promesas sobre la reforma inmigratoria que legitimizaría la posición de tres millones de mexicanos trabajando ilegalmente en Estados Unidos.
En todo caso, la redacción exacta de cualquier resolución es siempre vital en la ONU. Como el proceso del borrador generalmente se hace en inglés, puede pensarse que eso da a los países angloparlantes una ventaja, pero puede causar sus propios problemas. Hay una disputa todavía en cuanto a la Resolución 242, aprobada hace 35 años, que pide a Israel que se retire de “los territorios que conquistó” o simplemente “territorios que conquistó”, una profunda diferencia. Depende si uno lee el texto inglés o la versión francesa, que es igualmente oficial.

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