EL MUNDO › LAS NEGOCIACIONES EN LA OEA Y EL VIAJE DE LA COMITIVA

El aguante desde El Salvador

El secretario general de la OEA y los presidentes de Argentina, Ecuador y Paraguay viajaron a San Salvador mientras Zelaya intentaba su finalmente frustrado regreso. Allí se reencontraron a la noche y el mandatario derrocado agradeció el apoyo. CFK vuelve hoy al país.

 Por Daniel Miguez

Desde San Salvador

Luego de tensas negociaciones, la OEA decidió no acompañar al depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, en el infructuoso viaje a Tegucigalpa para retomar el gobierno de su país. El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y sus colegas Rafael Correa, de Ecuador, y Fernando Lugo, de Paraguay, viajaron a El Salvador para esperar a pocos kilómetros cómo le iba en suerte a Zelaya. Finalmente éste no pudo entrar a Honduras y voló a El Salvador, previa escala en Managua, para reencontrarse con los presidentes e Insulza.

Las dificultades de la OEA para llegar a un consenso sobre si debían acompañar a Zelaya en su intento de regresar a Honduras hizo que la asamblea extendiera hasta las dos y media de la madrugada de ayer sus deliberaciones y que las negociaciones continuaran informalmente por la mañana. Finalmente se llegó a una postura intermedia entre quienes proponían que con la suspensión de Honduras como miembro de la OEA bastaba y quienes decían que el organismo tenía que involucrarse hasta el punto de acompañar oficialmente a Zelaya hasta Honduras, aun a riesgo de generar que se desate una ola de violencia en ese país, hasta ese momento contenida.

La decisión a la que llegaron ayer al mediodía fue que Zelaya aceptara viajar acompañado por Miguel D’Escoto y que Insulza, como secretario general de la OEA, con la compañía de Cristina, Correa y Lugo esperaran en El Salvador, país limítrofe de Honduras, las consecuencias del intento de regresar a su país del presidente derrocado. La idea era –ante la improbable hipótesis de que Zelaya retomara el poder– llegar inmediatamente en su apoyo. Y de lo contrario recibirlo en El Salvador. La propuesta, según pudo averiguar Página/12, partió de la presidenta argentina como un modo de destrabar la situación y darle una cuota de protección a Zelaya. El presidente destituido, que apostaba a un apoyo de máxima de la OEA, se dio por conforme, ya que necesitaba esta movilización internacional y el intento de regreso para mantener en alto el espíritu de sus seguidores.

El encuentro donde se terminó de decidir la acción de la OEA se hizo en la embajada ecuatoriana en Washington, donde participaron los tres presidentes, Insulza y D’Escoto. Finalmente fue la Presidenta, al salir de la reunión, quien informó al periodismo sobre lo resuelto.

En la madrugada de ayer, al salir de la OEA, el panorama que había contado la Presidenta era distinto al que se planteó poco después. Por esas horas la postura predominante era que sólo Insulza viajara con Zelaya a Tegucigalpa. Pero ya se había vislumbrado en la propia asamblea bastante desacuerdo con tal nivel de involucramiento –siempre justificando su postura en el supuesto “baño de sangre” que depararía el retorno de Zelaya– incluyendo el de dos países de mucho peso como Estados Unidos y Canadá. Evidentemente Insulza les tomó mejor el pulso a esas sensaciones y propuso una salida a mitad de camino.

Para entonces el gobierno de facto de Honduras ya había informado a los países de la OEA que no permitiría el aterrizaje de aviones enviados para tal fin. A la Argentina ya le habían concedido el permiso por nota a la Cancillería que llegó a la madrugada de ayer.

Fueron horas agotadoras para todos los participantes, que se habían ido a dormir cerca de las tres de la mañana y a las 7 u 8 ya estaban listos para seguir buscando una salida que fuera consensuada por todos los miembros de la OEA. Porque no sólo Estados Unidos y Canadá desaconsejaban una acción tan directa como que el organismo acompañara a Zelaya a Honduras. En esa línea estaban los países de habla inglesa de Centroamérica, siempre desconfiados de sus colegas latinos, y otros países como Colombia, Chile y Costa Rica. Brasil estuvo muy cerca de la posición argentina de respaldar la democracia en Honduras, más allá de simpatías o antipatías con Zelaya.

Los momentos de incertidumbre y versiones encontradas sobre los pasos a seguir se despejaron en parte cuando la Presidenta partió hacia San Salvador llevando en el Tango 01 a Insulza y Correa. Lugo viajó a Managua por su cuenta en el avión que lo había traído de Asunción a Washington. Mientras, desde Honduras llegaban noticias confusas, pero siempre negativas para Zelaya. Por un lado se decía que cuando aterrizara se lo iba a detener y por otro que no iban a dejar bajar el avión.

El Tango llegó al aeropuerto de San Salvador poco antes de las 21 hora argentina (las 19 hora local) ante un calor tan insoportable que era difícil de calcular en grados. Allí Cristina y Correa -bañados en repelente como toda la comitiva porque los mosquitos no distinguían rangos- esperaron en un salón del aeropuerto el llamado de Zelaya, desde el avión que sobrevolaba Tegucigalpa.

A las 21.20 Zelaya llamó a la Presidenta desde Nicaragua, porque bajó en Managua para reunirse con el presidente Daniel Ortega, y le dijo que en media hora más estaría en El Salvador. Finalmente llegó, acompañado por Lugo. Todos los presidentes y mandatarios de la OEA se reunieron: Zelaya les agradeció el apoyo político.

Así terminó este capítulo de la historia que comenzó el 28 de junio con el golpe militar: con Honduras suspendida de la OEA, como la medida más fuerte contra el régimen hondureño, y un fuerte respaldo político a Zelaya, pero insuficiente para conseguir que retomara el mando.

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Cristina Kirchner, Manuel Zelaya y Rafael Correa, en una de las reuniones previas al operativo retorno.
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