EL MUNDO › L’AQUILA, A TRES MESES DE LA CATáSFROFE

Después del sismo, la desesperanza

Agobiada por el calor y la desazón, la gente que vive en los campamentos de la devastada L’Aquila no espera nada de la cumbre del G-8 y se pregunta si algún día volverán a tener un hogar, tres meses después del sismo que devastó esta ciudad del centro de Italia y mató a unas 300 personas. “La carretera por donde van a pasar los grandes del mundo la reconstruyeron. A nosotros, en cambio, nos dicen que tal vez en septiembre u octubre podremos volver a nuestras casas. Aún tienen que determinar si pueden ser habitadas y a mediados de agosto ya empieza un frío tremendo”, confiesa Martina, maestra de 36 años.

La amargura y el remordimiento siguen reinando en buena parte de los habitantes del campamento, donde unas 150 personas viven en tiendas de campaña. “Desde septiembre del año pasado toda el área temblaba. La protección civil decía que no había razón para preocuparse. Hasta el fatídico 6 de abril...”, recuerda Martina al aludir al terremoto que, además de destruir el casco medieval de L’Aquila, causó 299 muertos y dejó a unos 50 mil sin techo, de los cuales 24.000 viven aún en los campamentos.

Después de tres meses de camping, la maestra siente “dificultades en el equilibrio de la familia” y reconoce que “falta intimidad” con el marido.“Cuando el gobierno anunció que se trasladaba el G-8 de Cerdeña a L’Aquila en señal de solidaridad, pensamos que sería algo bueno. Es verdad que algunas carreteras fueron reconstruidas así como el aeropuerto. ¡Pero aquí nadie ha venido a visitarnos. Debe ser que no somos telegénicos y no tenemos patrocinadores!”, comenta con tono de broma. Y es que tanto los monumentos como las iglesias o las fortalezas históricas encontraron en líderes del G-8 a un patrocinador para su reconstrucción, pero no las casas de la gente común.

De ahí que, entre muchos damnificados, el jefe de gobierno Silvio Berlusconi no goce de amplia popularidad. “No le perdono sus chistes en medio del drama”, confiesa Vittorio Persichetti, ex bombero, al recordar cómo Il Cavaliere les propuso días después de la catástrofe que se tomaran el campamento de evacuados como unas “vacaciones en un camping”. “El G-8 no nos aportará nada”, sentencia el ex bombero dentro de su carpa azul, decorada con dos crucifijos y un gran billete de lotería como emblema de esperanza.

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